Populismo:Cáncer en Latino América

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Comunidad celebró beatificación de Monseñor Romero. /

Por Por Max Mojica*

2015-05-27 5:00:00

Probablemente el populismo sea la más lamentable de las creaciones políticas latinoamericanas del Siglo XX, tanto por lo daños que provoca en la economía de los países en los que se instala, como, por sobre todo, por los daños psicológicos que provoca en los pueblos al acostumbrarlos a abrir sus manos de forma suplicante para que el gobernante de turno sea quien por medio de regalos, limosnas, dádivas y absurdas promesas, les venda la ilusión que resolverá todos sus problemas y los hará vivir –cuando el tiempo sea propicio– en algo parecido a la mítica Shangri-La.

Lo curioso del populismo es que se construye sobre una base apócrifa de “democracia” que se autodefine como “antioligárquica, popular y nacionalista”, pero que en realidad es una perversión antidemocrática, personalista, autoritaria y sobre todas las cosas, profundamente voluntarista.

El populismo sigue invariablemente una hoja de ruta la cual consiste, en lo político, en la exaltación personal de los gobernantes, en donde se convence al pueblo de la idea de la infalibilidad de sus ideas, de la urgente necesidad de ser precisamente ellos quienes deben ejercer el gobierno, ya que tienen la calidad de ser unos nuevos “mesías” enviados por Dios para salvar al pueblo de su pobreza y de la “tiranía” de un real o imaginario enemigo; mientras que en lo económico, se basa en el ofrecimiento irresponsable de metas irrealizables pero que sirven para entusiasmar al pueblo para continuar ?profundizando los cambios” y a la vez, sirven para justificar que el fracaso de las medidas tomadas por el gobierno en los campos político y económico, ya que utiliza eficientemente la excusa que todo fracaso se debe precisamente a que los cambios realizados “no son suficientes” o bien, se deben a la maldad de los enemigos del pueblo, los cuales usualmente son o la oligarquía o el “imperio”, sirviendo entonces, los mismo fracasos, como justificación para llevar a cabo aún más cambios en la misma equivocada dirección, como si un náufrago para salir del mar se le ocurriera navegar aún más adentro.

El populismo no es otra cosa más que un perverso sistema político derivado del marxismo, con el que se emparenta al basarse en la lucha de clases y en un profundo “distribucionismo”, el cual sin llegar a los excesos del colectivismo, le inculca la idea al pueblo que tiene derecho a recibir, en muchos casos sin trabajar, una buena tajada de lo que la sociedad laboral y empresarial produce, entregando recurrentemente dádivas administradas por el Gobierno provenientes de nacionalizaciones de empresas estratégicas o bien, de cargas fiscales, todas realizadas en perjuicio del tejido productivo, todo ello con la idea de brindar efímeras ayudas a los pobres pero cuidándose de no atacar los problemas estructurales de fondo de los países, ya que tales medidas usualmente son responsables y por tanto, muy poco populares.

El populismo latinoamericano por tanto, se debate entre un clientelismo puro “favores por votos” y un enconado discurso de choque que brinda la idea de encontrarse en una eterna lucha de “buenos” contra “malos”, todo lo cual genera una profunda polarización y división social; evitando buscar –por conveniencia o por mera incapacidad– soluciones estructurales para garantizar un mejor futuro, ya que lo que más le conviene a este tipo de gobiernos es la toma de decisiones para brindar soluciones no integrales sino de tipo coyuntural, pero que sirven como un parche inmediatista con fines electorales, sistema que tan bien les paga en las urnas.

¿Disciplina fiscal en el populismo? ¡Impensable! Ya que es imposible combinar el derroche de subsidios mal enfocados así como la corrupción asociada a este tipo de sistemas, con la responsabilidad de gastar en lo indispensable e invertir a futuro, cuando ese futuro probablemente sea otro partido político el que lo aproveche. Nada de pensar en el pueblo o en futuro del país, toda decisión se toma en base a como les afectará en la próxima elección.

¿De dónde surge entonces el populismo? Del fracaso de las endebles democracias, ya que detrás de cada país que cayó en el populismo se encuentra la historia de una democracia pseudo liberal fallida, corrupta e incapaz, y es que el populismo que se nutre de esperanzas extremas, nace de miserias extremas, esto debido a que cuando los gobiernos democráticos han fallado en resolver los dilemas reales de la gente, cuando la representación de los partidos políticos caduca, cuando la condición pública de la ciudadanía se desenvuelve entre la inseguridad y la nula fe ante el futuro, se establece el caldo de cultivo para el populismo, ¿coincidencia con lo que ahora ocurre en El Salvador? No, no lo creo.

*Abogado, Master en Leyes.