El gran sofoco del régimen para sacar dinero “de donde sea y como sea” es, según el diputado David Reyes de ARENA, para pagar a los treinta y ocho mil activistas rojos que nombraron a dedo al inicio del desgobierno Funes, una masa de personajes que no producen, no trabajan, no enseñan ni tampoco aportan algo de valor al país, sino que se dedican a agitar, indoctrinar y despertar odio entre los minuspensantes de la población.
Y el primero que acudió a ese banquete, por las señales que se dieron, fue el propio Funes, que de pequeña casa alquilada y las tarjetas topadas pasó a grandes mansiones, suntuosos vehículos, caravanas de autos policiales que lo seguían donde fuera (llegando siempre de una a tres horas después del término fijado) y sus cuarenta y nueve viajes al exterior que nada de útil dejaron.
Funes enfrenta procesos por “enriquecimientos inexplicables” que pueden conducir a procesos penales y la cárcel. Pero queda el grave problema, que está desquiciando al país, de los mantenidos. Y para seguir sosteniendo esa masa enorme de gente sin oficio útil, el régimen está en toda clase de meneos: quieren robarse los ahorros de los trabajadores y en el proceso quebrar a las AFP, pretenden emitir mil doscientos millones en bonos (que no saben cómo se van a pagar, pues es dejar para otros un grave problema generado por su inepcia y codicia).
Ya pueden nuestros estimados lectores imaginar el griterío que habría armado el partido comunista si el martirizado expresidente Flores hubiera “creado” de la noche a la mañana, mil puestos para militantes de ARENA.
Tomar dinero prestado con la intención de no pagar es una forma grave de estafa. Un tal Suárez buscado por INTERPOL arruinó a muchas familias adormeciéndolas y sacándoles el dinero. Pero hacerla a enorme escala…
Y las mañas se pegan. El concejal de ARENA en la alcaldía de San Salvador, Edwin Zamora, ha revelado que el Edil Bukele, ahora denunciado en relación al ataque cibernético a La Prensa Gráfica, ha endeudado nuestro municipio de San Salvador ¡por más de cien millones de dólares¡ en esas operaciones de yo lo presto, yo lo gasto y que luego se las arreglen otros para pagar.
Y allí tiene metidos a parientes y otra gran tandalada de activistas rojos, muchos de los cuales llegan a ocupar plazas de trabajadores y empleados despedidos de un día para otro, como es la costumbre roja: sacar empleados y trabajadores para colocar a los suyos…
Una gran fiesta que paga hasta el último salvadoreño
Los préstamos, las vidas lujuriosas, los mantenidos, las parentelas y amigatelas enquistadas por la fuerza en el aparato estatal, no se pagan por Hacienda, o “por el Estado” o por donativos externos, sino que sale del bolsillo de todos pero golpeando con más fuerza, sin piedad, a los sectores más débiles, a los más pobres que con dificultad logran salir adelante desempeñando humildes y ocasionales labores.
Se gasta en gente inútil cuando, como hemos visto, no logra el régimen equipar una sala de emergencias en el hospital Zacamil, el de los médicos que hacen milagros para atender a quienes allí acuden buscando ayuda.
Hasta la edad moderna, los ejércitos eran pagados con el saqueo a ciudades y reinos vencidos; las soldadescas se desparramaban por doquier robando, violando, destruyendo…