Cafta, un traje para jugadores XL

Los beneficios del acuerdo comercial con Estados Unidos requieren productos de innovación y valor agregado, jugadores de talla grande como los “quarterback” del fútbol americano, y abarcar más mercado.

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Según la ONU, la medida obstaculiza el desarrollo. 

/ Foto Por Archivo

Por Guadalupe Trigueros / Expansión

2015-08-10 9:10:00

Hace nueve años, la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos fue promovida en El Salvador como una oportunidad para generar 250,000 empleos, triplicar las exportaciones y atraer un promedio de inversiones de $5,000 millones, en los primeros cinco años de operaciones. Parecía un acuerdo hecho a la medida de las necesidades de crecimiento económico del país. Ahora, los protagonistas que visten los beneficios de CAFTA-DR (como se le conoce en inglés), tras casi una década de implementación, consideran que ha sido un traje que se confeccionó para jugadores de tallas “XL”.

El comercio entre ambos países aumentó 70 %, entre 2000 y 2006, en donde las exportaciones de El Salvador hacia Estados Unidos crecieron un 104.83 % y sus importaciones 61.6 %. En 2007, el intercambio comercial bilateral fue de $3,507 millones, cifra que se elevó a $4,951 millones, en 2012, según la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (Sieca).

Entre 2007 y 2012, por cada dólar que El Salvador aumentó en sus exportaciones hacia Estados Unidos, importó un equivalente de $1.67, mientras, antes del CAFTA (entre 2000 y 2006), la relación fue que por cada dólar exportado, se aumentó en $2.46 las importaciones, señala Carlos Pérez Gaytán, en su documento “Análisis para el aprovechamiento del CAFTA”, elaborado para la Sieca en 2013.

Sin embargo, la talla del traje de CAFTA le sigue quedando muy floja a El Salvador, ya que por hoy, es Estados Unidos el socio que vende más con este tratado. Entre 2005 y 2008, se registró un ensanchamiento de 78.1 % en la balanza comercial de ambos países, equivalentes a $505 millones, cuando la brecha entre importaciones y exportaciones era de $240 millones entre 2002 y 2004, según se recoge en la investigación “Comercio El Salvador – Estados Unidos luego del CAFTA”, elaborada por el economista de Fusades, Carlos Orellana Merlos, en 2010. Para enero de 2015, el país le vendió $196.8 millones, pero le compró $332.1 millones, según el BCR.

Para Silvia Cuéllar, directora ejecutiva de la gremial de exportadores, Coexport, solo dos rubros aprovechan las ventajas comerciales del CAFTA: alimentos y confección. 

La demanda es mayor que lo que el país puede ofertar, pero, el CAFTA, añade, puede ser más productivo en la medida en que las empresas innoven, se tecnifiquen y mejoren la calidad de sus productos para entrar al mercado estadounidense. Los exportadores de alimentos han comenzado a tratar de acomodar sus productos no solo para el mercado latino, sino además para el anglosajón, cumpliendo medidas sanitarias, de etiquetado, de tecnología e innovación, comparó.

Con el CAFTA, no todos los exportadores han sido capaces de tecnificarse, según Coexport.

Patricia Figueroa, directora ejecutiva de la gremial textil y de confección, Camtex, recordó que la clave del sector para aprovechar el CAFTA fue no competir en la fabricación de prendas grandes, sino innovar en tecnología y atraer inversión en eslabones de la cadena de producción. Con esta estrategia, se atrajeron 55 empresas que generaron casi 20,000 empleos e inversiones de $687.13 millones, entre 2005 y 2012, agregó.

El sector ahora conforma un paquete completo que va desde las hilanderas, las textileras, pasando por las confeccionistas, las empacadoras y las empresas distribuidoras. En consecuencia, las exportaciones pasaron de $1,801 millones (en 2000), a $2,403 millones en 2014, con 72,138 empleos.

Nada mal, pero Camtex considera que el traje CAFTA sigue quedando muy holgado, con muchas oportunidades para ensanchar la producción y la exportación, pero, la expansión en este sector se ha paralizado. 

Tenemos un espacio para crecer y un clúster sintético único en la región como ventaja competitiva, pero siento que en los últimos años se ha aprovechado poco, por falta de inversión, debido al tema de la inseguridad”, dijo Figueroa.

Para Orellana Merlos, lo que hace falta para que el CAFTA sea un traje a la medida del país, es una estrategia de desarrollo exportador, de mediano y largo plazo, valor agregado, tecnología para producir, desarrollar productos tradicionales y no tradicionales, identificar nuevas oportunidades en el mercado estadounidense, simplificación aduanera y mejorar la infraestructura portuaria y aeroportuaria. “Se va en la dirección correcta, pero no en la dimensión deseada”, concluye Orellana. 

El CAFTA requiere jugadores “quarterback” de 225 libras y por el momento, se limita a atletas “jockey” de 119 libras.