Don Alberto Hernández vio su futuro hace 25 años. Cuando apenas era un muchacho, comenzó a trabajar en un taller que fabricaba productos de cerámica y que eran enviados a las bodegas de Simán Centro.
Mientras descargaba las piezas, don Albert Simán, uno de los dueños de la tienda, le dijo que sería buena idea que un día él tuviera su propio negocio y le entregara productos a la tienda.
Desde esa vez, Alberto no dejó de soñar con ser proveedor de Simán.
Con el conocimiento que le heredaron sus padres y los que adquirió por impulso propio, Alberto moldeó la arcilla y su futuro. Diseñó piezas diferentes, les dio finos acabados y los comercializó como pudo.
Fue su técnica y creatividad en los diseños lo que le permitió estar entre un grupo selecto de artesanos que la Comisión Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype) eligió para mostrar sus productos a Simán.
Sin saber que sus productos serían comprados por esta empresa regional, don Alberto diseñó jarrones decorativos para el hogar, que fueron el atractivo de los gerentes de compra de la empresa.
Cuando don Alberto fue contratado, su sueño se vio materializado. “Este es un sueño hecho realidad, es lo que siempre quise”, asegura.
El contrato llegó justo a tiempo, pues las finanzas no iban muy bien y hasta pensaba en cerrar.
Pero su madre, Dora Hernández de Estrada, quien lo crió entre el barro y la pintura, sabe que esto es una bendición. “Yo veo que se desvela, que le toca bien pesado, pero eso es lo que él siempre quiso y Dios lo ha bendecido”, dijo la señora.
Con el esfuerzo y la ayuda de su familia (mamá, papá, hermanas y sobrinos) don Alberto logró entregar hace unos días el primer pedido de más de 300 piezas de cerámica a Simán, tal como se lo dijo su impulsor.