Producción, educación y seguridad, los componentes del Plan Quinquenal Goes

Plan no enumera acciones concretas, pero sí una lista de carencias y desafíos

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Los desafíos El Plan Quinquenal fue elaborado por la Secretaría Técnica y de Planificación de la Presidencia. y se entregó ayer de forma oficial al Presidente de la República, Salvador Sánchez C. Foto EDH / Jorge Reyes

Por Evelyn Machuca Pedro Carlos Mancía negocios@eldiariodehoy.com

2015-01-13 8:00:00

El Gobierno de la República presento ayer, a seis meses de haber asumido las riendas del Ejecutivo, el “Plan Quinquenal de Desarrollo 2014-2019 (PQD 2014-2019), denominado “El Salvador productivo, educado y seguro”, cuyo proceso de formulación estuvo a cargo de la Secretaría Técnica y de Planificación de la Presidencia.

El Plan recoge tres grandes ejes, que tienen que ver con el empleo productivo; la educación, con inclusión y equidad social; y la seguridad ciudadana; y, según se informó, fue formulado durante tres etapas, a través de “un proceso de amplia participación” como parte de un “compromiso con el diálogo”; resume el sentir y la opinión de más de 13 mil representantes de diversos sectores de la sociedad.

La naturaleza del PQD 2014-2019 tiene su base en cinco principios: carácter estratégico, participativo, medible, realista y factible. Y aunque consta de 270 páginas, se limita a recoger una serie de objetivos, estrategias, líneas de acción y metas, que fueron articuladas bajo las tres estrategias antes mencionadas, pero no esboza ninguna acción concreta para alcanzar los resultados esperados.

Una de las metas generales, más ambiciosas, consiste en alcanzar un índice de desarrollo humano de 0.7 como “primer peldaño para ingresar al grupo de países con desarrollo humano alto”, según indica el documento en sus primeras páginas.

De acuerdo con el Informe Global de Desarrollo Humano 2014, lanzado en Tokio (Japón) en julio del año pasado y titulado “Sostener el Progreso Humano: reducir vulnerabilidades y construir resiliencia”, El Salvador aumentó levemente de 0.660 a 0.662 el valor del Índice de Desarrollo Humano y mantuvo la misma posición entre 2012 y 2013 en el ranking de 187 países clasificados.

Considerado “la primera piedra del Sistema Nacional de Planificación (SNP)”, lo que el documento sí plantea es una lista enormes de desafíos político-jurídicos y socio-económicos.

Parte de los primeros están relacionados con generar gobernabilidad y acuerdos nacionales en torno a las grandes prioridades del país, como la reducción de la polarización ideológica, que no permite acuerdos y que, por ende, genera incertidumbre jurídica.

También tiene que ver con disminuir las brechas de representación política y participación ciudadana, en el sentido de que existe poca participación de las mujeres en espacios de poder.

El Plan detalla además un débil sistema de justicia, gobernado por impunidad y mora judicial. Y finalmente habla de la necesidad de una transformación del Estado, a fin de garantizar derechos ciudadanos, consolidar la democracia y la cohesión social, prestar buenos servicios públicos, regular el mercado para asegurar una auténtica competencia y lograr un desarrollo sostenible.

En lo que a desafíos socioeconómicos se refiere, el PQD 2014-2019 destaca la urgencia de bajar los índices de pobreza, para lo cual detalla que: tres de cada 10 salvadoreños siguen siendo pobres, la escolaridad promedio apenas es de 7.9 años, el 38 % no tiene acceso a salud, solo el 29 % cotiza para luego recibir una pensión, el 24 % no tiene agua potable, el 50 % no tiene inodoro privado y el 16 % no tiene electricidad.

El mismo Plan apunta que la tasa de pobreza bajó hasta un 35 % en El Salvador, mientras que bajó hasta el 25 % en toda América Latina, lo que significa que en ese margen del 10 % se quedaron fuera o se quedaron siendo pobres medio millón de salvadoreños.

El documento advierte además que el país consume más de lo que produce, por lo que falta profundizar en el tema de la seguridad alimentaria, lo cual implica aumentar la producción agrícola, para dejar de ser un país que depende de las importaciones para cubrir el consumo nacional.

Un segundo desafío indica la necesidad de más y mejores empleos; así como mejorar el capital humano, que se traduciría en dar un salto en la calidad de la educación, tanto pública como privada, y mejorar el vínculo entre el sistema educativo nacional y los sistemas productivos como oportunidad para fomentar el empleo.

La ausencia de dichos elementos estaría relacionada con que haya escasez de obra de mano técnica.

Y sigue la lista: otra prioridad según el Plan Quinquenal será el combate a la delincuencia y a la violencia. Los datos que el documento recoge indican que el 90 % de la población se siete insegura, que un 37 % ha dejado de acudir a lugares de recreación por temor a la criminalidad; y que 3.4 % de las ventas de las diferentes empresas son obligatoriamente destinadas a seguridad privada.

Los desafíos socioeconómicos tampoco dejan de lado la ausencia de una economía sustentable y resistente al cambio climático, debido a que muchos agricultores todavía no hacen un uso adecuado de los terrenos en el territorio nacional, por lo que los cultivos se ven afectado por esas prácticas agrícolas inapropiadas. Más aún, el territorio nacional está siendo consumido por una expansión urbanística desordenada; hay una severa contaminación ambiental al punto de que el promedio del uso de leña como combustible es mayor que el promedio en toda Latinoamérica.

Un desafío más tiene que ver con fortalecer la estabilidad macroeconómica, ya que por cada 100 dólares de producción $104.4 fueron consumidos . El Plan también señala el bajo nivel de ahorro: la tasa es apenas del 15 % con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), frente a una tasa del 25 % respecto al PIB de los países con más alto crecimiento.

Y finalmente se reconoce que la tasa de inversión es del 19 % respecto al PIB, 19 % como “históricamente baja”.

En su discurso, el presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén, hizo énfasis en que el crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo y tampoco es su finalidad, sino un medio para lograr el objetivo del buen vivir.

“En este marco, el desarrollo deja de reducirse a un proceso de acumulación material, de consumo incremental o de satisfacción utilitarista de las personas. El desarrollo será, en cambio, que todas ellas tengan la oportunidad y la garantía de la vida como un proceso personal y colectivo en el que la identidad y la pertenencia desempeñen un rol fundamental para lograr una convivencia armoniosa”, reza el documento.

Diseñar el Plan necesitó de mesas de trabajo y de talleres en los que hubo participación intergubernamental, ciudadana y gremial, que contaron con la presencia de un 58 % de hombres y el 42 % de mujeres.