Reuniones “privadas” de los diputados en la Costa del Sol

descripción de la imagen
El candidato fue recibido por cientos de areneros en Apaneca. FOTO EDH

Por Por Ricardo Chacón *

2013-01-05 6:00:00

Una de las quejas más comunes de los políticos para con los periodistas y con la prensa en general, excepto cuando quieren amplia cobertura para sus fines personales o partidarios, es que nos acusan de generar animadversión y desprestigio.

Nada más alejado de la realidad porque tanto la Política con mayúscula, tal como lo decía hace unos días el Rey de España retomando viejos conceptos que tienen como parámetro el bien común, y la prensa son instituciones esenciales en la democracia actual.

Todavía más, tanto la política como la prensa son instituciones, como lo afirmaba el clásico de los clásicos, Aristóteles, están vinculadas con la Ética, entre otras cuestiones porque la ética desemboca en la política y se subordina a ella, en la medida en que la voluntad individual ha de subordinarse a las voluntades de toda una comunidad; pero también, la política permitirá que el Estado eduque a los hombres en la virtud y sobre todo, en la justicia.

Ética y política, ética y prensa se refieren ambos al bien del hombre; no obstante tanto la política como la prensa, si bien tienen una misma finalidad última, poseen objetivos distintos, uno alcanzar la “unión y comunión” para lograr acuerdos que favorezcan el bien común, más particularmente, optar por el camino desde unas ideas hacia la toma del poder y desde allí irradiar lo mejor para la población.

En cambio la prensa, en sus funciones ya sea de informar, entretener o vigilar el poder, ofrece, brinda, da los elementos para que la población conozca y juzgue los hechos; su objetivo primordial es informar.

Son estos objetivos diferentes los que llevan a que la política, o los políticos, se enfrenten y, por momentos, “tilden de enemiga” a la prensa; permítanme dar un ejemplo de este enfrentamiento que pone de punta a ambas instituciones.

El pasado viernes, los honorables miembros de la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa sesionaron en las instalaciones de descanso que dicho Órgano tiene en la Costa del Sol; una periodista acude al evento, en el entendido de que se trata de una sesión de trabajo, donde se planificará el trabajo administrativo y se atenderán los temas prioritarios de este año en el pleno legislativo, lo cual es de interés público.

Inmediatamente la periodista fue invitada a retirarse de las instalaciones de la Costa del Sol, aduciendo que se trata de “una reunión privada”, aunque algunos de los diputados se atrevieron a decir que estaban “aprovechando la oportunidad para constatar las reformas físicas que se han hecho en el local y sesionar sobre temas administrativos”; no podemos juzgar si realmente hubo una sesión de trabajo, lo que sí pudimos admirar y comprobar es que la comida de un restaurante de la zona y las bebidas, incluidas las amargas, entraban en el local de reuniones…

El presidente del Órgano Legislativo no quiso ahondar sobre la supuesta agenda de la reunión, eso sí ante una pregunta sobre la prohibición de que un periodista de El Diario de Hoy pueda ingresar a las instalaciones de la Asamblea Legislativa, dijo: “No queremos a ningún patán en la Asamblea”; en realidad no sé a qué se refería porque no sabemos ni tenemos conocimiento de que un hombre zafio y ordinario, aldeano u hombre rústico tenga prohibido su ingreso al edificio legislativo, ni tenemos conocimiento de que el periodista al que no se le permite el ingreso a la Asamblea Legislativa se le haya probado que fue él quien llamó “culero” a Sigfrido Reyes.

Pero no divaguemos, el punto es que como prensa, como periodista, se debe o no informar sobre esta reunión “privada” en la Costa del Sol, en día de trabajo, un viernes, cuando miles de salvadoreños están siendo afectados directamente por un paro parcial de los buseros que demandan el subsidio de tres o cuatro meses al que tienen derecho por ley y que de paso como una medida de hecho aumentan el pasaje en diez centavos.

Soy de la opinión que se debe de informar, y de manera amplia, acerca de este hecho, aunque genere animadversión entre los contribuyentes, porque es una afrenta a la ciudadanía que ese día hizo largas caminatas, viajó en unidades del transporte más inseguras de lo normal, cuando el problema de los buseros, del transporte público en parte se ha complicado y pareciera no tener solución porque la clase política, no sólo de este Gobierno sino de los gobiernos anteriores, no ha querido entrarle al problema de fondo y buscar solución racional y nacional al transporte público.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com