Buen momento para rendir cuentas

En el tema de lucha anticorrupción, creo que el país está cambiando gracias a la presión de una ciudadanía cansada de ver cómo se esfuman los fondos públicos y el país se estanca

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elsalvador.com

Por Karla Hernández*

2016-02-19 9:43:00

El Salvador después de todo, no está tan mal como creíamos. No todas las instituciones funcionan mal o a medias. La prueba nos la está dando la sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia, que a través de la búsqueda de la verdad y la justicia, nos está devolviendo la esperanza.

Siempre he pensado que no roba el que tiene sino el que es pobre, aunque esa pobreza sea diferente: unos necesitan comida, otros roban objetos, algunos otros roban porque están pobres por dentro, y de estos últimos, al parecer, estamos llenos en el país.

El Salvador está cambiando o está siendo obligado a cambiar, motivado por las circunstancias. Y en el tema de lucha anticorrupción, creo que el país está cambiando gracias a la presión de una ciudadanía cansada de ver cómo se esfuman los fondos públicos y el país se estanca.

El buen trabajo que realiza la sección de Probidad, está poniendo al descubierto a personajes que son investigados por existir evidencias de enriquecimiento ilícito o corrupción. Exfuncionarios que han señalado con su dedo a otros, pero que se resisten a ser investigados, evidenciando el poco respeto que tienen a la gente que alguna vez puso su confianza en su gestión pública.

Los funcionarios debemos comprender no solo la responsabilidad que se asume con el cargo, sino también la obligación legal que tenemos para rendir cuentas, especialmente cuando el cargo trae consigo el manejo o acceso a los fondos públicos.

No hay argumento que valga para no rendirle cuentas a la ciudadanía. Quienes ostentamos algún cargo público debemos sentirnos muy agradecidos no solo por la confianza que ha sido depositada en nuestras manos, sino por el privilegio que tenemos para abonar un trabajo positivo en beneficio de los demás.

Como ciudadanos que formamos parte de una sociedad debemos aceptar la ley, una ley en la que nadie está por encima ni debajo de ella. Es justo decir que la Sección de Probidad de la CSJ y el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), nos están devolviendo la esperanza de que aquí puede haber transparencia, justicia y combate a la corrupción.

Porque mientras instituciones como la Corte de Cuentas de la República, el Tribunal de Ética Gubernamental o la Secretaría de Transparencia de la República parecen debernos mucho en esas materias, Probidad y el IAIP nos están cumpliendo y nos hacen confiar.

El Salvador se encuentra en un evidente retraso en casi todos los rubros. Sin inversiones extranjeras que generen empleo, con poca inversión gubernamental, altamente endeudados y con una de las peores calificaciones en materia de seguridad, a nivel mundial.

Por lo que la sola idea de que existan funcionarios que llegan con un patrimonio modesto cuando asumen el cargo, pero salen en calidad de millonarios cuando lo abandonan, es más que suficiente motivo para que se les investigue y se llegue hasta el fondo del asunto.

La ley es para todos. La guerra terminó con la firma de los Acuerdos de Paz y con ella finalizó la ley de la jungla en que vivíamos debido a las mismas circunstancias.

Los salvadoreños merecemos un país mejor. Uno en el que no quepan los corruptos ni quienes utilizan los cargos públicos para todo, menos para buscar el bienestar de la ciudadanía.

Nada bueno deriva de la corrupción. Y está comprobado que es uno de los mayores generadores de atraso, erosiona la calidad de vida y permite que prospere el crimen organizado, el terrorismo y otras amenazas a la seguridad humana.

Nunca lograremos erradicar la pobreza y asegurar la prosperidad para todos si no combatimos juntos la corrupción y al parecer, ha llegado el momento de comenzar a hacerlo, aún cuando algunos que pregonan ser sus más férreos combatientes, se opongan a crear más instituciones que colaboren en su erradicación.

Porque como bien dijo el pensador: No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.

*Diputada