Obra teatral basada en la vida de expandillero debuta en Off-Broadway

"Placas, el tatuaje más peligroso", narra la historia de una familia que trata de vencer el miedo, rescatar el amor e imponerse a la violencia que le rodea para construir un mejor porvenir. El actor principal, el salvadoreño Ric Salinas, interpreta a Fausto, un ex miembro de la Mara Salvatrucha que al salir de prisión busca proteger a su hijo

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Ric Salinas interpreta a un expandillero

Por Carmen Molina Tamacas

2014-04-19 12:45:00

“¡Dejen de decirme ‘bicho’, ni siquiera sé qué es un ‘bicho’!”, exclama Edgar. En coro, su abuela, su madre, y su padre, le repiten que sí, que es un “bicho”, un chico, un cipote, pues. Él no se considera salvadoreño, sino “americano”, por haber nacido en Los Ángeles. Es un adolescente rebelde y ya comenzó a tener problemas con la ley.

Edgar es hijo de un ex pandillero salvadoreño y una madre chicana. Es nieto de una abuela amorosa y sobrino de un predicador. Él representa a la generación que hay que salvar. Es el joven que nació en El Salvador o en Estados Unidos, que sólo ha escuchado hablar de la guerra en tiempo pasado y la violencia doméstica, callejera, cultural es parte de su código de comunicación y de vida.

Está bajo arresto domiciliar, pasa pegado al teléfono celular, oye música, textea, habla, y cuida de su media hermanita. Vive en un vecindario “Norteño” cercado por pandilleros, donde el “Scooby” es el jefe, y la “Bugsy” es su perra guardiana. Su padre es Fausto Carbajal, el “Placas”, famoso fundador de las clicas de la Mara Salvatrucha del lado “Sureño”.

Fausto ha salido de la cárcel después de nueve años; ahora bajo supervisión (“probation”) de por vida y como parte de su compromiso con el juez de abandonar su vida delictiva, se somete a un tratamiento para remover sus tatuajes. Su terapeuta le recomienda acercarse a su hijo. Un hijo que lo rechaza, para quien él es prácticamente un desconocido, que a la vez quiere ser mejor que él. Edgar es carne fresca para los pandilleros.

Edgar, el Scooby y Fausto conforman un espejo donde podemos ver reflejada nuestra sociedad transnacional y sus complejidades. “Placas, el tatuaje más peligroso”, del poeta Paul Stojsavljevic Flores, no es una obra sobre la Mara Salvatrucha, ni explica o critica la historia de esta agrupación delictiva producto de la migración y la marginación social: narra cómo una familia lucha para vencer el miedo, rescatar el amor e imponerse a la violencia que le rodea para construir un mejor porvenir.

La obra, que se basa en parte de la vida del ex pandillero salvadoreño Alex Sánchez, director de la organización Homies Unidos, en Los Ángeles, se estrenó con un lleno total el miércoles 16 de abril en el Puerto Rican Traveling Theater, del circuito Off-Broadway de Nueva York.

El personaje principal es interpretado por otro compatriota: Ricardo (Ric) Salinas, fundador de la consagrada agrupación teatral de San Francisco “Clash Culture”.

El elenco incluye a Fidel Gómez, quien encarna al hermano de Fausto, Nelson, y a Orozco, un rudo oficial de la policía; Luis “Xago” Juárez, en el papel de dos pandilleros (“Largo” y “Scooby”); Xavi Moreno como Edgar Carbajal; Sarita Ocón quien pasa de ser la madre de Fausto (Mamá Nieves) a su terapeuta en el proceso de eliminación de tatuajes (Liz, de la organización CARECEN) y la pandillera Bugsy; Caro Zeller interpreta a Claudia Villalobos, quien siendo una adolescente dio un hijo a Fausto. La dirección está a cargo de Michael John Garcés.

Polémica de principio a fin

“Esta obra es fuerte, me tiene estresada”, “A mi también, además no entiendo lo que dicen”, se escuchaba en el pasillo durante el intermedio. No es para menos: la obra repasa tres décadas de historia, con elementos claves como la emigración masiva de salvadoreños a causa de la guerra, el surgimiento de las maras en respuesta al acoso de los afroamericanos y chicanos en Los Ángeles y las rudas vueltas en la vida de Álex Sánchez.

