Fernando Fuentes, el nadador salvadoreño que conquistó América

Le detectaron un tumor a los 12 años y le amputaron la pierna izquierda. Hoy, a los 17, fue elegido el mejor de América por el Comité Paralímpico Internacional.

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Por Gustavo Flores

2018-02-15 8:41:08

A sus doce años, la historia de Fernando Fuentes no variaba de la mayoría de los chicos de su edad. En Altavista, Ilopango, con las inquietudes, juegos y curiosidades propias de un niño cerca de entrar en la adolescencia. Pero un día fue al hospital por una rodilla inflamada y su historia dio un giro descarnado, incomprensible.

– “Me detectaron un tumor en el fémur izquierdo”.

La vida, claro, fue distinta desde ese día, que se clavó en la memoria de Fernando. “Fue el 26 de junio de 2012 cuando me dijeron que tenía cáncer. No sabía cómo tratar eso, pensaba que un tumor solo era algo pasajero, no tenía mucha idea, pero después me asusté mucho. Con mi mamá fuimos al Hospital Bloom a hacernos Rayos X porque estaba con la rodilla inflamada, pensábamos que era un golpe, pero apareció que era un cáncer maligno que estaba avanzando rápidamente”. Lo cuenta hoy sin una mueca de drama, sin aflicción.

“-Una semana después me hicieron la biopsia para ver si era cáncer maligno o benigno -continúa Fernando su relato-. Y resultó ser maligno. Nos afligimos mucho y mi familia se asustó. No sabíamos cómo llevarla, solo esperar y confiar en Dios”.

El 19 de julio fue la amputación de la pierna izquierda.

– “Me puso mal, estaba decaído, pensaba que no podía hacer las cosas que hacía habitualmente pero, con la fortaleza de Dios y mis padres, fui pensando de otra forma”.

Empezó a pelearla, a ver cómo hacía las cosas, cómo se movilizaba con sus muletas. Y empezó en terapias para usar la prótesis.
Hasta que un día llegó la natación. Era 2013 cuando empezó con la fisioterapia en natación. Ahí empezó a nadar, un deporte que curiosamente no se le daba mucho cuando tenía ambas piernas.

– “La natación me llamaba la atención antes de la amputación. Y veía que los demás podían nadar y yo no. Pensaba que nunca iba a aprender”.
La vida le dio otra vuelta a su historia. Le gustó empezar a nadar. Pero nada es fácil en un tratamiento así. Y la quimioterapia fue dura. Tanto que en una de ellas, en la octava, dice que ya no despertaba.

– “Miraba al techo y no respondía, como que me había muerto. Yo no lo recuerdo pero me contaron que recién respondí en la madrugada, después de varias horas inconsciente. Y a seguir luchando”.

A seguir

En 2014, durante una de sus terapias en la piscina del Mágico González, lo vio Roberto Vásquez, entrenador de convencionales en el Ilopaneco. Le gustó cómo nadaba y le dijo que quería verlo en su equipo. Allí Fernando fue mejorando su estilo y los tiempos.

– “Me hacía ver lo que yo no podía hacer. Si lo hacía mal, me lo hacía ver y me corregía. Si lo hacía bien, me felicitaba. Mejoré los estilos. Mariposa no me gustaba y ahora soy mariposista”.

Tan bien nadaba que, en el 2016, lo querían federar para competir con los convencionales por sus buenas marcas. Pero por su discapacidad no podía competir allí y entonces conoció el Comité Paralímpico. Ni bien lo vio el presidente Jorge Ochoa, lo envió a nadar con los jóvenes de alto rendimiento.

En Managua, en los Juegos Paracentroamericanos realizados en enero pasado, llegaron las primeras medallas internacionales. Fue cuádruple oro. Ganó las competencias en 50m mariposa, 50m libre, 50m dorso y 100m libre. Impecable.

Se entrena dos horas por día y estudia bachillerato en la Villa Centroamericana, junto con otros atletas. La última caricia la tuvo hace un par de días: fue elegido el atleta de América por el Comité Olímpico Internacional, logro que por primera vez alcanza un deportista salvadoreño.

A cinco años de su peor pesadilla, hoy sueña en grande: aspira a competir en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019 y los Paralímpicos de Tokio 2020. Sin límites.