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A diferencia de los políticos al uso, Macron se cree de verdad que está para servir a la gente y no al revés, y eso se nota. Para su éxito fue clave proponer en las elecciones parlamentarias candidatos que pensaban como él: gente que estaba dispuesta a servir y no a medrar desde puestos políticos.

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La pobreza extrema en 2015 reflejaba 10 % y en 2016 ha aumentado a 10.4 %.

Por Carlos Mayora Re*

2017-06-23 7:52:26

En un mundo en el que los partidos políticos y los personajes que se dedican a la política están cada vez peor considerados por los ciudadanos parece importante no perder de vista lo que está pasando en Francia.

Hace unas semanas Emmanel Macron ganó la presidencia; el domingo recién pasado hubo elecciones para el Parlamento y su partido ganó una mayoría tan grande como no se había dado desde 1968.

El flamante Presidente francés ha sido llamado de muchas formas: populista de centro, paladín liberal anti-Trump, candidato de los empresarios, capitalista incongruente, economista sin experiencia política, etc. Pero, se le diga como se le diga, después de ganar la presidencia y un 53 % del Parlamento (que puede llegar al 60 % si se suman los votos de sus aliados) tiene el futuro de Francia en sus manos.

“Es más que una derrota, es el final de una época”, comentó la exministra Valérie Pécresse cuando se le preguntó su opinión sobre la situación de la Asamblea Nacional después de las elecciones.

Algunos cifran la victoria en cinco claves: novedad, legítimo espíritu democrático, descontento de los electores con los políticos, alejamiento de los extremos, autenticidad.

La novedad salta a la vista. Todo: su discurso, su manera de financiar la campaña, su estilo de llevar a cabo los mítines, su enfoque hacia el futuro, su ausencia de crítica y amplia presencia de propuestas, sus modos sosegados??? todo nuevo. Tan nuevo que ni siquiera dio tiempo, a los que piensan que los políticos son unos aprovechados sinvergüenzas, de darse cuenta de que ante Macron estaban frente a uno tan hábil que ni siquiera lo parecía.

A diferencia de los políticos al uso, Macron se cree de verdad que está para servir a la gente y no al revés, y eso se nota. Para su éxito fue clave proponer en las elecciones parlamentarias candidatos que pensaban como él: gente que estaba dispuesta a servir y no a medrar desde puestos políticos. Amén de novedosos, eran representativos: desde una joven egresada de derecho, Typhanie Degois de apenas 24 años, a un conocido matemático, Cédric Villani, pasando por el comandante de la unidad de élite que respondió al ataque contra el Bataclan, Jean-Michel Fauvergue. Logró presentar gente que rezumaba igualdad, fraternidad y ganas de hacer las cosas; presentó una propuesta que no dejó indiferentes a los electores.

Se le reprocha que el porcentaje de participación en las votaciones para el Parlamento fue el más bajo en la historia reciente de Francia, el 42 %, y que el número de abstenciones y votos nulos fue muy alto. Sin embargo, esos hechos, a fin de cuentas, le supusieron ventaja: la gente que no estaba de acuerdo con los políticos tradicionales simplemente no votó; y en cambio, quienes siguen creyendo en el sistema pero no en los políticos, sí que lo hicieron.

En un mundo que aborrece cada vez más de los planteamientos extremistas, supo no solo desmarcarse de etiquetas de izquierdas o derechas, sino también darle a la gente algo en qué creer: en Francia, en ellos mismos, en que sí hay un futuro. Logró salvar las diferencias no por lucha sino por superación, no por aplastamiento del contrario, sino por promover síntesis en lugar de antítesis.

Al escuchar a Macron, uno se lleva la impresión de que es un político que no pretende tener todas las soluciones a todos los problemas y que, por lo tanto, se hará cargo de todo, no. Se percibe más como un gran aglutinador que logra, a partir del sustrato común de un nacionalismo bien entendido, crear sinergia, coordinar y alinear fuerzas y —quizá lo más importante— lograr que los franceses se crean capaces de hacerlo por ellos mismos.

*Columnista de El Diario de Hoy.
@carlosmayorare