Los abuelos y bisabuelos de Jesús

Fuera de la Tradición, la leyenda fue añadiendo nombres y hechos confusos y estrafalarios a la parentela de Jesús

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San Salvador 18 de Diciembre de 2015. / Foto Por Ren?? Estrada.

Por María A. de López Andreu* 

2015-12-18 9:41:00

La Navidad es propicia para acercarnos más a la Sagrada Familia, para conocer más a Jesús, Dios hecho niño. Y, siendo Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre, ¿tuvo también abuelos y bisabuelos? 

Sí. Es obvio que los tuvo, pero ¿quiénes eran? Descubrirlo en http://www.religionenlibertad.com/san-hortolano-bisabuelo-de-jesus-45863.htm me ha resultado tan interesante y emotivo, que deseo compartir con ustedes algunas líneas de ese artículo.

Según una leyenda carmelitana, San Hortolano (Estelano) y Santa Emerenciana fueron los padres de Santa Ana, quien, según la Tradición, es la madre de la Virgen María y abuela de Jesús. Emerenciana era de la sangre real de Judá, y vivía en un palacio junto al Monte Carmelo (cuyas ruinas tuvieron como ciertas los peregrinos desde el siglo XIV), por lo que tenía contacto frecuente con los carmelitas. Con ellos se instruía y oraba en su capilla, dedicada a la futura Madre de Dios. De Hortolano solamente se sabe que era un joven santo.

Emerenciana tenía voto de virginidad, pero estando ella junto a dos religiosos en la ladera del Monte, se les apareció un ángel que reveló en una visión a un Niño que había de llegar al mundo, fruto de la descendencia de la joven Emerenciana, por lo que no debía hacer efectivo ese voto. Así, tras muchas peripecias, Emerenciana, bendecida por los carmelitas, se casó con Hortolano, que se unió con ella solamente una vez, para concebir a Ana, de cuya descendencia nacería el Mesías.

Cuenta la leyenda que Emerenciana y Hortolano se retiraron a la oración, dejando sus bienes a su hija Ana quien, agradecida a los carmelitas, les donó su casa de Jerusalén, junto a la Puerta Dorada, en la que hicieron el segundo convento de la Orden y donde estuvieron hasta el siglo XIII, en el que fueron expulsados de Tierra Santa. 

Por la Tradición conocemos que San Joaquín fue el esposo de Santa Ana, de quienes nació la Virgen María. Se cuenta que Jacob, hermano de San Joaquín, fue el padre de Santa Isabel, casada con Zacarías, padres de San Juan Bautista. Menciona también a Cleofás como hermano de San Joaquín, quien sería el padre de Simón y de San José, por lo que resultaría que la Virgen María y San José eran primos carnales, igualmente que la Virgen María con Santa Isabel. 

Fuera de la Tradición, la leyenda fue añadiendo nombres y hechos confusos y estrafalarios a la parentela de Jesús. Todo eso nunca fue del agrado de la autoridad de la Iglesia, que en el Concilio de Trento acabó de un plumazo y tajantemente con muchas de esas historias. 

¿Enredado, verdad? Todos los que, en un momento dado, se hayan interesado en su propia genealogía, saben que es una tarea ardua y difícil.
En el caso de Jesús, lo importante es que estos detalles nos lo humanizan más, lo vemos recién nacido, siendo esperado con ilusión, no solamente por sus padres y ancestros, sino por toda la especie humana.

Unámonos, pues, a Hortelano y Emerenciana, a Joaquín y Ana, a José y María; busquemos un huequito cerca del pesebre, empujemos a la mula, hagamos al buey a un ladito y allí, humildes, convertidos en una pajita más que arrope al Divino Niño, adorémosle. ¡Gloria a Dios en el Cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

*Columnista de El Diario de Hoy.