Guacalito de la Isla, el lado chic de Nicaragua

HAGA CLIC PARA VER UNA FOTOGALER??A. Con Mukul Beach, Golf & Spa, un hotel de altísimo nivel, el Grupo Pellas posiciona al país centroamericano como destino de turismo de lujo. Ya lo han visitado Morgan Freeman y Michael Douglas. La inversión supera los $250 millones.

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Una vista impresionante desde una de las villas del Mukul Beach, Golf & Spa. Un auténtico imán para turistas de gustos refinados.

Por Por Claudio Martínez | Fotografía Cortesía de Pellas Development Group

2014-04-15 11:30:00

La historia podría resumirse así: cómo convertir el segundo país más pobre del continente en un destino de viajes de lujo para extranjeros millonarios. Es el caso de Nicaragua, ejemplificado con Guacalito de la Isla, un complejo turístico de altísimo nivel que ha empezado a cambiar la percepción del país. Su buque insignia es el Mukul Beach & Spa, un hotel de apenas 37 exclusivas villas con vista al mar –muchas de ellas con mayordomo incluido- campo de golf y spa, cuya inversión inicial alcanzó los 250 millones de dólares.

Este complejo pertenece al Grupo Pellas, el mismo dueño de Flor de Caña, de varios ingenios, entidades bancarias y otros múltiples negocios. Don Carlos Pellas, presidente del grupo e ideólogo de este proyecto que él mismo califica “de lujo y ecológico”, tiene un gran propósito: “Mi visión es que dentro de 15 o 20 años veamos esto como chispa que despertó a Nicaragua como destino turístico. Estos estándares de lujo y de cinco estrellas que se generan en el país representan una nueva plataforma para la promoción y el turismo de Nicaragua”.

AUTENTICO PARAÍSO

Guacalito de la Isla está ubicado unos 119 kilómetros al sur de Managua, en el municipio de Tola. Esto equivale a dos horas en carro desde la capital, que podrían reducirse a solo 20 minutos si decide viajar en helicóptero, como hacen muchos de los huéspedes. Son 670 hectáreas de superficie, que incluye frondosos bosques, selva tropical y cuatro kilómetros de playa sobre la espectacular Costa Esmeralda, en el Pacífico. El lugar es ideal para hacer hikking, surf, snorkeling, pesca, ciclismo y, obviamente, golf.

Mukul –que en idioma chorotega significa secreto– es el primer paso ya concretado de este ambicioso proyecto, pero que en breve tendrá un centro comercial, otro hotel, una pista para jets privados (en construcción), una marina, un club de tenis y cuatro complejos residenciales, algunos ya finalizados y otros en marcha.

¿Por qué es un hotel de lujo? ¿Por qué alguien paga 550 dólares la noche por estar ahí? Muy simple: los detalles de calidad, buen gusto y excelente servicio: jacuzzi en todas las villas, vistas paradisíacas, tecnología de punta y un baño con ducha tan grande que podrían vivir cómodamente tres familias japonesas. El restaurante y su cocina fusión del chef Cupertino Ortiz es otra de las joyas de Mukul. El campo de golf con 18 hoyos, por ejemplo, fue diseñado por el arquitecto escocés David Mclay Kidd, el mismo que ideó The Castle Course, en St Andrews. Por cierto, tanto le gustó el lugar a Mclay Kidd que compró una propiedad en el complejo.

Pero si hay algo que distingue definitivamente a Mukul es su spa, ese que ha sido nombrado por la revista Virtuoso como el mejor del mundo en 2013 por encima del Hypnoze Spa, del hotel Palacio Nazarenas de Orient-Express, en el Cusco, Perú; el Miraj Hammam en el Shangri-la Hotel Toronto, en Canadá; Opium Spa, del hotel The Siam en Bangkok, Tailandia y el spa del hotel Regent Palms Turks & Caicos.

“Esto no tiene nada que envidiarle a cualquier spa del mundo”, explica la mexicana Ana Lilia Magno, directora del lugar, que como la mayoría de los especialistas de Mukul viene del prestigiosísimo The Spa, en Las Ventanas al Paraíso, Los Cabos, México.

En realidad, el spa consiste en seis casas lujosas, cada una con un tratamiento diferente. Jardín Secreto, Hammam, Bosque Lluvioso, Cabaña Curativa, Casita Mukul y Templo de Cristal. Ubicadas en seis diferentes edificaciones sobre una ladera, a ellas se puede llegar caminando o mediante carritos de golf con chofer, que todo el tiempo están a disposición del huésped.

Todas son 100 % privadas, de manera que es imposible que un usuario pueda cruzarse con otro, ni siquiera de casualidad. Utilizan productos y marcas premium, como Aromapothecary, Phytomer y Argania Marocan Hammam, este último importado especialmente de Marruecos.

UN LUGAR EN EL MUNDO

En poco tiempo, Mukul se ha ganado una enorme reputación entre los viajeros de lujo internacionales, especialmente aquellos que viven en Nueva York y Los Ángeles. Parte del éxito se debe a una estrategia elaborada por Kurtz-Ahlers & Associates LLC, una firma que se especializa en la promoción de propiedades de lujo, que hizo llegar a diferentes operadores turísticos internacionales para conocer el lugar. El resto fue fácil, se enamoraron del lugar y empezaron a recomendarlo y a venderlo.

Pero lo que terminó de instalar a Mukul en el olimpo fueron dos artículos publicados en los periódicos Wall Street Journal y The New York Times.

