Nueva vida

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Yuri, Luis y Karina, los salvadoreños que aspiran a una plaza en Panamericanos de Toronto.

/ Foto Por edhdep

Por Por Juan Valiente*

2015-04-07 5:00:00

La Semana Santa siempre te entrega fortaleza para la cotidianidad. Hay que vivirla a profundidad para cosechar los frutos espirituales tan necesarios en nuestras vidas. Comenzando con la entrada de Jesús a Jesusalén en el Domingo de Ramos ante una multitud exultante que lo reconoce como Rey e hijo de Dios. Seguido de la celebración de la Santa Cena y el lavatorio de los pies. Jesús dijo a Pedro: “Si yo no te lavo los pies, no podrás compartir mi suerte. Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!”

El viernes es un día de oración y de recogimiento, pues el Señor muere a la hora nona. No inmolamos corderos para el perdón de nuestros pecados. Ya Dios ha entregado a su único hijo como cordero para el perdón de los pecados del mundo. Nosotros en procesión y en silencio adoramos la cruz. Sabiéndonos pecadores pedimos al Señor que se apiade de nosotros. Y ahora que estoy entrando a la política le he pedido que me ayude a mantenerme fiel al pueblo y no ceder a las tentaciones.

Recuerden que en la antigüedad la posesión más grande era el ganado. Y los judíos para pedir perdón por sus pecados sacrificaban al mejor cordero. En la actualidad qué deberíamos entregar a Dios para pedirle perdón. ¿Qué es lo más valioso en nuestras vidas para ponerlo a los pies de Dios? ¿Basta con pedir perdón y no hacer ningún sacrificio? Tal vez por ello siempre volvemos al confesionario con los mismos pecados por nuestra propia falta de asumir un sacrificio que construya una fe consciente. En cambio, Dios envía el mejor cordero de todos, el cordero sin mancha, a su único hijo.

Y para el sábado se celebra la Vigilia Pascual. Es una magna celebración que inicia con la liturgia de la Luz, el Pregón Pascual, nueve lecturas bíblicas, la bendición del agua, los bautismos y la Eucaristía. Inicia con el templo a oscuras y con la luz del cirio pascual, símbolo de Cristo Resucitado, se transmite la luz a las candelas de todos los feligreses. La Luz, la Palabra, el Agua, el Cuerpo y Sangre de Cristo. Y las canciones que acompañan el sentimiento de celebración y de comunidad: “Una nueva vida, tu misma vida; una nueva familia, tu misma familia; hijos tuyos para siempre”.

Cada uno debe concretar en lo personal qué significa la nueva vida para uno. Sin embargo, el reto de una persona que espera servir desde la política es definir cómo llevar esta nueva vida a los ciudadanos, a la población. Primero hay que llevar la luz a todas partes. Nada de lo que pasa en la Asamblea debe permanecer oculto. También está el reto de hacer que las cosas renazcan con el agua. El Espíritu Santo debe recrear todas las cosas y se renovará la faz de la tierra.

Hay una escena en la película La Pasión que me impacta muchísimo. Mel Gibson se toma la libertad de cambiar una expresión de Jesús a otra parte del relato evangélico. “Ya ves, madre, cómo hago nuevas todas las cosas,” dice Jesús en una de sus tres caídas postrado ante María, sin dejar la cruz, llorando y con una leve sonrisa. No hay cambio sin sacrificio. No hay perdón de los pecados sin un cordero. Ojalá que la presencia de Jesús entre nosotros nos sirva de aliciente y fuerza para que los diputados electos encontremos la fuente del sacrificio para lavar todos los pecados de la Asamblea.

*Colaborador de El Diario de Hoy.