La familia al rescate de la humanidad

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El panorama aún no se aclara para el volante cuscatleco. Foto: EDH / ARCHIVO

Por Por Julia Regina de Cardenal*

2013-01-02 6:03:00

El 29 de diciembre de 2012, Juan Manuel de Prada publicó en ABC un artículo sobre la guerra que se hace a la familia actualmente y cita a Chesterton, quien explica que el fin es que las víctimas de esta guerra sean individuos aislados, esclavos de sus apetitos y conveniencias.

De Prada explica que “la familia es la institución natural que forma el tejido celular de la sociedad y garantiza su supervivencia, es el abrigo frente a la intemperie que hace más fuertes a las personas, mediante una tupida red de afectos e ideales compartidos, y quienes la combaten o no saben lo que hacen o, por el contrario, lo saben demasiado bien”.

Como consecuencia de esta ofensiva vemos hogares desbaratados, jóvenes que se integran a pandillas delincuenciales, problemas de alcoholismo o drogadicción, promiscuidad, embarazos fuera del matrimonio, aumento de enfermedades de transmisión sexual, abortos a mansalva, discordia familiar, abusos psicológicos, físicos y sexuales, etc., provocando sociedades cada vez más divididas y más débiles.

Se debe de frenar o moderar el poder coercitivo del Estado de controlar la población debilitando la familia, tal como Chesterton lo explica: “El Estado capitalista ha destruido hogares, alentado divorcios y tratado las viejas virtudes domésticas cada vez con mayor desprecio; por eso ha provocado una lucha mortal y una competencia hostil entre los sexos; por eso ha sacado a hombres y mujeres de sus casas en busca de trabajo, forzándolos a organizar su vida en función de sus aspiraciones de éxito y bienestar material, y no en función de su familia; por eso ha alentado «un desfile de publicidad y chillonas novedades que constituyen la muerte de todo lo que nuestros antepasados llamaban dignidad y modestia»; por eso ha reducido el matrimonio a un contrato eventual y rescindible, como conviene a una nueva utopía de hedonismo que preconiza la consecución de la felicidad a través de la exaltación del deseo personal”.

En el prólogo de su novela Un mundo feliz, el opositor de Chesterton, Aldous Huxley escribía: “Dentro de pocos años, las licencias de matrimonio se expedirán como las licencias para perros, con validez para un periodo de doce meses, y sin ninguna ley que impida cambiar de perro, o tener más de un animal a la vez. A medida que la libertad política disminuya, la libertad sexual tenderá, en compensación, a aumentar. Y el dictador hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino”.

Ya estamos viviendo este caos y colapso social que predijeron Chesterton y Huxley, pero no podemos medir las secuelas que se presentarán al minar la mayor y fundamenta organización humana. Es necesario que veamos que estamos siendo presas fáciles de un totalitarismo supranacional, que nos controla con modas, medios de comunicación, música y terror, para poder revelarnos defendiendo lo ético y moral, nuestra dignidad, nuestra libertad y demás derechos humanos.

Somos individuos libres, racionales y la servidumbre no es nuestro destino. Nuestro país ya dio el ejemplo en la defensa del fundamental derecho humano a la vida desde la concepción, pero la institución de la familia sigue en peligro. Exijamos a nuestros legisladores que definan el matrimonio en la Constitución como la unión entre un hombre y una mujer, para proteger las futuras generaciones y fortalecer la familia ante las amenazas en su contra.

*Columnista de El Diario de Hoy.

Mestría en asesoramiento educativo familiar.

Mestría en desarrollo humano.