El fracaso socialista

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La diputada Ana Vilma de Escobar es respaldada por un grupo de vendedoras

Por Por Marvin Galeas *

2013-12-18 6:01:00

El ideal socialista marxista nacido de los sueños justicieros de grandes pensadores como Saint Simon, Fourier, Proudhon; sueños que fueron investidos de ciencia por Marx y Engels, fracasaron. Sueños que, hechos realidad, terminaron siendo una de las peores pesadillas que haya vivido la humanidad.

No existe un solo caso en la historia de la humanidad de un experimento socialista marxista o bolivariano exitoso. El fracaso del socialismo. tal como se desarrolló en la desaparecida URSS y todavía en Cuba, se debe a que se trata de una concepción deshumanizada de la sociedad. El Estado, el partido y la ideología están por encima de las personas de carne y hueso.

Los socialistas o comunistas vislumbran la sociedad ideal, como un paraíso de seres humanos iguales, armónicos, perfectos, dispuestos a cumplir con un rol preestablecido (por el partido o el Estado) para ser felices. Pero ocurre que el ser humano es espontáneo, diverso, contradictorio, inconforme, imperfecto y, de manera especial, con una tremenda vocación de libertad como un don de Dios.

Por esa condición intrínsecamente antihumana es que todos los intentos de materializar el socialismo han sido a fuerza de imposición y totalitarismo. La felicidad no se logra por decreto.

Los socialistas soñaron con la sociedad sin Estado y puestos en el poder, construyeron el aparato estatal más opresivo desde las antiguas teocracias. Prometieron la abundancia y provocaron la escasez. Prometieron el fin de las perversiones y la crueldad humanas y nos dieron los asesinatos ordenados por Stalin, Mao, Pol Pot, los asesinatos en masa de Mayo Sibrián y los fusilamientos en Cuba entre otros espeluznantes hechos.

Prometieron la humildad y la igualdad y nos dieron el ejemplo más repudiable de clasismo: la elite del Partido goza de impunidad y repugnantes privilegios en medio de la pobreza del resto de la ciudadanía.

Prometieron el hombre nuevo y crearon a seres tristes, grises, adocenados, obligados a repetir las consignas del partido, a pensar como quiere el partido, a realizar las labores de la economía planificada. Les mataron la capacidad de soñar, de superarse. Les chuparon el alma. Esta es la peor de las secuelas del llamado socialismo científico.

Quien entrega su libertad individual a cambio de que otros se encarguen de su vida pierde la esencia misma de su humanidad. Quizá más terrible que sumir a los pueblos en la pobreza, fue haber provocado la ruina moral.

Hoy, ante el fracaso estrepitoso del socialismo científico aparece el llamado socialismo del Siglo XXI, una horrible caricatura del marxismo. Basta ver el caos económico en que vive Venezuela, a pesar de los enormes ingresos generados por el petróleo. Pero no solo es la cuestión económica, sino el modelo político dictatorial como el que impulsa Ortega en Nicaragua.

¿Va El Salvador a deslizarse en ese abismo? Hay que estudiar los ejemplos de la historia para no seguir creyendo en paraísos imposibles.

Solo los mediocres que siempre esperan que otros les resuelvas sus vidas, los indiferentes, los resentidos y amargados se aferran a esas fracasadas utopías.

Los salvadoreños debemos meditar con objetividad sobre los tristes ejemplos de los experimentos socialistas. El problema del FMLN no es en verdad solamente un pésimo candidato, sino que sigue aferrado a imponer eso que desde hace más medio siglo se vive en Cuba y se vive ahora en Venezuela. El sistema de los seres grises y sin alma.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com