Apuesta de EE.UU. replantea futuro energético del planeta

EE.UU. está generando petróleo a partir del esquisto, que extraen de rocas profundas

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elsalvador.com

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2013-12-30 9:00:00

A mediados de noviembre Estados Unidos hizo un anuncio histórico. La Administración de Información de Energía (EIA, siglas en inglés) informó que desde enero de 2009 la producción nacional de petróleo pasó de 5,1 millones de barriles por día a los más de 7,7 millones registrados en octubre, lo que significa un incremento de más del 50 % en casi cinco años y sobrepasa sus importaciones promedio de 7,6 millones de barriles diarios en ese mismo mes. “Estados Unidos se encuentra en posición de controlar su futuro energético, dijo en esa oportunidad el presidente Barack Obama.

“Lo que no podemos hacer es seguir dependiendo de otros países para (cubrir) nuestras necesidades energéticas. En Estados Unidos controlamos nuestro propio destino”, dijo Obama a mediados de la semana anterior.

Según proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (IEA, siglas en inglés), EE. UU. se encamina a convertirse en 2015 —un año antes de lo que se preveía— en el mayor productor de petróleo del mundo, delante de Rusia y Arabia Saudí.

Y Estados Unidos sigue siendo el primer consumidor mundial de petróleo (19.8 % del consumo), por delante de China 11.7 %), según el informe anual sobre energía de BP.

Y para tratar de despojarse de chantajes políticos o económicos, los estadounidenses se han propuesto replantear su política energética aprovechando el “boom” del petróleo o gas de esquisto que está permitiendo una producción sin precedentes en Dakota del Norte y Texas.

La palabra mágica es “fracking”. Este controvertido método de explotación consiste en perforar hasta grandes profundidades estratos de rocas y disolver con la ayuda de productos químicos el denominado gas y petróleo de esquisto que se encuentra allí.

Mientras que los ecologistas critican este método, porque temen la contaminación de las capas freáticas, la industria lo adora, porque producir más petróleo significa bajar los precios. La frágil recuperación de la economía estadounidense después de la crisis de 2008 y 2009 se basa en buena parte en la producción de esta energía barata.

De hecho, hace cinco años, el país producía por debajo de 20 millones de barriles diarios de petróleo y gas natural y ahora se acerca a los 25 millones de barriles por día.

Según la AIE, la producción de petróleo se incrementará en los próximos años y las importaciones seguirán cayendo. En este sentido, la producción pasará a 8,5 millones de barriles diarios en 2014. Por su parte, las importaciones netas pasarán a ser el 28 % del consumo total del país el próximo año, en comparación con 2005 cuando, por ejemplo, superaron 60 %.

Según publicó la Agencia Internacional de Energía en un informe, Estados Unidos está en camino a suplir todas sus necesidades energéticas con recursos domésticos a más tardar en 2035.

Las razones de este repunte se encuentran por la cantidad de hidrocarburos que se están explotando en Texas y Dakota del Norte, y que han permitido que la producción haya despegado desde la exigua cifra de 10,000 barriles al día de hace ocho años hasta rozar en los últimos días el medio millón diario.

La OPEP en alerta

La Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), que reconoce haber subestimado la importancia del auge de la energía en América del Norte, ha triplicado las estimaciones de petróleo de esquisto producido allí y predice un descenso de la demanda de su propio crudo hasta 2018, indica un reportaje reciente de la revista “Bloomberg”.

La demanda de crudo de la OPEP, que produce alrededor del 40 % del petróleo mundial, se reducirá en 1,1 millones de barriles diarios hasta los 29,2 millones de barriles entre 2013 y 2018, dijo la organización en su informe anual “World Oil Outlook”.

Por el contrario, la producción de petróleo de esquisto en EE.UU. y Canadá subirá hasta los 4,9 millones de barriles diarios en 2018, frente a una estimación de 1,7 millones de barriles diarios en su informe 2012.

