“Código Enigma” o la virtud del silencio

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Por Por Marvin Galeas *

2015-04-29 5:00:00

La pe lícula “Código Enigma” (The Imitation Game) fue nominada a 8 premios Oscar y solo ganó uno: el de mejor guión adaptado. Si por mí fuera le hubiese dado los ocho premios, especialmente en las categorías de mejor actor y mejor película. Pero los que saben optaron por “Birdman” como mejor producción.

En una columna anterior expresé mi opinión sobre “Birdman”. A excepción de la actuación de Michael Keaton, se trata de una cinta fea. No mala, sino fea. Por cierto las reacciones a mi opinión (no me atrevo a llamarla crítica) provocó algunos insultos (me asombra la facilidad con la que algunos encuentran motivos para decir groserías) y también bastantes y apreciables adhesiones.

Volviendo a “Código Enigma”, tengo que decir que se trata de una historia apasionante, basada en hechos reales ocurridos durante y después de la Segunda Guerra Mundial. La película narra cómo el genio matemático y precursor de la informática, Alan Turing, logró descifrar los mensajes encriptados del Ejército alemán, tras varios meses de batallar por lograrlo junto a un equipo de expertos en decodificación.

Casi inmediatamente pasada la guerra, Turing, fue procesado y encarcelado por actos indecentes, una manera que los ingleses usaban para referirse a la homosexualidad. Murió en 1954 a los 41 años. Supuestamente se suicidó debido a una profunda depresión por haber sido obligado a aceptar un tratamiento para “curarse de la homosexualidad”, una verdadera estupidez.

Lo triste es que aunque descifrar los mensajes encriptados producidos por la máquina Enigma, una de las primeras computadoras creadas por el ser humano, ayudó muchísimo a los Aliados a ganar la guerra, nadie lo sabía ni lo supo durante muchos años. El gobierno británico acordó mantener en secreto la hazaña de Turing y su equipo para salvar vidas durante la guerra, la decodificación se produjo en 1942, y evitar las consecuencias que la revelación del secreto podría tener en guerras futuras.

Fue hasta a finales de los años sesenta que el gobierno del Reino Unido, reveló públicamente que Turing y su equipo habían logrado decodificar las claves del Ejército alemán y lo decisivo que tal hecho fue para derrotar a los nazis. Y fue solo en 2013 que la reina Isabel indultó a Turing de todo delito. Los ciudadanos británicos ya lo habían elevado a la categoría de héroe.

La interpretación de Benedict Cumberbatch, es magistral y la ambientación espectacular. La historia está muy bien contada en lenguaje cinematográfico. Aparte de todo, la película me recordó a los equipos de codificadores y decodificadores guerrilleros. En Morazán, unos niños campesinos fueron adiestrados para descifrar los mensajes interceptados al Ejército. Y es que la codificación de esos mensajes no era nada complicada. Se trataba de una simple sustitución de una letra por otra. Bastaba un sencillo análisis para encontrar el mensaje exacto.

Desconozco si la Fuerza Armada utilizó otro tipo de claves en otro nivel de comunicación. Pero la guerrilla sí. La codificación operativa, la que se utilizaba entre unidades de combate en los frentes de guerra, era muy sencilla. Se utilizaban diccionarios comunes, por ejemplo, la cifra 8 4 2 9, en un mensaje cifrado, se refería a la página 84 del diccionario, a la columna 2 de la página y a la novena palabra en la columna. Fácil.

Pero las claves que se utilizaban para los mensajes estratégicos, las que hablaban de sitios exactos para trasiego de armas, nombres de proveedores, grandes operaciones, conversaciones con Moscú, Managua y la Habana, indicaciones sobre la negociación, cosas así, eran los mismos códigos que utilizaban los ejércitos del Pacto de Varsovia.

Todo era también, como Enigma, realizado en computadoras, con la diferencia que ya para los años ochenta se usaban sofisticados ordenadores con los modernos sistemas operativos que se usan hasta ahora.

Nunca el Ejército descifró esas claves. En lo personal conozco a varios y especialmente a alguien que cifró miles de mensajes con información que sacudirían a los historiadores. No todo es como se cuenta. Tras más de dos décadas de rogar a esa persona que me cuente algunos detalles de ciertos misteriosos episodios que muero por conocer, la única respuesta que he logrado obtener es “todo eso se me olvidó”.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com