Las neoplasias que afligen a las mujeres

La detección temprana del cáncer aumenta las probabilidades de éxito, por lo que son necesarios los análisis periódicos

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elsalvador.com

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2015-06-24 7:00:00

Un amplio porcentaje de las muertes por los 200 tipos de cáncer existentes se deben, dejando a un lado la carga genética, a varios factores de riesgo relacionados con la dieta y los hábitos de conducta personal: obesidad, alimentación insuficiente de frutas y verduras, falta de ejercicio físico diario y abuso de tabaco y alcohol.

Pulmón, hígado, estómago, colon y mama, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son los más letales, pero médicos oncólogos, como el español Luis M. Manso Sánchez, centran su atención en los tumores que se desarrollan de forma exclusiva en la mujer. Todos ellos lacerantes.

“Son neoplasias malignas que afectan al sistema reproductor femenino interno y externo: de útero, el más prevalente, sobre todo endometrio; de ovarios y trompas, peligrosos debido a la ausencia de diagnóstico precoz; de cérvix, por el infeccioso virus del papiloma; vagina y vulva, inusuales pero engorrosos”, establece. Las siguientes son algunas de ellas:

Cáncer de útero

Es típico de mujeres que viven en países desarrollados y que se encuentran en una etapa de la vida sin menstruación, aunque más del 60 % de los nuevos casos de cáncer que surgen cada año en el mundo se concentran en África, Asia y América, del Sur y Central.

El tumor uterino, en concreto su endometrio es el más común del aparato reproductor femenino.

“Los factores de riesgo que se conocen están relacionados con su ambiente estrogénico, es decir que las hormonas femeninas funcionan continuamente durante la etapa fértil, propio de mujeres que no han tenido niños o que nunca se han quedado embarazadas -nulíparas-“, señala el doctor.

En este tipo de tumor suele haber un sangrado muy parecido al que se produce durante la menopausia.

“Si una mujer que ya no tiene la regla observa este tipo de sangrado, tiene que alarmarse y acudir de forma urgente al médico de atención primaria o a su especialista”, advierte.

A pesar de ser un tumor muy frecuente en el sistema de reproducción femenina, ostenta un rango bajo de mortalidad debido a que el diagnóstico, en la mayoría de las ocasiones, se realiza en estadios tempranos de la enfermedad.

“El tratamiento ideal es la cirugía. Se basa en la retirada del útero, de las trompas y de los ovarios; además, durante el acto quirúrgico, se efectúan análisis completos de toda la cavidad abdominal y de los ganglios de la cavidad peritoneal para un posterior y detallado estudio anatomopatológico”, explica Luis Manso.

Una vez eliminado el aparato reproductor interno, el tratamiento se complementa con radioterapia y hormonoterapia para contrarrestar la acción vital de las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona).

“En estadios muy avanzados se emplea quimioterapia estándar o de uso cotidiano, con una toxicidad bastante aceptable y que entraña una alta tasa de respuesta sanadora”, complementa.

Cáncer de ovarios

Se le conoce como “el enemigo silencioso” de la mujer, ya que el 75 % de los diagnósticos se da en estados avanzados.

El cáncer de ovario afecta principalmente a mujeres en la menopausia y el 80 % de ellas sufre una recaída después de la quimioterapia, según la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO).

El ovario, al estar en la cavidad abdominal y no mostrar síntomas durante años, produce tumores muy dañinos. Es la séptima causa de muerte por cáncer entre mujeres de todo el mundo.

“Solo ciertos signos de alarma, como puedan ser hinchazón abdominal, aumento del peso corporal, desarrollo de grasa en el abdomen, sensación de dolor local, molestias urinarias, desazón general, incluso náuseas o vómitos, pudieran ofrecer algunas pistas fiables”, describe el oncólogo.

Los factores de riesgo asociados a los carcinomas de ovario, al igual que pasa con los de endometrio, suelen estar relacionados con la persistente ovulación, con mujeres nulíparas o de pocos embarazos que hayan llegado a término. Aún así, la prevención no es nada fácil.

Es muy importante que la mujer, cuando siente dolor o molestias en la zona abdominal, pesadez o hinchazón, acuda a su centro de salud o al ginecólogo, para que le realicen una ecografía, ya que el tumor ovárico “no da la cara hasta estadios avanzados y apenas existen pruebas de diagnóstico precoz”, apunta.

El tratamiento de este tipo de neoplasias es básicamente con cirugía y quimioterapia.

“La cirugía consiste en la extirpación del útero, las trompas y los ovarios, una revisión de la cavidad abdominal, retirada de todos los recubrimientos de las asas intestinales -sujeciones-, del apéndice y de cualquier elemento orgánico dentro del abdomen que el cirujano considere sospechoso”, expone Manso.

La quimioterapia actúa de complemento preventivo para favorecer el tiempo de curación de las pacientes.

Cáncer de cérvix

Un tercer tumor a tener muy en cuenta en el sistema de reproducción es el cáncer de cuello del útero o de cérvix uterino, parte inferior y más estrecha de la matriz que comunica con el fondo de la vagina.

“Estos tumores están claramente relacionados con el Virus del Papiloma Humano (VPH) y tanto es así que este carcinoma también se considera como una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS)”, indica.

Casi el 100 % de los casos de cáncer de cuello de útero son causados por el virus del papiloma, un tumor que se podría erradicar con la vacunación sistemática de los jóvenes, sobre todo entre los 9 y los 14 años, la mejor prevención primaria que existe junto al preservativo y la higiene personal.

El cáncer de cérvix tiene altas tasas de prevalencia en países subdesarrollados o en vías de desarrollo, donde registra índices de mortalidad muy elevados.

De hecho en El Salvador, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud, este cáncer constituye la primera causa de muerte de mujeres. En 2011 murieron 68, en 2012 fueron 38, en 2013 murieron 41 y hasta septiembre de 2014 se reportaban 40 muertes.

Manso afirma que miles de vidas se podrían salvar antes de 2030 si aumentara la financiación en diagnóstico y prevención. Y es que, por ejemplo en Europa, dice, hay menos fallecimientos, a pesar de su notable frecuencia, debido a que las mujeres disponen de programas de detección precoz.

“Las citologías (toma de una muestra de tejido del cuello del útero) y los análisis mediante técnicas de biología molecular de la presencia del VPH en las células que recubren el cérvix revelan el virus, incluso, en estadios que no se consideran malignos”, dice el facultativo.

Cuando no se diagnostica de forma precoz durante la visita periódica al ginecólogo, suele aparecer un sangrado espontáneo o por un sangrado que aparece después del coito. “En ocasiones, la mujer puede sentir dolor, molestias locales, malestar en la zona de la espalda o en la pelvis”, describe. El tratamiento de estos carcinomas, cuando el diagnóstico es temprano, se efectúa de manera local. A veces, con una simple biopsia y una cirugía simple el ginecólogo puede erradicar el tumor. En estadios avanzados, cuando la neoplasia daña al útero, la cirugía es mayor y se complementa con radioterapia y ciclos de quimioterapia para favorecer el efecto sanador.

En estadios muy avanzados nos encontramos tumores “de alta agresividad que necesitan fármacos recién aprobados por las agencias reguladoras de los medicamentos oncológicos -informa-, como los nuevos antiangiogénicos, que aumentan la supervivencia de las mujeres con cáncer de cérvix.

El oncólogo Luis M. Manso concluye que los cánceres internos y externos de las mujeres se tienen que prevenir, diagnosticar y tratar con urgencia porque su salud en la edad adulta depende, y mucho, de los programas de cribado de detección precoz, las visitas reguladas al médico y la investigación. —EFE/EDH