Es ilegal e inmoral perseguir sin tregua a gente honesta

Las persecuciones sin tregua ---y Dios se apiade de quienes sean blanco de esa perfidia--- pisotean los derechos cívicos y legales de las víctimas de acosos oficialistas, agregando a ello el costo de defenderse en los procesos

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Lionel Messi, del Barcelona celebra uno de sus dos goles al Elche, en La Liga española en el Camp Nou

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2014-10-08 5:00:00

Las truculencias, desacatos y enormidades que se vienen perpetrando en los últimos diez años comprueban que hay, de parte de figuras públicas, actos arbitrarios, los que en su mayor parte quedan sin corregir, como cuando el presidente de la Asamblea Legislativa prohíbe la presencia de un determinado periodista en lo que son eventos públicos, o niega información que, de acuerdo con la ley, se debe exponer.

El problema, como lo expresamos días atrás, está en enjuiciar sin término ni pausa a personas o a exfuncionarios, sin que se demuestre que hubo dolo o perniciosas consecuencias de lo que hayan hecho o dicho. Y en el caso de antiguos funcionarios públicos o grupos y ciudadanos adversos al régimen comunista en el poder, se trata de persecuciones inmorales y desde muchos puntos de vista ilegales; las leyes en Estados Unidos y en muchos países del Primer Mundo desautorizan o prohíben el “harassment”, que se puede definir como un permanente acoso sin motivo real.

Acoso hay cuando no se deja pasar un momento sin acusar, multar, prohibir, denigrar, enjuiciar, boicotear, insultar y perjudicar, como en las diatribas e insultaderas que, semana a semana, lanzaba Funes contra los productores, los medios, las gremiales y todo aquel o aquello que criticaba o se oponía a su ruinoso desgobierno.

Ha enfrentado persecuciones desde hace varios años el exministro Maza, un buen funcionario y decente persona que administró y dirigió, con un grado de eficiencia, al sector de Salud, al contrario de la calamitosa gestión de los figurones ahora a cargo.

La actual Salud Pública va de torpeza en torpeza y de arbitrariedad en arbitrariedad. La prueba más contundente es la descomunal ocurrencia de la ministra de mandar gente de este país a África a combatir el ébola cuando nadie aquí, a Dios gracias, ha tenido experiencia en ello. Pretenden irse a África cuando somos el país de la región más afectado por la chikunguña, en parte debido a la inepcia de quienes están al frente de Salud Pública.

El mundo está victimizado por los fanatismos desenfrenados

Las persecuciones sin tregua —y Dios se apiade de quienes sean blanco de esa perfidia—, pisotean los derechos cívicos y legales de las víctimas de acosos oficialistas, agregando a ello el costo de defenderse en los procesos que se montan.

Los acosos son la cortina de humo con que el régimen busca esconder las vigas en el propio ojo, como la serie de arbitrariedades y abusos —arbitrariedades dolosas—, que llevaron al enorme hoyo de El Chaparral. En esa contratación hay malicia y posible tráfico de influencias al contratar a empresas brasileñas, costos inverosímiles como el de cuidar una obra a medias y en abandono mientras nadie se responsabiliza por esa calamidad que “únicamente mosquitos produce…”, mosquitos transmisores de plagas.

Toda dictadura inicia con acosos, burlas, insultaderas y atropellos a grupos y personas, a lo que se agregan intentos por acallar, amordazar y censurar. Cuando el régimen, cualquier régimen, inicia excluyendo sectores, como aquí con las reuniones presidenciales a las que solamente se invita a gente vinculada al partido oficial, no sólo se perjudica a sí mismo pues equivale a ponerse tapones en los oídos, sino también daña, en gran medida, el desarrollo de una nación.

El mundo está pasando por una etapa que va del desencanto al horror, debido a las depredaciones y errores que surgen de los fanatismos, del talibán al marxista.