Panchimalco celebró el reconocimiento de la Cofradía de las Flores y las Palmas

El pasado 13 de diciembre, Panchimalco se llenó de color, memoria y emoción para celebrar un hecho histórico para El Salvador: el nombramiento de la Cofradía de las Flores y Palmas de Panchimalco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

La celebración se realizó con una recreación especial de esta tradición, en la que la comunidad rindió homenaje a la cofradía y a quienes, generación tras generación, han mantenido vivo este legado cultural que hoy pertenece al país y al mundo.

Un reconocimiento histórico para El Salvador

El reconocimiento internacional fue otorgado el 10 de diciembre, durante la 18.ª reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, celebrada esta semana en Nueva Delhi, India.
Por primera vez en su historia, El Salvador logró la inclusión de una de sus tradiciones en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, marcando un hito en el panorama cultural salvadoreño.

Este nombramiento destaca el valor de una manifestación profundamente enraizada en la identidad espiritual, artística y comunitaria del país, y coloca a Panchimalco como referente de patrimonio vivo a nivel internacional.

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Una tradición que florece con el tiempo

La Cofradía de las Flores y las Palmas es una festividad tradicional que se celebra cada año en el municipio de Panchimalco, al sur de San Salvador. Considerada una de las expresiones culturales más emblemáticas de la zona, combina devoción mariana, saberes indígenas, rituales, música, danza y ofrendas florales, creando una experiencia comunitaria y multigeneracional.

Uno de sus elementos más reconocidos es la procesión de palmas decoradas con flores silvestres, preparadas artesanalmente por las familias del pueblo, que cada año reviven este ritual como un acto de fe y continuidad cultural.

Esta procesión, que atrae a visitantes de todo el mundo, se acompaña de danzas tradicionales, música, oraciones y la preparación de platillos especiales a base de arroz, maíz, cacao y hierbas.

Antes de esta inscripción internacional, la manifestación ya había sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de El Salvador en 2023, debido a sus raíces prehispánicas y coloniales, así como a su relevancia para las comunidades indígenas y campesinas que han preservado esta práctica por generaciones.

Con esta decisión, El Salvador se suma al grupo de más de 150 países que cuentan con expresiones reconocidas por la Unesco como parte del “patrimonio vivo” de la humanidad.

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Más que un título, un compromiso

La Unesco enfatiza que el objetivo de esta lista es proteger y dar visibilidad a tradiciones, conocimientos y expresiones culturales que representan la diversidad y creatividad de los pueblos. El reconocimiento no solo valora el pasado, sino que impulsa acciones para la preservación activa y la transmisión intergeneracional.

“Se trata de reconocer el patrimonio vivo, el que se construye cada día en comunidad”, reiteró la Unesco en su comunicado oficial.

En la misma sesión, se incorporaron once elementos a la lista de prácticas en riesgo, entre ellos saberes indígenas de Paraguay y conocimientos ancestrales para la construcción de viviendas tradicionales en Panamá, subrayando la urgencia de proteger las expresiones culturales que aún sobreviven gracias a sus comunidades.