Espiritualidad y medicina paliativa

Saber escuchar los pensamientos y las emociones de los pacientes también es un apoyo de los médicos, más allá de lo físico

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elsalvador.com

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2015-06-27 7:00:00

Los cuidados paliativos tienen una visión global del paciente con enfermedad avanzada, involucra el aspecto físico, psicológico, familiar, social y espiritual. Los médicos hemos sido entrenados solo para el primer aspecto, lo psicológico y espiritual tendemos a rehuirlo. Sin embargo, al abordarlo nos damos cuenta que los síntomas físicos también mejoran. Es innegable que el ser humano es espiritual, tiene cuerpo y espíritu.

La espiritualidad – o el aspecto existencial, como le llaman otros- es la búsqueda de las respuestas a las dificultades a través de lo trascendente: Dios. La medicina paliativa puede ser un modelo para re-humanizar la relación médico-paciente, porque a la vez que atiende los síntomas físicos, psicológicos, atención a la familia y cuidadores principales, enseña a abrir una compuerta al problema espiritual.

¿Cómo hacerlo?

Primero reconocer que no sabemos hacerlo, no sabemos que decir cuando un paciente interrumpe la conversación de la consulta, con llanto o nos cuenta un problema familiar. Tampoco sabemos cómo dar un malas noticias, es difícil y lo aprendemos a fuerza de golpe. Estamos entrenados en resolver problemas mediante guías clínicas que indican que hacer, cuando algo se sale de ese enfoque, se produce en nosotros un bloqueo, que resolvemos: huyendo o pensando en que ya sufrimos bastante como para oír a otro.

Para ayudar en el aspecto espiritual, los médicos debemos convencernos que cuando nos enfrentamos al dolor o al sufrimiento, un poco de valentía ayuda más que el conocimiento; un poco de comprensión, más que mucha valentía y el más leve indicio del amor de Dios, más que todo lo demás.

Ese leve indicio de amor de Dios es escuchar, no huir del que sufre. Abrirse a lo trascendente con el paciente, es explorar su espiritualidad, mantener una postura que genere confianza “siéntate y te sorprenderás” me decía una enfermera en mi entrenamiento. Tener la mirada en los ojos del paciente y escuchar, sobre todo escuchar. El paciente que sufre, necesita alguien que “este ahí”.

Estas son algunas formas de ahondar en los problemas espirituales del paciente, pero sobre todo tenemos que tener lo que llama un autor: “La humildad terapéutica” sabernos privilegiados si los pacientes nos abren el alma, aprendemos con lo que nos cuentan a ver más allá de un síntoma. Y una última recomendación: ¡Cuidarnos! Cuidar nuestra vida interior para poder ayudar mejor, ¿acaso puede un ciego guiar a otro ciego?