¿El ocaso o fracaso del Sitramss?, una obra sin visión de futuro

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Los pumas esperan solventar este partido y saltar a la cuarta posición. Foto EDH

Por Por Ricardo Chacón *

2014-09-20 6:01:00

Es claro, muy claro que el país, y en particular la capital, necesita un transporte público moderno, seguro, con pasaje a precio asequible. De esto no cabe duda. Es una necesidad, una demanda de la población de antes y en especial de hoy, cuando somos más y la problemática no se resuelve porque nuestra clase dirigente ha sido incapaz de enfrentar a fondo la cuestión y evitar —y esto es grave—, que el problema crezca y se convierta en un monstruo, no de diez cabezas como lo es hoy, sino de veinte o más cabezas.

Miles de salvadoreños se levantan a buena mañana para ir a sus oficinas, a las fábricas, almacenes o a la escuela. Luego de una larga jornada, ya de noche, tienen que volver a sus casas. Unos viajan del norte al sur, otros del sur al norte, otros más del oeste al este y viceversa. Se dice que por el centro de San Salvador transita a diario cerca de un millón de ciudadanos.

Los medios de transporte que utilizan son diversos, la mayoría lo hace en buses chatarra, microbuses de medio pelo y taxis desgastados. Hay un parque vehicular de carros, motos y bicicletas en el que también se desplaza la gente.

Sin duda la población recibió como una gran noticia la instalación de un nuevo sistema de transporte público, a semejanza del que existe en Guatemala, Colombia, Brasil o México.

Me atrevo a decir que a la gente no le hubiese importado mucho las “incomodidades” que puede causar la construcción de este nuevo sistema a sabiendas de que, en pocos meses, habría buses articulados que la llevarían desde Soyapango hasta Metrocentro, en unidades cómodas, seguras, mediante el pago de un pasaje decente.

Sin embargo –y este es el punto que quiero destacar–, el proyecto ha sido improvisado, sin planificación ni estudios apropiados y, consecuentemente, con una pésima ejecución de la obra. Y no sólo se trata de los innumerables atrasos para echarlo a andar (ahora se dice que en diciembre comenzará a funcionar, aunque hay obras que todavía tardarán año y medio o más), sino también que lo construido presagia mayores problemas, incluso hay personas que prevén, según la máxima popular, que la medicina será peor que la enfermedad.

Comencemos por lo más obvio: sin haber finalizado las obras de la Juan Pablo II, por donde debo transitar todos los días –porque mi trabajo queda en el mero centro de San Salvador–, se producen con frecuencia accidentes, la mayoría de buses y microbuses. Como sólo hay un carril habilitado, el tránsito se detiene y “mover los carros” puede tardar horas, hasta que llegue la inspección, la casa aseguradora o se pongan de acuerdo los motoristas. Mientras ocurre esto, ¿qué pasa con los vehículos que están atrás del sitio del accidente? Tendrán que esperar.

Cuando ya esté funcionando el Sitramss, las paradas de los buses que están al centro de la calle, tendrán semáforos especiales para que los pasajeros puedan atravesar la vía y tomar el andén. Estas interrupciones del tráfico se sumarán a los semáforos propios de la mayoría de cruces de calles y avenidas. Además en zonas como la Tutunichapa, donde hay vías estrechas, el fluido vehicular se complicará en extremo, amén de que en la zona está el ingreso al hospital MQ del ISSS. En tal contexto, imagino que en más de alguna ocasión cuando haya algún accidente las ambulancias tendrán que ingresar al nosocomio en helicópteros porque no habrá otra manera de hacerlo.

Otras interrogantes, algunas más complejas y otras más de fondo. Una: ¿Qué plan se tiene para los buses que están fuera del Sitramss? Imagino que seguirán circulando por calles secundarias como lo hacen en la actualidad, deteriorando las vías que no fueron hechas para tráfico pesado; otra más: ¿Cuánto costará el pasaje? ¿Dónde se guardarán las unidades articuladas y dónde estarán los talleres para reparar las unidades?

Es claro: improvisación, chapucería, que ha “roto en dos” el centro de San Salvador, han partido la ciudad sin ton ni son, sin un proyecto macro que permita ir construyendo con visión de futuro una mejor capital.

Esta “magna obra del Sitramss” hará casi imposible modernizar la capital y convertirla en una ciudad amigable, ordenada y segura.

No cabe duda de que en un santiamén, las vendedoras ambulantes rodearán los alrededores de las terminales del Sitramss, tampoco cabe la duda de que esta obra es fruto de la tozudez y la politiquería de una clase dirigente que creyó que haciendo a la carrera esta obra le daría réditos políticos. De fondo, ¿qué visión de país o de ciudad estamos construyendo? …¿alguien tendrá visualizado hacia dónde vamos? …creo que no, ¡Qué desastre!

* Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com