Las extorsiones, los afectados y los beneficiados

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Las extorsiones, los afectados y los beneficiados

Por Por Mario Vega*

2015-01-22 5:00:00

Cuando las extorsiones son realizadas por pandillas se reconocen porque son cantidades fijas, normalmente no extravagantes, que se deben entregar de manera periódica. Tanto la solicitud como la recolección se realizan de manera directa y sin mayores encubrimientos. A cambio de ellas, las personas obtienen ventajas diversas, por ejemplo, una llave para abrir los portones que las pandillas han colocado en los pasajes de algunas colonias o urbanizaciones, autorización para vender en ciertas áreas de los mercados, permiso para colocar una tienda o negocio, seguridad para que sus establecimientos puedan operar.

Los montos de las extorsiones son variables. Para una vendedora ambulante, cerca de los mercados, el monto ronda los cinco dólares diarios. En cambio para un negocio ubicado en la Colonia Escalón l “renta” se incrementa a unos mil doscientos dólares mensuales. La extorsión es un egreso fijo mensual que los comerciantes deben incorporar a sus gastos de operación a la hora de elaborar proyecciones financieras. El contratar seguridad privada cada vez resulta menos efectivo y se acerca el punto en el que los negociantes comienzan a valorar si les resulta más rentable pagar la extorsión que contratar seguridad.

El tema de la extorsión se ha ido extendiendo y es ya casi universal. Son pocos los negocios que escapan a ella. Solamente aquellos que se ubican en los grandes centros comerciales o que poseen una poderosa seguridad privada son los que aún se ven libres del impuesto. Pero son precisamente esas condiciones las que no pueden alcanzar los medianos y pequeños comerciantes. La renta carcome permanentemente las utilidades reduciendo las posibilidades de retorno de capital y de acceso a créditos. El negocio se debilita y no puede competir contra los más grandes o fuertes. La persona se resigna a solo sobrevivir o abandona su esfuerzo por temor o por agotamiento. Así, los pequeños y medianos comerciantes van quebrando sistemáticamente dejando el mercado entero a las grandes empresas.

La extorsión concentra la riqueza en quienes ya tienen más que suficiente y les cierra el camino a quienes no tienen capital para alquilar un local en un centro comercial seguro. Éstos últimos, frustrados, se quedan con pocas opciones. La principal es emigrar y enviar remesas a sus familias para liquidar deudas y para el gasto corriente. Sus familias van a gastarlas en los centros comerciales. Es decir, a las grandes empresas que continúan creciendo sin competencia y captando el dinero de los millones que han emigrado. Así el círculo se completa y vuelve a repetirse anulando el comercio formal e informal de pequeña y mediana escala. De seguir así las cosas, en unos años, quedarán pocos negocios que extorsionar y las pandillas tendrán que dar el salto hacia las empresas grandes. Eso supone el fortalecimiento de su poder armado y pasar del crimen desorganizado al crimen organizado. Cuando eso suceda, ya no habrá en nuestras ciudades lugar seguro para hacer negocios. Se sabe que el caldo de cultivo de la violencia juvenil es la exclusión social. Las extorsiones están profundizando esa exclusión al reducir el acceso al comercio que salva la economía de muchas familias. Consecuentemente, más exclusión significa más factores de riesgo para la violencia y, a su vez, más extorsiones. Si no se hace algo pronto para prevenir la violencia iremos a toda prisa hacia la debacle.

*Colaborador de El Diario de Hoy.