El subdesarrollo es un estado mental

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elsalvador.com

Por Por Manuel Hinds*

2013-02-28 6:01:00

El subdesarrollo es un estado mental, es el título de un libro de Lawrence E. Harrison, profesor de la Fletcher School de Tufts University. Es también una gran verdad. Ciertamente que no significa que la pobreza no exista sino en la mente, sino que las condiciones que la crean son el producto de ideas defectuosas y emociones destructivas, en procesos en los que las segundas son frecuentemente la fuente de los primeros.

Los procesos destructivos comienzan con la inhabilidad de la sociedad de manejarse a sí misma de una manera racional. Este manejo necesita que tres procesos se den continuamente: Primero, la sociedad tiene que desarrollar la capacidad de conocer la verdad de una manera objetiva. Este es lógicamente un requisito para el segundo proceso, la capacidad de hacer un análisis frío de los hechos para diseñar soluciones eficientes. Tercero, la sociedad tiene que tener la capacidad de poner en práctica estas soluciones, y de retroalimentarse de nueva información, para ajustar las soluciones mientras se implementan.

La sociedad salvadoreña tiene un vicio que corrompe este proceso en sus orígenes. En general, a la sociedad salvadoreña no le gustan los razonamientos, ni los hechos fríos, sino las acusaciones, los insultos y las descalificaciones.

Las consecuencias de esta preferencia, que es común a todas las clases sociales, son nefastas. Dan ventaja a los políticos que insultan y descalifican a cualquiera que mantenga una idea que contradice sus intereses, aunque esta idea sea la correcta. Como resultado, los problemas no se identifican apropiadamente y la discusión nacional se concentra en descalificar personas en detrimento de las ideas y los programas que pueden sacarnos del subdesarrollo. Un ejemplo claro de estas trágicas rutinas se dio en la reciente controversia entre FUSADES y el presidente Mauricio Funes sobre el tema de la pobreza.

La controversia comenzó cuando FUSADES reportó un hecho: que la pobreza en el país, que cayó de 66 por ciento de la población en 1992 a menos de 30 por ciento en 2006, aumentó a 47.5 por ciento de esa fecha a 2012. FUSADES hizo esta aseveración basado en cifras de la Encuesta de Hogares del Ministerio de Economía. En el mismo informe FUSADES reportó el deterioro de muchos otros indicadores de la salud económica y social del país, de tal forma que era fácil conectar el deterioro económico con el deterioro social. Estos hechos cuestionan seriamente las políticas económicas sociales de este gobierno y el anterior, que irónicamente se describen a sí mismos como abanderados de los pobres.

El presidente Funes defendió sus políticas inmediatamente, pero no con argumentos. Sin ofrecer ninguna prueba, insultó virulentamente a FUSADES y la acusó de mentir en las cifras (aunque las cifras habían sido proporcionadas por su propio Ministerio de Economía).

Con su ataque personal a los miembros de FUSADES, el presidente evadió la pregunta fundamental que surge de estos hechos:¿Como puede ser que en los catorce años anteriores a 2006, parte de los veinte años de ARENA que él tanto culpa por todo lo malo que hay en el país, la pobreza haya caído tan rápidamente, mientras que en su gobierno, que supuestamente tiene como objetivo la mejoría de las condiciones de los pobres, ha aumentado tan violentamente?

El que el pueblo no exija que el presidente conduzca una discusión civilizada de este tema, sin insultos y sin acusaciones, es un síntoma de lo que dijo Lawrence E. Harrison: que el subdesarrollo es un estado mental. El estado mental insatisfactorio es del pueblo entero. Gente que insulta continuamente y en todas las direcciones existe en todos los países. Pero en los desarrollados no los eligen presidentes. Mientras permitamos que las discusiones racionales sean sustituidas por insultos, seguiremos ignorando nuestros problemas fundamentales, seguiremos siendo subdesarrollados y tendremos populistas en el gobierno. Luego no nos quejemos de algo que nosotros mismos permitimos.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.