Goebbels, propaganda, el spam y la lucha política obscura

Los políticos serios y decentes debaten ideas, luchan por ellas, hacen valer sus valores y respetan al oponente. Usan la web, las redes sociales y los medios de comunicación, pero no suelen encabezar redes de spam

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elsalvador.com

Por Ricardo Chacón*

2015-11-28 7:32:00

Cuantas veces usted abre su correo electrónico o ingresa a su red social, se encuentra con una gran cantidad de mensajes no solo indeseados sino también invasivos e incluso desagradables; pues bien, a esto se le llama spam, simplemente se trata de esos mensajes no solicitados que llegan por montones a nuestras cuentas electrónicas.

Antes estaban relacionados con cualquier publicidad de productos o servicios pero en la actualidad se le suma la propaganda política que busca no solo exaltar la imagen de determinado candidato sino además atacar y denigrar al oponente.

Según el sitio de la web -definición.de- donde se explica con detalle cualquier palabra, se dice que el spam proviene del vocablo inglés, “spiced ham”, un jamón especiado, enlatado, que solían consumir los soldados en la Segunda Guerra Mundial, pero que luego fue utilizado como la expresión de que está en “todos lados”, de manera “inconsulta”, en la comida de un restaurante y que, por añadidura, se utilizó para designar a los correos masivos indeseados.

En la actualidad el spam llega masivamente con publicidad y propaganda no solo a los correos, sino de igual manera a los teléfonos y, por supuesto a las redes sociales; el mismo sitio -definición.de- explica que, además de existir software y filtros para evitar estos mensajes no deseados, en muchos países esta práctica es ilegal.

Atrás de cada spam político hay una estrategia de propaganda, existen equipos, muchas veces en el anonimato propio de una residencia o bajo la cubierta de una empresa de publicidad, donde la labor principal es hacer realidad la estrategia de propaganda política digital.

El spam político busca aprovechar al máximo las ventajas de las redes sociales y el Internet, llegar en forma masiva a públicos específicos, crear conciencia de unanimidad a partir de la individualidad, utilizar la interactividad para generar y viralizar los mensajes y, sobre todo, para generar “likes” positivos a favor de los políticos y, por supuesto, denigrar al oponente a través de información falsa que, “bien hecha”, puede causar daño a la imagen del adversario o enemigo político.

Estudiando el fenómeno, que cada vez entra con mayor fuerza en nuestra clase política, me recuerda que la técnica es nueva pero los principios son viejos; me refiero a que son utilizadas las técnicas del viejo Goebbels, el propagandista por excelencia del régimen nazi, quien supo individualizar al enemigo resaltando todos y cada uno de sus defectos, y, por supuesto, magnificándolos en cada momento. 

Entre los principios que utilizaron los nazis, sistematizados por Goebbels, está la simplificación, que pretende convertir la complejidad en simplicidad y determinar e individualizar al adversario en un único enemigo. 

Como complemento de esta idea, se pretende reunir diversas versiones en una sola categoría o individuo; los adversarios han de constituirse en suma individualizada dicen los propagandistas.

Con la llegada de Internet, el correo electrónico, las redes sociales y ahora con el teléfono inteligente que es usado de manera masiva por la población, se convierte en el instrumento idóneo para hacer llegar el mensaje del enemigo único. Además –y esto lo facilita la tecnología–, por un lado, se puede utilizar el anonimato para despotricar a diestro y siniestro, contra el adversario o el enemigo y, por otro, un grupo mínimo de técnicos puede estar manipulando la creación de mensajes y de cuentas falsas para estar reproduciendo una y otra vez el mensaje denigrante contra el adversario.

Otro de los principios de Goebbels es el de unanimidad, que pretende convencer a cada individuo que piensa como “toda la población”, sobre la gestión pública del gobierno de turno.

El principio de unanimidad es clave para hacer creer que toda la población tiene una visión negativa uniforme del oponente y una visión positiva del funcionario; junto a este principio, se suele usar el de la orquestación, en el que no solo se repite una y otra vez el mismo mensaje, como hemos dicho simplificado, sino además este se hace a través de todos los medios de comunicación.

La suma de los medios digitales más los medios informativos como la radio y la televisión, más las actuaciones de calle, donde se mueve a la población, por ejemplo en manifestaciones, concentraciones o cabildos abiertos, buscan que el mensaje del spam se convierta “en verdad” una verdad que todo mundo cree.

Las herramientas son nuevas, sin embargo, los principios pareciera que son los mismos; una población informada y educada es el antídoto para frenar al spam político. Sin embargo, se requiere, además, de una legislación específica y, sobre todo, de estudios que develen las nuevas técnicas de esta nueva y nefasta forma de propaganda política. 

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
ricardo.chacon@eldiariodehoy.com