Las dictaduras no producen ni eficiencia ni calidad

En esa estructura de vivir de la labor ajena hay imprescindibles ocupaciones, como el del hombre del maletín negro que se encarga de seducir voluntades cada vez que se habla de préstamos.

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2017-06-21 9:26:53

Muchísimas cosas lleva la gente en las carretillas de los supermercados, en los canastos al comprar en mercados, en las bolsas que llenan en las tiendas del país o en aceras o paradas de buses.

Cada artículo o servicio que se compra es obra de una inmensa cadena de participantes, cadena que finaliza cuando el comprador se come la golosina que le vendieron o estrena el vehículo adquirido, lo que lo lleva a integrarse a la cadena de personas y negocios que brindan dichos servicios, desde mecánicos y contables hasta los que lavan el vehículo antes de entregarlo a su dueño.

Para hacer un lápiz, como lo ejemplificó un connotado economista estadounidense, Leonard Read, intervienen miles de personas en el mundo entero, desde los que cultivan los árboles de los que obtienen la madera hasta los que extraen el carbón de minas subterráneas, sumándose los que transportan todo eso, los que conducen los navíos que dan el servicio, los que fabrican la pintura para mantener esos barcos… nunca se para de contar.

E igualmente en El Salvador: son millares las ocupaciones que en conjunto intervienen en la economía, desde fitosanitarios en agricultura hasta programadores en las compañías que comercian esos productos.

Pero de algo pueden estar muy seguros todos en este país: que los totalitarios por sí mismos no fabrican nada, no procesan nada, no rinden servicios útiles a otros; simplemente, como los zánganos en las colmenas, están allí aprovechándose de la labor de todas las abejas, los pueblos que tienen oprimidos.

Hay otro hecho: casi nada de lo que se consume en El Salvador llega de Cuba, fuera de marginales servicios de médicos que el gobierno contrata en la Isla ganando muchísimo más que los galenos locales.

Adicionalmente pocos artículos fabricados en Venezuela (donde prácticamente nada se fabrica hoy en día, fuera de droga procesada) se comercian en el país. Ni Cuba ni Venezuela tienen presencia significativa en los mercados mundiales fuera del ron y de sus excelentes cigarros habanos.

El sector de trabajo genera las divisas para importar

Es obvio que en esa estructura de vivir de la labor ajena hay imprescindibles ocupaciones, como el del hombre del maletín negro que se encarga de seducir voluntades cada vez que se habla de préstamos o de robar los ahorros de los trabajadores, como los que manipulan las masas en los griteríos callejeros, al igual que los que se encargan de perseguir a personajes de la oposición, como los que redactan y pregonan las mentiras sobre los imaginarios grandes logros gubernamentales.

Pero sin esos movimientos del oficialismo, el salvadoreño no sólo puede vivir, sino que vivir mucho mejor, pues habrá más inversión, más empleo y de seguro menos violencia.

Cuando los socialistas del Siglo XXI se burlan de todos con sus llamados “al diálogo”, se están burlando tanto de los dirigentes de las gremiales como de los más de un millón de trabajadores, profesionales, técnicos y personas que esas entidades representan.

Solo piénsese en lo que es Casalco o la ASI, en las decenas de miles de empleos que defienden, en lo que exportan para generar las divisas con las cuales luego importamos materias primas, carburantes, medicamentos, tecnología, sistemas…

Y además cultura y educación a través de programas, libros, música y pasajes para que profesionales se capaciten en el exterior o jóvenes se formen en el exterior.