La ley del lavado, mordaza para toda la gente en el país

La aprobación realizada ayer es una de las muchas facetas de la creciente intromisión de un régimen moral y cívicamente fracasado, en la vida y en las actividades de los ciudadanos

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elsalvador.com

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2014-07-16 6:00:00

Incorporar en la ley de lavado de dinero, en forma explícita y concreta, a “las empresas de publicidad y a los medios de comunicación, de cualquier modalidad”, gremiales y asociaciones privadas, las que además, deberán nombrar a un oficial de cumplimiento, es una fase más del intento de control ciudadano lo que, en otros países, ha llevado al establecimiento de una dictadura.

Son identificables aquellos expuestos a ser procesados por lavado de dinero, se trate de caudales derivados del tráfico de drogas o dinero proveniente de la corrupción y saqueo de presupuestos. Pero quienes no manejan fondos públicos y están sujetos a las fiscalizaciones tanto de la superintendencia de sociedades mercantiles como de Hacienda, no tienen, per se, que estar incluidos en una ley que les obligaría a reportar desde transacciones de más de diez mil dólares, las que son parte de los movimientos normales de su giro económico, hasta préstamos y obligaciones de cualquier naturaleza.

Los medios establecidos no son subsidiados, no reciben dineros por “debajo de la mesa”, no se involucran con gobiernos extranjeros como el partido oficial, no se exponen a perder su credibilidad, sirviendo a intereses sectarios, salvo el caso de las emisoras y periódicos que sostiene el régimen y que no podrían sobrevivir en un mercado abierto.

Y la mejor demostración de tener las manos limpias, en el caso de EL DIARIO DE HOY y MAS!, es el boicot publicitario del régimen que, por presiones o con publicidad, buscan tergiversar y controlar los contenidos de publicaciones y emisoras nacionales.

La aprobación realizada ayer es una de las muchas facetas de la creciente intromisión de un régimen moral y cívicamente fracasado, en la vida y en las actividades de los ciudadanos. Así han ido controlando el crédito, pretenden someter la agricultura a sus dictados, gravan indebidamente a los transportes y el paso por las aduanas, están interfiriendo en la enseñanza con no tan sutiles lavados de cerebro, regimentan a los colegios y están en curso de amordazar a los diputados de la oposición.

Esto mientras abiertamente, a la vista de toda la gente, protegen a saqueadores del erario, lo que en todo caso no salva a tales delincuentes de sí mismos, de sus vicios y de sus abominables excesos.

Quien pasa el umbral de la dictadura, que pierda toda esperanza

El camino a los despotismos está sembrado de trampas, abusos, halagos, engaños y la “nueva semántica”, donde las palabras adquieren significados distintos a su sentido original. Y en ello radica la creciente censura, se trate de acusaciones sin fundamento o de presión publicitaria: lo esencial es evitar, en lo posible, que la gente entienda las amenazas que la rodean, o que, en el caso de la educación manipulada, impedir o reducir la capacidad de que piensen por sí mismos, que se acostumbren a tragar la propaganda oficial.

La gente y los sectores vivos, los que quieren a su país y aprecian los beneficios y la alegría de ser libres, deben abrir los ojos a lo que sucede, de cómo un partido de abierta tendencia totalitaria y con vocación de saqueo, pretende imponerse. Y quien pasa el umbral de las dictaduras debe recordar la frase que Dante coloca en la puerta del infierno: ustedes que entran, dejen toda esperanza.

Nadie debe esperar que le pisen el callo para reaccionar, pues todo el país pierde espantosamente si un despotismo sienta aquí sus reales.