La protesta de los internos por las preferencias “cubanas”

Lo que ahora se hace con los recién graduados se hará más tarde con las promociones y las jefaturas, a menos que, como es probable, haya una limpieza en el ministerio después de las venideras elecciones

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elsalvador.com

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2013-12-18 6:00:00

Nadie que conozca cómo se manejan las cosas en este gobierno se sorprende de que los médicos graduados en Cuba tengan preferencia para ser nombrados en plazas remuneradas y, más tarde, en los mejores puestos de la red de Salud. Y eso estén o no estén calificados, pues lo que importa para las autoridades es que tengan “conciencia de clase”, hayan contemplado la luz resplandeciente del marxismo y estén aptos para curar e indoctrinar al mismo tiempo.

Y si no para curar, sí para indoctrinar, para que el enfermo que no logra que su cuerpo responda, se marche al más allá bañado en la doctrina.

El reparto de las plazas es el primer peldaño, pues luego viene el resto de la carrera profesional. Y lo que ahora se hace con los recién graduados se hará más tarde con las promociones y las jefaturas, a menos que, como es probable, haya una limpieza en el ministerio después de las venideras elecciones y con la limpieza se imponga una verdadera meritocracia.

Lo de médicos/agitadores ha sido la experiencia en Venezuela y otros países, en los que las brigadas de salud cubanas se dedican a subvertir el estado de cosas, incluidos lavados de cerebro a los pobres que caen en sus manos como pacientes. Sucede por aquello de que “antes que médico, soy revolucionario”.

La marcha se justifica ante un régimen que no entiende de razones pues su argumento, el del régimen, siempre es el de marchas y desórdenes, pero no se justifica si se piensa en que más marchas abonan al desorden general. La marcha se suma al casi caos que los de Sitramss han creado por su incapacidad y el sofoco en “mostrar obra”, la obra copiada del proyecto de Norman Quijano.

Primero yo , luego yo,

tercero yo y después el paciente…

Y a esto se suma algo que es grave: la facilidad con que algunos médicos y practicantes abandonan a sus pacientes y suspenden servicios, para presionar por incrementos salariales o protestar porque despidieron a un borrachín del Seguro.

El pobre Hipócrates, el que formuló uno de los juramentos más famosos y nobles de la historia, el de velar por los enfermos que acuden a un médico, debe de estar revolviéndose en el más allá. Pues en lugar de velar por esos enfermos algunos de los huelguistas velan por sus intereses aunque con ello pongan en grave riesgo la salud de la gente, la gente que, a fin de cuentas, paga los salarios de todo el sistema de Salud con sus impuestos o a través de los precios.

La repugnante postura –primero yo y luego los enfermos, si queda espacio– está tras las asignaciones a dedo a los graduados en Cuba: no se trata de preferir a los mejores, sino de beneficiar a los camaradas.

Esto, por cierto, no es nada nuevo. Cuando asumieron la actual ministra y sus vices de inmediato comenzaron a sacar de sus puestos o a trasladarlos a posiciones inferiores a profesionales muy preparados, una mayoría de los cuales hizo estudios en el exterior o recibió capacitaciones especiales, a lo que se suma la misma experiencia en esos cargos.

Las barridas en Salud Pública emularon similares barridas en el resto de ministerios y dependencias oficiales para “darle algo” a la clientela política aunque no supiera distinguir entre un ataque al corazón o un empacho digestivo.

Ese fue “el cambio…”