¿Estaremos exagerando?

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¿Jordania espera por Uruguay?

Por Por Federico Hernández Aguilar*

2013-09-10 6:01:00

Muchos salvadoreños creen que la tragedia venezolana no puede repetirse en nuestro país. Piensan que eso es una exageración. Observan el fenómeno encarnado por Hugo Chávez como un accidente histórico, algo lo suficientemente lejano y absurdo como para no preocuparse. “Hemos de estar tranquilos”, razonan. “Las condiciones que produjeron la escalada al poder de Chávez en Venezuela están ausentes en El Salvador”.

Es posible, desde luego, que exista algo de ansiedad paranoica en la forma en que algunos buenos demócratas criollos conciben el expansionismo chavista. Tal vez el peligro no sea tan inminente para nosotros. Quizá las actuales confabulaciones contra la separación de poderes en nuestro país estén fuera del libreto intervencionista cubano-venezolano. Bien. Podría ser…

El problema es que el abanico de probabilidades incluye opciones menos optimistas, menos tranquilizadoras. No es sólo el “espejo” venezolano. Son también Ecuador, Bolivia, Nicaragua. Ante esto, lo que tal vez debamos preguntarnos es si existen signos y señales, objetivamente verificables, que anticipen las formas en que van a actuar los totalitarios, incluyendo silenciosas estrategias que socavan la democracia hasta fragilizarla irremediablemente.

“También en Venezuela hubo demasiados empresarios e intelectuales, profesionales y trabajadores, que creyeron que Chávez era un líder político pragmático. Lo veían un poco locuaz e impertinente, pero inofensivo a la larga. Creyeron que iban a poder lidiar con él, que sus bravatas no iban a pasar de allí… Pues bien: te invito a que vayas a preguntarles qué piensan ahora, 15 años después”.

Estas palabras son de la diputada venezolana María Corina Machado, dichas a este servidor durante la cena que siguió al discurso ofrecido por ella, ante una nutrida y anhelante audiencia, en el exitoso evento organizado por el Movimiento 300 la semana pasada.

María Corina, claro, sabe muy bien de qué habla. Descendiente de líderes cívicos que hace más de 80 años se enfrentaron a la dictadura de Juan Vicente Gómez, es hoy figura emblemática de la oposición política contra el cuestionado gobierno de Nicolás Maduro. Su nombre dio la vuelta al mundo cuando desde su curul, con ocasión del informe presidencial de 2011, desafió al propio Hugo Chávez a un debate sobre la dura realidad de Venezuela. Aunque la increpación fue directa, apenas mereció los comentarios burlones del mandatario, pero le granjeó simpatías en todo el continente.

Durante una sesión del parlamento venezolano, en mayo de este año, María Corina Machado fue golpeada en la nariz y después pateada en el suelo por una colega oficialista, ante la impasibilidad del presidente del órgano colegiado, Diosdado Cabello (una especie de Sigfrido Reyes, pero con poderes reales). Mientras inútilmente ponía las manos en su rostro para librarse de los puñetazos, la valiente diputada no consiguió hilar pensamiento alguno. Sólo hasta pasados varios días empezó a hacerse las preguntas más dolorosas: “¿Cómo llegó mi país a estos extremos? ¿Qué sucedió en Venezuela para que el odio y la división, la brutalidad y la ira, hayan conseguido barrer con décadas de democracia y estabilidad? ¿Qué nos pasó?”.

Fue la propia María Corina quien respondió a estas preguntas delante del auditorio convocado por los 300 en un hotel capitalino, un hotel que ya a esas horas, por cierto, tenía asediada su entrada principal por vociferantes grupos de izquierda afines al FMLN:

“Creímos”, nos dijo, “que la democracia nos había sido transmitida en el biberón… Pero no era así. La democracia no deja de defenderse nunca. Y estoy convencida que, para el régimen cubano, Venezuela y El Salvador han sido dos obsesiones permanentes. La amenaza es real, créannos…”.

Mientras escribo estas líneas, veo jugar en el jardín a María Paulina, mi hija de dos años, y me pregunto si en este momento se fraguan conspiraciones que algún día puedan arriesgar su libertad. Entonces caigo en cuenta que, tratándose de ella y de su futuro, prefiero estar entre los que exageran.

*Escritor y columnista de El Diario de Hoy.