El estilo de vida y los medicamentos

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Foto Por edhdep

Por Por Marvin Galeas *

2014-10-01 5:00:00

Hace poco más de cinco años comencé a sentir ciertos síntomas que se asocian con el estrés. Nada grave, pero me costaba conciliar el sueño, concentrarme por largo tiempo en algo y ciertas preocupaciones que no tenían en realidad ningún fundamento. Decidí entonces visitar al médico.

Afortunadamente nunca he estado hospitalizado por ningún motivo. De niño padecí de casi todas las enfermedades de la edad: viruela, paperas, amigdalitis, sarampión y similares. Siempre me curé con algunos días de reposo en casa y la aplicación de untos y brebajes preparados por mi abuela.

Sin embargo consciente de que mi padre padeció de diabetes tipo 2, y que mi madre murió muy joven (47 años) de un fulminante derrame cerebral, sumado a esos signos de estrés, me puse un poco ansioso.

Luego de tomarme la presión arterial el doctor me diagnosticó hipertensión y me prescribió cierto medicamento, el cual debía tomar por el resto de mi vida. Además me ordenó que me hiciera exámenes de sangre. Le interesaba saber cómo estaban mis niveles de glucosa. En la segunda cita el médico me comentó que tenía números altos de glucosa. Me recomendó ver a un especialista, el cual luego de ver los resultados, sin utilizar la palabra diabetes, me prescribió otro medicamento de por vida.

Tomé los exámenes y me puse a buscar en la Internet los valores de referencia y el significado, de cada uno de los resultados de mi chequeo. Me aseguré que la página consultada fuera fiable y me llevé una sorpresa. Tanto en la presión arterial como en lo referente en la glucosa estaba en un rango que en algún momento se llamó “nivel superior normal”.

Pero después, en algún momento el lenguaje médico cambió y ese nivel superior normal se convirtió, en pre- enfermedad (pre -hipertenso, pre- diabético, etc.) que requería tomar algún medicamento, ¡de por vida! para prevenir la enfermedad. Comencé a tomar el medicamento para la hipertensión y decidí visitar otro médico antes de tomar cualquier otra cosa. No quería comenzar a tomar 5 o 7 pastillas por las mañanas para comenzar a funcionar.

El segundo doctor, muy amable por cierto, me dijo que lo que yo necesitaba no era tomar medicamentos sino, cambiar de estilo de vida. Y aunque recomendó que mantuviera el medicamento para la hipertensión, me recomendó que no tomara nada para la diabetes, ni para ninguna otra cosa. En lugar de eso me aconsejó que hiciera ejercicios diariamente y que evitara la llamada comida chatarra y sobre todo las preocupaciones sin fundamento.

Durante unos dos años seguí a medias los consejos del buen doctor. Sin embargo, desde hace 4 años, debido a un aumento de peso, decidí cambiar por completo el estilo de vida: cero tabaco (nunca fui un fumador) cero licor, ni una gota, muchas frutas y ensaladas, (tampoco he sido un gran comedor de carnes), ejercicio aeróbico diario (30 minutos) y algo nuevo: dedicar unos 15 minutos al día a aquietar la incesante cháchara mental mediante la oración, el agradecimiento y la meditación silenciosos.

Resultado: rebajé 22 libras de peso, recuperé mi ropa, el médico, hace poco, me dijo que dejara de tomar el medicamento para la hipertensión, tengo el corazón en perfecto estado, duermo bien, aumentó mi capacidad de concentración, dejé de preocuparme por cosas que antes me producían estrés, mi nivel de glucosa bajó a rango normal y en general estoy sano y no tomo ningún medicamento.

No quiero decir con lo anterior que no haya que tomar medicamentos o no haya que seguir las recomendaciones de los doctores. Comparto mi experiencia con el propósito de que usted que lee esta columna, seleccione bien a su médico y comience de inmediato, sino lo ha hecho aún, un estilo de vida saludable, antes de convertirse en esclavo de medicamentos de todo tipo.

Para terminar es importante señalar lo que la neurociencia occidental ha descubierto sobre los enormes y sorprendentes beneficios de la meditación diaria en la salud en general.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com