Perspectivas de la seguridad pública

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Sitio del homicidio del agente policial.

Por Por Carlos Ponce*

2014-12-30 5:00:00

El año recién pasado fue uno de los peores para la seguridad pública en El Salvador. Las pandillas, en las elecciones presidenciales del 2014, lograron posicionarse como actores claves dentro de la dinámica política de sus barrios, sirviendo como una efectiva herramienta electoral para los partidos políticos y ganando, por lo tanto, un nivel de control e influencia nunca antes experimentado. Ahora, dichos grupos criminales son activos codiciados por malos políticos y gozan de todas las ventajas que esto conlleva.

El aparato de seguridad, por otro lado, está más deteriorado que nunca, con funcionarios y mandos medios fuertemente vinculados al partido oficial y su proyecto político, en detrimento del combate efectivo y eficiente de la criminalidad. Los policías del nivel básico (agentes, cabos y sargentos) están abandonados. Casi cuarenta han sido asesinados en este año. El Gobierno y las altas autoridades de seguridad los han dejado a merced de las pandillas que operan en las comunidades en las que residen. Las vidas de los policías y sus familias, gracias a la negociación iniciada durante la primera administración presidencial del FMLN, son utilizadas por las pandillas para presionar al Estado en el contexto de la nociva interacción entre ambos.

El monstruo que se escondió y maduró detrás del espejismo del pacto pandillero, se dejó ver en el 2014. Las estadísticas oficiales, que perdieron toda relevancia gracias a su papel y comportamiento artificial en el marco de la negociación entre el Estado y las pandillas, nuevamente llegaron a un promedio de aproximadamente doce homicidios diarios, incrementando la incidencia anual en más del cincuenta por ciento. La crisis delictual persiste y, ahora, es más grave. No existe voluntad política para resolverla.

El plan de gobierno del candidato oficialista, ahora presidente, era vago y relativamente escueto, por lo que nunca despertó esperanzas entre la ciudadanía por sí solo. Algunos optimistas, a pesar de esto, esperaban que el nuevo gobierno cambiara radicalmente el gabinete de seguridad y así marcara un punto de inflexión importante, dejando a tras la oscura negociación con grupos criminales. Durante el 2014, no obstante, el FMLN no ha logrado articular un discurso y plantear una estrategia que alimente y sostenga este voto de confianza y, además, despierte un sentimiento esperanzador en la gran mayoría de salvadoreños.

Los intereses partidarios y electorales están guiando el rumbo del timón. Incluso las principales apuestas enfatizadas por las autoridades de seguridad en su discurso público, la policía comunitaria y el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia, han sido esbozadas con un trasfondo político-electoral. Ambas proyectadas con una carga mediática excesiva, pero sin dientes técnicos.

Lastimosamente, otros partidos, supuestamente de oposición, profundizan el manejo mediático y electoral de la seguridad pública propiciado por el discurso oficialista, alejándolo del debate técnico. El populismo, en este penoso escenario, se esparce como un agresivo virus y los políticos empiezan a hablar de medidas mediáticamente atractivas, pero técnicamente inefectivas. Los ofrecimientos de abordajes burdos de la crisis delictual, afloran copiosamente como flores en tierra fértil. La pena de muerte e incrementar el apoyo de la Fuerza Armada son las más populares y, al mismo tiempo, las más absurdas.

El Salvador está en una coyuntura muy particular. La seguridad pública está al borde de un precipicio, a un empujón de caer al vacío, de donde no será fácil rescatarla. Los ciudadanos debemos de presionar por que, durante esta próxima campaña electoral, los candidatos sean cuestionados exhaustivamente sobre sus lecturas del problema delictual y sus propuestas para resolverlo, forzando la discusión de temas críticos como la negociación iniciada durante la administración de Mauricio Funes. Así tendrá la ciudadanía la oportunidad de escoger a los diputados que impulsen medidas con criterio técnico, castigar a los populistas y promover la mejora del abordaje de la criminalidad.

*Criminólogo.

@cponce_sv