La matanza terrorista en Francia es un ultraje a la humanidad

Esa intolerancia a la crítica, a lo que otros piensan, a lo que se informa, se viene manifestando en El Salvador desde hace más de cinco años a través de coacciones, de corte de publicidad, de insultos, de campañas sucias contra medios y periodistas.

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GRA389. BARCELONA, 08/01/2015.- El delantero uruguayo del FC Barcelona Luis Su??¡rez (c) es felicitado por sus compa??±eros tras marcar el segundo gol ante el Elche, durante el partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey que disputan esta noche en el Camp Nou, en Barcelona. EFE/Alejandro Garc??­a ESPA??'A F???TBOL COPA DEL REY / Foto Por MK.

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2015-01-08 5:00:00

La matanza en Francia, una atrocidad perpetrada por enloquecidos de fanatismo y estupidez, es un crimen contra libertades fundamentales de la persona, el poder decir, criticar, burlarse, respaldar, informar y debatir.

Y es contra esa libertad esencial, la libertad de expresión, que se ensañan dictaduras, partidos radicales, sectas y religiones excluyentes.

Atentar contra alguien por lo que dice, encarcelar disidentes, clausurar medios de opinión, censurar diarios y emisoras, son los extremos de intolerancia que se han transformado en una de las grandes tragedias de los últimos dos siglos, una vergüenza para el género humano. Y ello es una extensión de las inquisiciones de siglos previos, de las quemas de herejes, de matanzas a sectas y pueblos enteros por pensar distinto o por profesar diferentes religiones.

La intolerancia crispada mueve los movimientos islámicos demenciales, los ISIS, Al Qaeda, el Boko Haram, al igual que dictaduras como la de Corea del Norte, de Kenya y media África, el régimen venezolano y la Cuba castrista.

El déspota del Ecuador se fotografió rompiendo un ejemplar de un periódico, acto similar a las quemas de libros y escritos efectuados por los nacional-socialistas de Hitler y las condenas a muerte de anticastristas por oponerse a la dictadura.

La matanza de un grupo de escritores, ilustradores y pensantes, como la de dos policías, fue causada, dijeron los asesinos, por caricaturas, ensayos y escritos publicados por el periódico humorista Charlie Hebdo. Y en esto la publicación no hace sino exhibir los contrasentidos y las posturas irracionales, tanto de los mismos franceses y europeos, como lo que pregonan las bandas y fundamentalismos del Medio Oriente ahora envueltos en carnicerías y exterminios.

Y eso aplica al culto de la personalidad de la dictadura absolutista de Corea del Norte, como a los extremos a que llega el castrismo cubano.

Coaccionar, amenazar, esconder

es la política del régimen

El asesinato de los periodistas y colaboradores de Charlie Hebdo es la más execrable forma de censura, como lo vienen siendo las muertes de periodistas en muchos países del mundo y asesinatos por narcotraficantes. A la vez, al asesinar periodistas, que son la voz de grupos, sectores y sociedades, se intimida y se llega a aterrorizar al resto de la gente. Y en el caso de Charlie Hebdo, hay un mensaje adicional: los asesinos pueden golpear en cualquier lugar de la tierra, por lo que la censura y la coacción adquieren dimensiones globales.

Esto lo hemos padecido los iberoamericanos casi desde que la mayoría de pueblos del Hemisferio se separaron de España durante el oprobioso reinado de Fernando VII. Las dictaduras, civiles o militares, echaban mano de mordazas, autocensura, encarcelamiento y asesinatos para acallar críticas y arruinar países. La historia de esos años está ensangrentada por mártires de la verdad; los Trujillo, Gómez, Martínez realizaron brutales represiones para silenciar a sus pueblos.

Y esa intolerancia a la crítica, a lo que otros piensan, a lo que se informa, se viene manifestando en El Salvador desde hace más de cinco años a través de coacciones, de corte de publicidad, de insultos, de campañas sucias contra medios y periodistas.

El partido oficial pretende estar en posesión de la verdad, por lo que reclama por “malas noticias” y se queja de toda crítica, como de lo que se expone sobre corrupción y abusos de poder.