Destruir es muy fácil; construir puede tomar siglos

El ISIS, al igual que el Boko Haram, están en proceso de degradar la condición de la mujer a extremos que hasta en el Medio Oriente chocan, desde venderlas como esclavas hasta forzarlas a servir a la tropa

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elsalvador.com

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2015-03-04 5:00:00

“Dios nos ha ordenado destruir”, afirman los enloquecidos musulmanes del ISIS que están desolando extensas zonas de Siria y de Iraq, además de hacer polvo esculturas y objetos de arte milenario del museo de Mosul.

Destruir es fácil; construir es muy complejo y demanda sabiduría, recursos, técnicas, intensa labor y clarividencia. Escrivá de Balaguer dijo que un picapedrero puede derrumbar una catedral que tomó siglos en ser levantada… El tiempo, los terremotos, lo frágil de los materiales y, en una gran medida, los fanatismos y la estupidez, van aniquilando grandes creaciones.

Los turcos que tomaron Constantinopla arrasaron con los mosaicos de Hagia Sophia, cuyo esplendor puede imaginarse al contemplar lo que resta en Italia.

Es demencial destruir a cañonazos las grandes esculturas de Buda en Kandahar como hicieron los talibanes, como igualmente las Torres Gemelas en Nueva York o los dos majestuosos puentes sobre el Río Lempa, obra de otros enloquecidos.

Pero igualmente es una monstruosidad arrasar con centros urbanos, con industrias y empresas como lo vienen perpetrando los chavistas, con sembrados, fábricas, grandes proyectos agrícolas, pues se aniquila no sólo lo que fue complejo levantar, sino lo que da empleo, sostiene a la población, es fuente de alimentos o materias primas, genera divisas al exportarse y contribuye a la incorporación de nueva tecnología en un país.

La crisis venezolana, caracterizada primordialmente por la falta de alimentos y de lo que la gente necesita para su diario vivir, es resultado de las expropiaciones y los robos chavistas. Una dictadura puede ordenar que se tome una gran hacienda, pero no tiene la capacidad para mantener su producción, administrarla y que, en vez de dar beneficios y dinero, se convierte en un nuevo agujero en el mar que traga dinero.

Y como hemos dicho, la acusación del “acaparamiento” en rigor sólo se puede aplicar a granos básicos, si tal cosa tuviera sentido, pero nadie acapara lo que es lo esencial de la dieta de pueblos contentos, desde huevos, leche y carne, hasta salsas y condimentos.

Un llamado al mundo para defender a los pueblos amenazados

Las depredaciones del ISIS, que esclaviza, asesina, persigue y destruye, es una de las más espantosas facetas del fanatismo, al igual de lo que sucede con el Boko Haram, que quiere por la fuerza imponer la islamización de grandes regiones de África.

Pero eso no está muy lejos de lo que se propone el chavismo y es la norma en Cuba, de embrutecer a la población partiendo de los lavados de cerebro a los niños, como la extrema izquierda lo hace aquí con muchos estudiantes de secundaria y universitarios: les machacan el entendimiento hasta inculcarles los odios de clase y los complejos sociales.

Pero hay una dimensión igualmente siniestra: los fanáticos no entienden de razonamientos, no evalúan con objetividad, son incapaces de argumentar y, por tanto, rehuyen de la discusión y, además, como los del ISIS, confunden sus dogmas con mandatos que les llegan del más allá, como el chavista Maduro y los pajaritos.

El ISIS, al igual que el Boko Haram, está en proceso de degradar la condición de la mujer a extremos que hasta en el Medio Oriente chocan, desde venderlas como esclavas hasta forzarlas a servir a la tropa.

Tanto el gobierno egipcio como los jordanos han llamado a una coalición árabe para defender la cordura.