No es posible maquillar resoluciones de la Corte

La Sala no debe condolerse con los argumentos de los rojos y revertir o maquillar un fallo, sino que por ley los magistrados tienen la obligación de revisar y determinar si no se ha violado la Constitución

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El equipo del Puerto, Real Destroyer se convirtió en el nuevo ascendido a Liga Mayor, con global de 3-1.

/ Foto Por Foto EDH/Douglas Urquilla

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2015-06-14 5:00:00

No se resuelven problemas tirando dinero sobre ellos, advierte un viejo proverbio sajón.

El secretario técnico del gobierno pidió a la Corte Suprema revertir el fallo que congeló la emisión de más deuda por novecientos millones de dólares, parte de la danza de los millones en que los rojos han sumido al país en grave perjuicio del futuro de todos los salvadoreños.

Y la razón que esgrimen es que sin esos dineros no podrá llevarse a cabo la lucha contra la criminalidad, aunque igual pudo haberse alegado que sin el préstamo los pacientes de cáncer iban a quedarse sin medicamentos, y los niños que sufren de leucemia, sin sus vacunas.

Pero el problema de la criminalidad no se debe a la falta de presupuestos, cuanto a la incapacidad de los personajes que diseñan las estrategias y mueven los actos que en teoría la combaten. Y el lustroso ejemplo al respecto ha sido la tregua, que permitió a las pandillas tomar aliento, reagruparse y volver a la carga con más saña que antes.

“No tener presupuesto” es por definición administrar mal, ya que presupuesto no es nada más que la adecuada asignación de recursos.

Lo que no acaban de entender los de la Legislatura y los que capitanean el presente gobierno es que la Sala no debe condolerse con los argumentos de los rojos y revertir o maquillar un fallo, sino que por ley los magistrados tienen la obligación de revisar y determinar si no se ha violado la Constitución en un procedimiento. Cuando un ciudadano presenta una demanda, la Sala tiene el deber de estudiar la petición y resolver de acuerdo con el Derecho, no a la medida de los intereses de grupos o partidos. Eso le manda la Carta Magna.

Y si la aprobación de las contrataciones, como quedó exhaustivamente demostrado, tiene errores de fondo y de forma, simplemente se invalida.

Todos los préstamos que suscriben aplanadoramente el partido oficial y sus aliados son acompañados con un conjunto de violines: que la salud, la seguridad, la educación, las madres desamparadas, los campesinos del campo, los niños de prekinder, los enfermos de VIH, los techos de escuelas, la enseñanza técnica…

Desde luego parte del dinero va a salud, donde los que están a cargo se las arreglan para que no haya medicinas, no haya camas, no haya elevadores funcionando, no haya máquinas para lavar ropa y además maniobran para que tampoco haya médicos que denuncien todas las barbaridades, para lo cual no habrá salarios pero sí juicios para destituirlos por contar al país lo que sucede.

O no pueden manejar dinero o se desvía a otras finalidades

Hay dos consideraciones en esto de los préstamos y las justificaciones que se presentan para que sean aprobados: si lo que se plantea es cierto, de que el préstamo se va a emplear en escuelas, medicinas, seguridad, ayuda a los pobres, etcétera, el desastre en que se ha caído en todo eso demostraría que los funcionarios y gabinete no tienen la capacidad para administrar esos recursos, pues educación, salud, seguridad, pobreza, están en la peor lipidia;

si, por el contrario, los fondos no se usan para lo que se dice, eso comprobaría que los dineros se desvían a otros fines, fines inconfesables puesto que no se revelan, lo que deja al régimen o como un malversador de presupuestos públicos, o como incapaz de manejar bienes que son de la Nación, no patrimonio personal del grupo en el poder.

El país debe verse en el espejo de Grecia, que está al borde de la insolvencia y la ruina, a causa de previos e irresponsables endeudamientos.