El Salvador quinquenio 2014-2019

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Salvador Alvarenga y Roselia Rosas, en el reencuentro en México. EDH/jornada.unam.mx

Por Por Max Mojica*

2014-03-15 6:03:00

Ante los apretados resultados de los comicios electorales del pasado 9 de marzo, vale la pena analiza el rumbo político y su derivado económico que experimentará nuestro querido El Salvador, habida cuenta del plan de nación que nos ha presentado el presidente electo, profesor Salvador Sánchez Cerén.

Para todos aquellos que han seguido de cerca el desarrollo de los eventos políticos relativos al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, hemos notado con claridad que se ha puesto en marcha desde la Administración Funes, un cada vez más acelerado proceso de imposición de su proyecto de “socialismo guanaco”.

Cuando el actual presidente Mauricio Funes llegó al poder, se le transmitió al electorado una idea de un “Frente Renovado”, con ideas frescas, dejando atrás su violento pasado revolucionario al haber propuesto como candidato a un “izquierdista moderno y moderado”, siendo esa la percepción que la población tenía de la persona del entonces candidato del partido de gobierno.

Pasado el experimiento y ya con el poder en mano, el Frente como partido político apuesta el todo por el todo al proponer a un candidato “pura sangre”, con una clara vinculación al partido comunista y con un pasado relacionado con un puesto de dirigencia en el conflicto armado, enviando el mensaje a la población de que ahora iba “con todo”, ya no más medias tintas, estaba claro que de llegar al poder el Frente continuaría con su proceso de socialización de El Salvador, ahora ya no en manos de un “amigo” sino de un “convencido”.

Contra todo pronóstico y ante un ARENA con una brújula totalmente extraviada y adoleciendo de un mensaje politico soso y algunas veces errático, el Frente gana mediante unas elecciones altamente cuestionadas y El Salvador amanece con el profesor Sánchez Cerén como presidente electo. Entonces, ¿qué nos esperan estos próximos cinco años? A diferencia del mandato de Mauricio Funes, que generó espectativas en la clase media que en aquel entonces le dio su voto, del actual presidente electo ya no esperamos sorpresas, debemos reconocer que su discurso fue siempre coherente y claro: Su modelo a imitar es el venezolano.

Así las cosas, estamos ahora claros que lo que tenemos que esperar de su gobierno, en estos próximo cinco años que inician el 1 de junio de 2014, es lo siguiente:

– Se modificará la Constitución para permitir la reelección presidencial y la democracia directa (no representativa), privilegiando las consultas populares para la toma de importantes decisiones administrativo-gubernamentales. Esto implica que con algún nivel de probabilidad tendremos un mismo presidente (si la salud se lo permite), para rato, y por otro lado, el poder de legislar y decidir sobre aspectos gubernamentales que se consideren “sensibles” pasará de la Asamblea Legislativa al “pueblo”, entendiéndose como tal, aquellas “masas populares” que el partido de gobierno logre convocar para acudir a los referendums que al efecto se convoquen, esto rompería con el balance de poderes republicanos sobre el que se basa nuestros sistema político actual e impulsaría el “caudillismo”, reuniendo aún más poder en la figura del presidente.

– Se atacará la libre expresión oral, visual y escrita, reprimiendo “legalmente” o económicamente a los medios que no sean afines o al menos permisivos con el gobierno, incluyendo a los artículos de opinión que recojan voces disidentes. Esto generará que la “verdad absoluta” esté, se encuentre y permanezca en manos del Estado, toda desviación será penalizada.

– Se aumentará la carga impositiva al sector productivo y al consumo, esto último no como un aspecto planeado por el Estado, sino como un acto reflejo a la desesperada necesidad de fondos derivada del gasto sin control. Aumentar los impuestos será necesario por parte del Estado para garantizar, por un lado, el clientilismo político que ahora le aseguró el gane por medio del músculo económico de ALBA, y por otro lado, como una consecuencia lógica de su visión de un “gobierno fuerte”, “grande”. No nos olvidemos que sólo en el quinquenio en que gobernó el presidente Funes el Estado creció 40,000 empleos directos más, sin contar los indirectos.

– La tóxica mezcla que seguramente se generará del aumento en los subsidios sociales (propios de un Estado proteccionista), del aumento en el monto de salarios estatales derivado de un nuevo incremento de empleados públicos, del pago de préstamos para cubrir el déficit fiscal generado por lo excesivo de los gastos, sin contar las obligaciones “normales” derivadas del pago de pensiones y seguridad social, salud , seguridad y educación, generará una importante y quizás inmanejable presión fiscal, que tú y yo, querido salvadoreño, vamos a pagar (o tratar de pagar) con nuestros impuestos, lo cual lo digo con certeza, ya que el Estado sólo gasta y consume, no genera ingresos, eso es un campo exclusivo del sector productivo empresarial, el cual, como siempre, pagará con su sudor la buena y magnánima voluntad que exhiben los gobernantes cuando se trata del dinero ajeno.

Entonces, ¿esperamos sorpresas para el quinquenio 2014-2019? Lamentablemente no, ya empezamos a ver la misma película que nuestros hermanos nicaragüenses, venezolanos, ecuatorianos y argentinos. Es el mismo guión con diferentes actores. Sentémonos a ver la película, eso si, favor tener un pañuelito a mano, creo que lo vas a necesitar.

NOTA DEL AUTOR: Muchos, al leer este editorial, me considerarán pesimista. Les aclaro, soy realista. Eso sí, de todo corazón espero estar equivocado. Si en un par de años lo que escribo en estas líneas no ha sucedido, escribiré un artículo solicitando disculpas por mi error, pero si ha sucedido simplemente no escribiré, probablemente no hayan más editoriales de opinión.

*Colaborador de El Diario de Hoy.