Una broma de mal gusto

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Por Por Cristina López G.*

2013-10-26 6:01:00

Recientemente, el ciudadano que funge como presidente de la Asamblea Legislativa mostró sus habilidades con la pluma al compartir con la ciudadanía una columna de opinión en este periódico. En ella ensalzaba la gestión legislativa del cuerpo que preside con relación a mejorar los derechos ciudadanos a la información y a la libertad de expresión. En la columna relataba el impulso que se le dará a través un proyecto legislativo a los medios públicos y las conquistas en materia de transparencia que se han logrado gracias a la instauración de la radio y televisión legislativa.

Podrían dedicarse varias columnas de opinión a cuestionar la eficacia de invertir en medios públicos. También sobraría material para debatir sobre la pérdida de eficiencia que es que el contribuyente financie contenido que no es competitivo porque no depende de los “ratings”, y que por lo tanto, no tiene incentivos para producir contenidos de calidad o del agrado del televidente. Y sin embargo, la mayor contribución de la columna del presidente Reyes es al ámbito de la comedia, pues ha dejado claro el funcionario su inclinación por la ironía y las bromas.

La principal ironía es que la persona que afirma que las acciones del Órgano Legislativo son lo que está colocando a El Salvador “entre los países de vanguardia en materia de apertura a la ciudadanía y rendición de cuentas”, sea también la misma persona que se niega a publicar la lista de nombres, salarios y viáticos de los asesores contratados por la Asamblea.

Es material para broma que el funcionario cuyo compromiso con la libertad de expresión y el derecho a la información del ciudadano es lo suficientemente fuerte como para llenar una columna de opinión, sea también la misma persona que lidera el intento de la Asamblea Legislativa de revertir la multa de $9,324 impuesta por el Instituto de Acceso a la Información Pública debido a su negativa a cumplir con su obligación de revelar información solicitada.

El autor de la columna que ensalza la importancia de la libertad de expresión y el derecho a la información “para el fortalecimiento de la democracia misma”, es también uno de los autores intelectuales de la infame crisis que poco fortaleció esa misma democracia, entronizando a un presidente inconstitucional en la Corte Suprema de Justicia y tomándose a través de un cerrajero el poder sobre una institución que la ley no le daba.

Si bien es cierto que en algo ha aumentado la transparencia con el impulso que se le ha dado al canal legislativo que permite que el ciudadano padezca en vivo y en directo cada jueves de plenaria los debates en los que, no siempre con argumentos razonados o razonables, se decide cómo se gastarán sus impuestos, este es un avance meramente superficial. Es un adelanto meramente cosmetológico, puesto que mientras tanto y bajo la gestión de este mismo paladín de la transparencia, la percepción de corrupción sobre los diputados en El Salvador alcanzó un 8.2 de 10 en el más reciente índice de Transparencia Internacional.

Un verdadero compromiso con la rendición de cuentas implicaría responder de buena fe las solicitudes de información y romper el ciclo de secretismos que envuelve las gestiones gubernamentales en el país desde tiempos inmemoriales. Por lo tanto ante la aparente incoherencia entre lo que afirma el presidente de la Asamblea Legislativa en su columna y sus acciones que consistentemente restringen la transparencia, sólo cabe como explicación que el funcionario es un ávido bromista y que a través de su columna, nos está tomando a todos el pelo.

*Lic. en Derecho.

Columnista de El Diario de Hoy.

@crislopezg