Una imagen vale más??? que tres tomos de ???El capital???

El gran asesor económico del FMLN ha escrito miles de páginas para terminar siendo pillado, in fraganti, por la camarita de un celular.

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elsalvador.com

Por Federico Hernández Aguilar*

2017-06-13 8:33:28

Un periodista cuyas columnas dominicales suelo leer con gusto, Jaime García Oriani, lanzó recién una crítica aguda a la incoherencia de fondo que exhiben nuestros conspicuos marxistas criollos, “exhibidos” la semana pasada por la candorosa fotografía del Dr. Salvador Arias, vociferante enemigo del liberalismo económico, haciendo compras abundantes (y muy provechosas, la verdad sea dicha) en un conocido supermercado de abastecimiento familiar.

Como bien hace notar Jaime, lo más interesante de la imagen “burguesa” de Arias no es lo que nos revela de su vida privada, sino la brutal inconsistencia que supone frente a sus propias teorías. En eso, por cierto, el asesor económico del FMLN también sabe rendir pleitesía a su admirado Carlos Marx, quien era un infatigable derrochador de dinero —sobre todo del ajeno, porque solía depender de la fortuna heredada por su amigo, colega y albacea, Federico Engels— para satisfacer gustos refinados y exquisitos muy distantes de la miserable realidad proletaria que pretendía transformar.

El fundador del marxismo iba de lipidia en lipidia por libre decisión. Jamás quiso emplearse (por razones obvias) en ninguna fábrica y solo en contadas ocasiones hizo intentos de buscar trabajos estables. Pero lo trágico en Marx es que vivía culpabilizando al sistema capitalista de la desgracia casi permanente que le acosaba, y que en el peor momento incluso le arrebató a tres de sus tiernos hijos. Siendo cierto que su carrera como “periodista” fue truncada varias veces por las autoridades, no menos real es que le sobraron oportunidades para estabilizarse económicamente, con lo que le habría ahorrado muchas penurias a su familia. Al final, absteniéndose de hacer cualquier concesión laboral al capitalismo, murió sin ver los “frutos” de tanto talento desperdiciado en ofrecer explicaciones enmarañadas, no solo del sistema al que odiaba, sino de sus propios fracasos personales.

Dudo que Salvador Arias quiera emular al viejo barbón en toda su extravagante y azarosa existencia, pero sí creo que busca convertirse en un diminuto Marx tropical, figura de referencia obligada (en la teoría, claro) de las próximas generaciones de anticapitalistas salvadoreños. Lamentablemente, el Dr. Arias no posee el genio ni el acervo cultural del autor de “El capital”, y en lo único en que “rivaliza” con él es en sus peores defectos intelectuales: la ausencia de historiografía seria para respaldar sus tesis, el estilo farragoso y alambicado de su escritura, y la absoluta falta de escrúpulos a la hora de señalar las miserias de sus adversarios ideológicos.

Pero así como Eugen von Böhm-Bawerk, desde la Escuela Austriaca de Economía, fue capaz de desmontar la teoría marxista del valor en un extraordinario opúsculo, allá por 1896, hoy un economista tan reputado como Salvador Arias recibe la más efectiva crítica de un bisoño compatriota suyo, en un modesto artículo de opinión.

Böhm-Bawerk y García Oriani, frente a Marx y Arias respectivamente, tienen en su poder la misma herramienta intelectual, sencilla y valiosa a la vez: el sentido común. Y con ese sentido común —una suerte de algoritmo informático para los teóricos marxistas— el economista vienés pulveriza prácticamente la obra entera de Carlos Marx y nuestro joven periodista hace otro tanto con los delirantes ensayos de Salvador Arias.

Por increíble que parezca, el autor de “El capital” necesitó llenar tres tomos para sostener una teoría que sus colegas austriacos empezaron a calificar de inconsistente ya desde la aparición del primer volumen, en 1867. Por su lado, el gran asesor económico del FMLN ha escrito miles de páginas para terminar siendo pillado, in fraganti, por la camarita de un celular.

Más de 130 años han pasado desde el fallecimiento de Marx, pero la historia ha impugnado tantas veces sus ideas, que basta una instantánea ocasional para desnudar a sus epígonos en cualquier parte del mundo. Y esto es un avance notable. ¡Cuánta muerte y destrucción nos habríamos evitado si alguien hubiera tomado una foto de Marx con los profesores de francés, dibujo y piano de sus hijos!

*Escritor y columnista de El Diario de Hoy