Si bien existen varios países que están tratando de encontrar un modelo viable para explotar este gas natural atrapado en las formaciones rocosas, es Estados Unidos el que lleva la delantera y en la actualidad representa más del 40 % de su producción total de gas natural y el 15 % en Canadá.

Según la cadena BBC Mundo, este cambio en Estados Unidos significa un paso importante en el objetivo expreso del gobierno de asegurar su independencia energética, lo que tiene fines tanto económicos como de seguridad. Para otros países del mundo, en cambio, significa que EE.UU., hasta hace poco el principal importador global neto, está haciendo lo posible para reducir lo que compra en otros países y temen la inestabilidad que puede venir con ello.

El informe internacional de la IEA explica claramente que el centro de gravedad de la demanda energética está pasando a las economías emergentes y a China en particular. El país asiático, según la entidad, “está por convertirse en el mayor importador de petróleo”.

China firmó en junio pasado con Rusia un megacontrato de $270,000 millones por un período de 25 años, y duplicó las compras de petróleo ruso.

En este sentido, Dennis Ross, exnegociador norteamericano para Medio Oriente, señaló que la autosuficiencia energética puede trastocar el equilibrio de fuerzas en la región. El experto, citado por el diario El País, señala que el temor diplomático es que se produzca un repliegue de EE.UU. como poder en la zona, porque ya no depende del petróleo del golfo Pérsico.

Pero no todos comparten la misma preocupación. El diario La Tercera de Chile, habló con el excorresponsal para Medio Oriente del diario The New York Times, Patrick Tyler, quien explicó que el mundo es interdependiente cuando se trata de energía, así es que “China, Japón, Europa y las Américas continuarán dependiendo de la concentración de recursos de hidrocarburos que están principalmente en Medio Oriente”.

En busca del oro negro

Otra pieza del rompecabezas es que los bancos de EE.UU. y Europa que han abandonado la comercialización de materias primas han dejado un espacio que están ocupando firmas de Rusia, China y del Golfo Pérsico, en un intento por ejercer un mayor control sobre el precio de los recursos básicos de los cuales dependen sus economías, entre ellas el petróleo.

La petrolera estatal rusa Rosneft compró la semana pasada la unidad de comercialización de crudo de Morgan Stanley, una de las mesas de operaciones más grandes y antiguas de Wall Street, en medio de los esfuerzos de los bancos por reducir su exposición a la intermediación.

Las empresas estatales se están uniendo a firmas de intermediación como Glencore y Vitol y a grandes petroleras como BP y Shell para aprovechar la retirada del sector de los bancos, por la mayor regulación de las actividades bancarias que siguió a la crisis financiera del 2008.

Los ejecutivos de grandes corredurías dicen que no pasará mucho tiempo antes de que ese tipo de acuerdos se repitan, porque esperan que una nueva clase de rivales les disputen su supremacía en el negocio de contactar a compradores con vendedores de materias primas, predominantemente de petróleo.

“El negocio de comercialización de materias primas está en un periodo de cambio en este momento, y pienso que el mazo se está barajando tanto para los participantes que habrá como para el modo en que se conducirá el negocio”, dijo a Reuters el mes pasado David Messer, presidente ejecutivo de la firma comercial estadounidense Freepoint Commodities.

“Los bancos están abandonando la comercialización de materias primas físicas. Por otro lado, están los nuevos participantes, las grandes empresas estatales, Sinopec, Gazprom, Petrobras. Son todas entidades que están incrementando sus capacidades de comercialización”, agregó.

Morgan Stanley no es el único que se está retirando del comercio de recursos naturales. De sus cuatro rivales más grandes, Deutsche Bank ya lo hizo, Barclays ha reducido en un quinto sus operaciones, J.P. Morgan tiene su negocio a la venta y el líder Goldman Sachs está sosteniendo su posición. —Agencias/EDH