Pura vida

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Foto Por Agencias

Por Por Marvin Galeas *

2014-07-09 5:00:00

Si por plebiscito fuera, los ticos elegirían ubicar su territorio en otra parte del planeta. Eso, por supuesto, les ha ganado cierta animadversión en el resto de países del área. No es que sea superior, pero Costa Rica es distinta.

Tuve la oportunidad de estudiar secundaria en una institución adventista ubicada en Alajuela. En esos años, a mediados de los setenta, llegaban a estudiar allí jóvenes de toda Centroamérica, sobre todo de Panamá. No eran adventistas pero sí adinerados: llegaban los panameños porque el bachillerato se cursaba en dos años y no en tres.

Llegué a Costa Rica en 1973, tenía 14 años y don Pepe Figueres estaba terminando su tercer período presidencial. Era época de elecciones. Competían Daniel Oduber por el partido Liberación, socialdemócrata, el partido de don Pepe. Unidad, el otro gran partido postulaba a Rodrigo Carazo.

Había un tercer candidato que se hacía llamar G.W. Villalobos. Su campaña era pintoresca: se lanzaba en paracaídas, jugaba en un equipo de fútbol, practicaba lucha libre y hasta hacía de torero.

Yo llegaba tras vivir la elecciones de 1972. Aunque no votaba todavía porque era un niño, quería que ganara Duarte. La mayoría de salvadoreños quería poner fin a la era de los gobiernos militares. Duarte ganó, pero un escandaloso fraude impidió que llegara a la presidencia. Ese fue el detonante, aunque no la causa, de la guerra.

Hubo también un cruento intento de golpe de Estado. Ese año también surgió el Ejército Revolucionario del Pueblo. La guerrilla. De eso venía. Me impresionó Costa Rica. La belleza de su paisaje, la tranquilidad de sus ciudades, la manera pacífica en que se desarrollaba la campaña electoral y por supuesto me hice aficionado de la Liga Deportiva Alajuelense.

Las cuatro principales ciudades están ubicadas en la meseta central. Hace frío y llueve mucho. Don Pepe, cuentan, llegaba caminando desde su casa a la oficina de la presidencia. Compraba el periódico en el camino y saludaba a mucha gente por su nombre.

Lo que más me impresionó fue la ausencia de un ejército y de cuerpos de seguridad. Yo venía de un país abundante en guardias nacionales, diversas policías, ORDEN, orejas y similares. En Costa Rica la policía de tránsito tenía como única arma un desatornillador para quitarle las placas a los vehículos infractores.

Después de la guerra civil de 1949, los ganadores y los perdedores decidieron prescindir de un ejército. Los cuarteles fueron convertidos en escuelas y talleres vocacionales. No tener ejército, el clima y una mayoritaría población descendientes de españoles y otros países europeos hacen, entre otros factores, distinta a Costa Rica al resto de nuestros países. Su democracia, la ausencia de guerras internas, su elevado nivel de alfabetización, el bajo nivel delincuencial le han dado a los ticos un cierto sentido de superioridad, que como decía incordia a los otros países.

Sin embargo Costa Rica es tan tercermundista como Honduras. Un tico no es en ningún sentido superior a otro centroamericano ni en estatura, ni en inteligencia, ni en nada. Es más, hace unos años El Salvador le arrebató a Costa Rica el liderazgo regional en muchos rubros en el que ellos tenían la hegemonía. Lamentablemente eso ya pasó.

Sin embargo ese sentido de superioridad del tico, lo utilizó de manera positiva el entrenador Jorge Luis Pinto para conformar una selección que estuvo a punto de ser eliminada por El Salvador en las eliminatorias de la CONCACAF, en una verdadera potencia mundial. Los ticos ganaron el grupo de la muerte, eliminaron a Grecia y estuvieron a punto de pasar a semis. Cayeron en penaltis apenas, frente a Holanda. Costa Rica no perdió un solo partido. Navas, gigante, sólo aceptó un gol enfrentando a goleadores como Cavani, Pirlo, Robben y Van Persie.

Los jugadores ticos se sintieron grandes, jugaron sin complejos y fueron grandes, enormes. Gigantes. Esos jugadores que no tienen ni más ni menos que los nuestros, asombraron al mundo. La hazaña tica, más de actitud mental que física, me hace pensar en la famosa frase de Napoleón Hill: “Todo aquello que la mente humana puede concebir y creer, lo puede lograr”. Los ticos lo demostraron. Pura vida. Ojalá nosotros un día.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com