¿Por qué emigran nuestros compatriotas?

Es muy triste que tantas buenas familias emigren, pero también habemos infinidad de buenos salvadoreños que, heroicamente, no abandonamos la Patria y preferimos quedarnos, trabajar, luchar y propiciar, desde dentro

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Armando Flores fungió como director de Aduanas desde julio de 2017.

Por María A. de López Andreu* 

2015-09-25 10:10:00

“En 1981, mis padres, al igual que millones de personas de todas partes del mundo, tomaron una decisión de abandonar nuestro país y buscar otra alternativa para todos nosotros, dejando atrás aquello que, hasta ese momento, representaba nuestras vidas: hogar, familia, amigos, profesiones, tierras, negocios, sueños. Sea cual fuere la razón: económica, política o social, abundan historias como la nuestra, cada una, una odisea”.

Lo anterior es el párrafo inicial de un artículo escrito por Jaime Basagoitia que, en otra parte del mismo, refiriéndose a los inmigrantes en general, escribe:

“Emigramos todos en busca de la visión de Washington, Jefferson, Adams y Hamilton. Inmigramos a una sociedad en donde el concepto de derechos naturales, el marco legal y un sistema capitalista llegaron a formar una nación excepcional, motor del mundo actual, al cual ahora llamamos “nuestro hogar”. (http://bookandbilias.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=1054:yo-soy-un-voto-de-fracaso&Itemid=127).

No conozco a Jaime Basagoitia, pero sí a sus padres, tíos y abuelos. Sé de su calidad, los valores familiares que representan, la estatura profesional que practican y la pérdida inmensa para nuestro país el que familias como la suya hayan emigrado. Grave el título que Jaime puso a su artículo: “Yo soy un voto de fracaso”; fracaso porque no hemos podido “conquistar” a tantos de nuestros mejores ciudadanos para que desarrollen todo su potencial en nuestro suelo.

Y surge Donald Trump, un patán que ha expresado públicamente lo que muchos ciudadanos estadounidenses piensan y sienten: no nos quieren. Y eso, precisamente, porque al inmigrar ilegalmente, como cientos de miles lo hacen, atentan precisamente contra ese sistema al que aspiran: el del estado de derecho, el vivir en “una sociedad en donde el concepto de derechos naturales, el marco legal y un sistema capitalista llegaron a formar una nación excepcional”.

Por eso, pongamos atención: cierto que nuestros compatriotas ahora están huyendo de nuestro país debido, primordialmente, a la violencia, que además genera desempleo y mayor pobreza. Pero, si fuera solamente por eso, emigrarían a lugares más cercanos, a los que el llegar no se les hiciera tan peligroso e impreciso. Si nuestros emigrantes enfrentan todas las vicisitudes y peligros imaginables para llegar a EE. UU., es por la garantía que sienten en su sistema de gobierno, en el respeto ciudadano a las leyes y en la certeza de que el estado aplicará dichas leyes. Se sienten protegidos por el sistema, a pesar de que las leyes migratorias estén en su contra.

Gran lección para todos aquellos que, equivocadamente, proclaman que “el Estado de derecho no se come”, cuando es indispensable para que haya seguridad, inversión, empleo, oportunidades y paz.

Es muy triste que tantas buenas familias emigren, pero también habemos infinidad de buenos salvadoreños que, heroicamente, no abandonamos la Patria y preferimos quedarnos, trabajar, luchar y propiciar, desde dentro, el que nuestro país resurja y salga adelante. Ahora debemos leer esas señales que nos envían nuestros emigrantes, ponerles atención y actuar para resolver nuestros problemas. Y no desfallecer; por el contrario, recordemos cuántas veces nos hemos levantado victoriosos tras la adversidad. Exijamos que los políticos se dediquen, afanosamente y sin descanso, a una sola misión: construir el Estado de derecho para edificar un El Salvador que enamore a sus habitantes, que conserve a sus mejores hijos y ofrezca el futuro brillante que, mediante estudio, trabajo duro, esfuerzo y sacrificio, todos podremos alcanzar.

*Columnista de El Diario de Hoy.