Los diálogos mezclan inglés, español, spanglish y la jerga callejera. De hecho, “placas” es el nombre que los pandilleros dan a los tatuajes. La tensión se alivia con muchos momentos intencional o circunstancialmente cómicos, por ejemplo cuando Fausto se somete a la remoción de un tatuaje y comienza a hablar del olor a carne quemada, lo cual deriva en una referencia al Pollo Campero.

“Placas” fue producida por primera vez en el Festival de las Artes Internacionales de San Francisco en 2012. Su gira nacional incluyó Washington DC; Oakland, CA; Denver, CO. y finalmente Nueva York. La obra fue comisionada por cuatro respetadas organizaciones latinas de arte a nivel nacional (Macla, Su Teatro, Teatro Pregones y el Teatro GALA) a través del National Performance Network, (La Red Nacional).

Su creación binacional y periplo de presentaciones están marcados por la polémica. En una entrevista con Monterey County Weekly, Stojsavljevic Flores detalla cómo las conexiones de Sánchez, tanto en California como en El Salvador, le permitieron entrevistar a 100 pandilleros activos y en proceso de rehabilitación, así como a familias y organizaciones que les ayudan. Fue advertido por los pandilleros que una vez iniciado el proceso “cualquier cosa podía pasar y podía salirse de control”. Conoció de sus bocas las circunstancias del asesinato del fotoperiodista franco-español Cristian Poveda, autor del documental “La Vida Loca”.

“Tuve que encontrarme con ellos en lugares escalofriantes. En vecindarios enteros dominados por una pandilla, símbolos en todas partes. Una vez que obtuve el pase, estuvo bien. Antes de eso, yo pensaba quién iba a asaltarme”, declaró.

En Estados Unidos, las cosas se complicaron cuando Sánchez, quien fungió como consultor de la obra teatral, fue capturado por el FBI y acusado de conspiración para cometer un asesinato, además de violar la ley antimafia conocida como RICO.

De acuerdo con la publicación, Sánchez había sido llamado para mediar en un problema entre rivales; pero uno de los pandilleros involucrados hizo amenazas y luego fue asesinado. Las llamadas y los encuentros de Stojsavljevic Flores con Sánchez fueron interceptadas por el FBI, que activó un operativo para desarticular a la pandilla. El escritor entregó las grabaciones a un periodista para garantizar su inocencia.

El desarrollo de la obra se estancó mientras Sánchez permaneció detenido nueve meses a la espera de su juicio, hasta que alguien más confesó y fue liberado de cargos. Varias organizaciones realizaron campañas a su favor y colectaron con la comunidad la fianza impuesta por el juez: dos millones de dólares.

Ahora, con el tour nacional, han surgido escaramuzas de parte de los pandilleros activos. “Tuvimos problemas con las maras acá en Washington. Me enteré que se está diciendo que ‘Placas’ está como promoviendo ciertas Maras Salvatruchas (pandilla con una extensa red por Norte y Centroamérica), pero no es así. Hay pandillas que se están poniendo un poco (difíciles) con esto”, dijo en entrevista con El Mensajero.

Para ese mismo medio, Salinas declaró: “Una obra como ésta, en un drama familiar muy profundo. Es sólo un pedazo, un ejemplo de la cultura salvadoreña. No es que todos seamos pandilleros, pero como se sabe, a veces los medios de comunicación sólo enseñan eso. El sensacionalismo es lo peor. La obra en realidad puede ser universal, puede ser sobre cualquier familia, afroamericana, blanca, de cualquier familia, porque se trata del amor de un papá a su hijo”.

“Placas” no tiene un final feliz. El público vive los momentos de máxima tensión, después que Edgar rechaza el acercamiento de su familia, se incorpora a la pandilla y sus padres se enfrentan al “Scooby”. La ovación al final duró varios minutos. El elenco tuvo oportunidad de conversar con el público; Sánchez visiblemente conmovido, expresó que la obra ha sido una oportunidad para muchas familias de verse a ellas mismas, con sus errores, miedos y felicidades.

“Yo decidí involucrarme con la condición que el resultado iba a ser educativo”, expresó.

Mónica Novoa, una activista salvadoreña por los derechos de los inmigrantes radicada en Brooklyn, dijo que la obra le gustó porque “Trata el tema de que el cambio es posible y también la redención. También me encantó que hubo una terapista, es demasiado tabú el reconocer que a todos los salvadoreños nos caería bien estar en terapia”, bromeó.

“También me quedé pensando en que es importante apoyar las artes en nuestra propia comunidad, aunque duela, ya es tiempo de contar nuestras propias historias”, puntualizó.