OPINIÓN: Las noches mágicas no son exclusivas de la Champions League, también están en El Salvador

Una columna de Gustavo Flores

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Foto: EDH

Por Gustavo Flores | Twitter: @Gusflores21

2020-02-21 4:00:16

No son muy frecuentes, pero el fútbol salvadoreño suele tener sus noches mágicas. El miércoles fue una de ellas. Muchos se lo perdieron, quizás alertados por el poderío del rival, o asustados por el tráfico de la capital que puede batir el indeseable récord de cruzar una cuadra en 25 minutos (en hora pico y si es cerca del Cusca). Pero las cerca de 20 mil personas que estuvieron en el estadio lo vivieron como lo que fue, una jornada difícil de olvidar y que estará entre sus grandes recuerdo futboleros.

El poderoso Tigres, el que vale 16 veces más que el Alianza (dicho sea de paso, el equipo más caro del fútbol salvadoreño), el que llegaba con sus estrellas internacionales sudamericanas, mexicanas y el ídolo francés, el que tiene el segundo presupuesto más alto en el millonario fútbol mexicano, se presentaba en el país. Y allí se vería la chance de los salvadoreños, que le habían hecho una extraordinaria serie al Monterrey, el campeón de la pasada Concachampions, pero que lógicamente quedaba muy abajo a la hora de hablar de favoritismos.

Pero como esto es fútbol y nada está dicho hasta que no se termine el partido, se atrevió a jugar un tal Monterroza, que ni algunos sus compatriotas saben si se escribe con “S” o con “Z” (va con Z), y demostró que su jerarquía es de exportación, que su nivel es de otra liga. Definió con calidad un penal un tal Felipe Ponce, mexicano cuyo último equipo en el ascenso de México fue Loros de Colima. Atajó de forma fenomenal el uruguayo que decidió nacionalizarse salvadoreño, Rafa García.Una joven pareja de centrales (Jacobo-Clavel) mantuvo quietas a las estrellas que llegaron en charter. Y liquidó el pleito a lo grande “Chocolate” Blanco, un colombiano que viene de la tercera división argentina con una definición exquisita a uno de los porteros… de la selección argentina.

El fútbol suele dar estas sorpresas y cuando el juego le gana al negocio sopla una brisa limpia sobre un deporte demasiado manchado. Alianza debe ratificar su estado de gracia el miércoles cuando enfrente en Monterrey a 11 jugadores que quedaron heridos en su orgullo de sentirse superiores y no poder demostrarlo en el verde césped. Y que organización y arbitrajes, estén a la altura y no favorezcan, como es costumbre en esta región, al fútbol mexicano.