“Con servicio de mayordomos 24 horas al día, un exquisito spa y un campo de golf creado por el famoso diseñador escocés David McLay Kidd, parecería ser una venta fácil. Pero hay un problema. El hotel está en Nicaragua, el segundo país más pobre en el hemisferio, un país con una historia plagada por la guerra y donde ninguno de los agentes había estado antes, mucho menos enviado a ningún cliente”, escribió Andrea Peterson en el WSJ. Luego agregó: “Nicaragua espera seguir los pasos de otros países, como Vietnam y Colombia, que han superado historias difíciles y han hecho la transición a destinos de lujo”.

Lo del NYT fue más directo. En la sección de viajes del periódico incluyó a Mukul entre los cinco hoteles recomendados de Latinoamérica y además destacó su lado ecológico: “Como parte del esfuerzo que se hace para que el proyecto sea ambiental y socialmente sostenible, más de 1,500 árboles fueron plantados o reubicados y se contrató a artesanos locales para crear la decoración de Mukul. ¡Ah! y el resort ofrece residencias privadas a los inversionistas…”

Y si hacía falta más promoción, de eso se encargaron algunos famosos como el actor Morgan Freeman, que pasó una semana de vacaciones allí, jugó al golf y lo recomendó a varios de sus amigos. También pasaron por el lugar Pamela Anderson y Eva Longoria. Además, recientemente estuvo allí Michael Douglas. Si bien en el hotel son muy reservados con la intimidad de sus huéspedes, las fotos que subió Douglas a su Facebook, con la leyenda “Spring break in Nicaragua”, no admiten dudas: esas playas son inconfundiblemente las de Mukul.

IMPACTO SOCIAL

Además de la marca país Nicaragua, los grandes beneficiados del proyecto Guacalito de la Isla son los habitantes de Tola y los lugares aledaños, ya que muchos, de una u otra manera, han conseguido empleo gracias al desarrollo del complejo turístico.

La primera parte del proyecto, cuya inversión fue de 120 millones de dólares, generó unos 2,500 empleos directos e indirectos. “Al menos un 80 % de los empleados del resort son originarios de municipios aledaños y los muebles fueron elaborados por artesanos nicaragüenses”, explicó Carlos Pellas.

También se invirtió más de un millón de dólares en artesanías locales. Los techos están elaborados con maderas recicladas de la Costa Atlántica y toda la materia prima fue adquirida en pymes locales por 5.5 millones de dólares. “Es una inversión financiera donde hay un retorno. Una de mis motivaciones fue crear una comunidad de playa en Nicaragua con calidad mundial, y que sirva de inspiración para que otros conozcan y vengan a invertir en nuestro país. En el transcurso de esta inversión vamos creando empleos, lo cual nos ayuda a liberarnos de las cadenas de la pobreza”, afirmó Pellas el día de la inauguración.

A causa de Guacalito de la Isla, el desempleo se ha reducido notablemente en la zona. Incluso granjeros, mecánicos y amas de casa cambiaron por completo su realidad al ser contratados por el hotel. Sin embargo, había que superar un reto: no cualquiera estaba en condiciones de atender a exigentes turistas. Por eso Mukul decidió construir su propia escuela de hotelería, donde se capacita a los empleados. Allí aprenden desde inglés a cómo preparar una mesa de gala.

“Muchos no sabían cómo tender una cama o cómo sostener una bandeja. Aquí los preparamos con los más altos estándares de calidad, para tratar clientes de clase A”, dice orgullosa la mexicana Claudia Silva, directora de Ventas y Mercadeo, quien confirmó que también han construido un centro de reciclaje de basura para las comunidades, de manera que las rutas de acceso al hotel luzcan limpias.

BIENES RAÍCES

La última parte del complejo es la zona residencial de Guacalito. Si ése es el paraíso, ¿qué mejor que vivir allí o tener una casa de fin de semana? Bajo esa idea, Pellas Development Group desarrolló tres tipos de inmuebles en el lugar: Verdemar Oceanview Villas, Las Terrazas y La Reserva.

Verdemar se trata de un conjunto de 28 casas al máximo nivel: vista al mar, piscina privada y acceso directo al campo de golf y al club de playa. Las hay con cuatro habitaciones (Tipo I) y con cinco (tipo II). Oscilan entre 750,000 y 1,000,000 de dólares y todas ya han sido vendidas y entregadas.

Las Terrazas, en cambio, son apartamentos de tres habitaciones y tres baños más un cuarto de servicio con baño propio, aunque lo más preciado para muchos de sus habitantes es su impresionante terraza. El rango de precios ronda entre 450,000 y 550,000 dólares.

La tercera variante es La Reserva, que son simplemente lotes con línea de visión sin obstrucciones a la Bahía de Manzanillo para luego construir su propio inmueble, según el gusto de cada cliente pero respetando ciertos estilos. Además, ya está en desarrollo una cuarta opción de bienes raíces: el proyecto Anthal, que ofrece casas aún más espaciosas y más lujosas.

Gracias al complejo Guacalito de la Isla, el nombre del país cada vez se asocia más con el turismo de lujo. “Esta tierra está bendecida con una belleza extraordinaria, pero no puedes atraer a viajeros del exterior sin un ancla, sin un sitio de clase mundial”, repetía Pellas una y otra vez. La chispa que debía despertar a Nicaragua lentamente se está encendiendo.