Justo antes de la temporada inician los congestionamientos

Si una minimarcha "de protesta" en la Juan Pablo genera un caos vehicular espantoso, no cuesta hacer las proyecciones de lo que serán los efectos de los trabajos del Sitramss

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Familiares participan ayer en la mañana en el velorio de Lorena Michelle, en Atiquizaya. Foto EDH / Roberto Díaz Zambrano

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2013-09-22 6:00:00

El más importante regalo navideño del régimen a este aporreado país son los megacongestionamientos, que inician en las semanas que preceden a la temporada de ventas y movimiento comercial, cuando negocios, comercios, productores y la gente compra más, intercambia más, sale más y trata de olvidar sus tristezas y calamidades.

El sofoco de hacer las cosas a rajatabla, le guste o no le guste a la población, es porque al cabo de cuatro años y medio de “el cambio” todo ha empeorado y no hay obra visible que mostrar. Era imprescindible cortar unas cuantas cintas de lo que van a ser obras inconclusas, antes de entregar el poder.

¿Imaginan nuestros lectores lo que va a significar ir a centros comerciales en diciembre, con calles bloqueadas, agujeros en los pavimentos, cuadrillas trabajando y una que otra marcha de protesta?

¿Han calculado las familias del Gran San Salvador lo que será el gasto adicional de combustible, deterioro vehicular, tiempo y fatiga que causarán estas obras pensadas e iniciadas a la carrera?

Los salvadoreños, se repite una y otra vez, olvidan con facilidad. La mayoría no sólo no recuerda los trabajos paralizados por casi tres años en el Paseo General Escalón a inicios de la previa presidencia, sino también el calvario que sufrieron automovilistas y pasajeros con el recarpeteo del tramo de los Chorros.

Si una minimarcha “de protesta” en la Juan Pablo genera un caos vehicular espantoso, no cuesta hacer las proyecciones de lo que serán los efectos de los trabajos del Sitramss, el proyecto que con sensatez pensó y diseñó el alcalde Quijano y que lo usurpó el Viceministerio de Transporte.

El dominó es implacable:

inicia aquí y sigue por todas partes

En su momento los rojos bloquearon el programa de la presidencia de Francisco Flores para construir anillos periféricos en San Salvador, lo que precisamente tenía como propósito descongestionar el tráfico vehicular.

Los anillos periféricos, que los hay en todas las grandes ciudades del mundo, permiten a los automovilistas irse por atajos naturales para llegar en poco tiempo no sólo de un extremo a otro de una ciudad, sino también a los centros.

Pero como el plan de los anillos no tenía el sello de la hoz y el martillo, la capital se quedó sin esas vías rápidas, que, en vez de ir por la periferia cruzan la ciudad como la Juan Pablo. Inclusive se dio el caso de que un tramo relativamente corto no pudo construirse por el escándalo que los rojos armaron sobre una casuchas que con facilidad pudieron haberse reubicado.

Ahora, en beneficio de la medallita con la que se quieren condecorar, vamos a perder gran parte de lo que queda del Parque Infantil y una porción del Parque Centenario, de los pocos espacios abiertos que restan para los capitalinos.

Lo más grave, como señalamos al inicio de esta nota, es el efecto que el gran desmadre de las obras tendrá sobre el movimiento comercial de noviembre y diciembre, “los meses de respiro económico”.

Saldrán afectados los comercios y productores del Gran San Salvador, desde Santa Tecla y los centros comerciales al occidente, hasta las ventas de los municipios al norte. Que vayan renunciando a “su Navidad” los comercios de Soyapango, Aguilares, Apopa, San Martín y, como efecto dominó, los de Cojutepeque hasta Chalatenango…