Lavar y planchar ajeno, de esa manera Ana Isabel Centeno Pineda se ganaba la vida para llevar el sustento diario para sus tres hijos.
Su jornada diaria iniciaba todos los días en la madrugada cuando el común de las personas aún duermen.
Hoy, esta joven madre de 33 años, perdió la vida durante un ataque armado ocurrido en calle La Zunganera, jurisdicción de San Luis Talpa, departamento de La Paz.
El crimen sucedió en momentos cuando regresaba con una bolsa cargada con botellas plásticas, pues esa era otra forma con la que obtenía ingresos extras para cubrir necesidades de su familia.
“Eran como las 5 de la mañana, escuchamos varios disparos y luego la vimos a ella, estaba muerta”, expresó una familiar.
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El pasado 23 de enero una doctora fue asesinada presuntamente por su pareja. Un caso similar fue reportado este martes 13 de febrero en Mejicanos
Rápidamente el caso fue reportado a las autoridades, una vez confirmado homicidio por la PNC el sector fue acordonado y la circulación vial interrunpida.
“¡Pero si es la señora que nos lavaba y planchaba!, no puede ser”, expresó un lugareño consternado por lo sucedido.
Según los registros oficiales, el ataque armado habría ocurrido a eso de las 5:00 de la mañana y hasta las 10:30 de hoy se desconoce el móvil del crimen.
Lavar y planchar ajeno para otros
Para muchos lugareños, Centeno Pineda representa la valentía y el sacrificio que muchas madres salvadoreñas hacen por sus hijos para sacarlos adelante en la vida.
A falta de oportunidades laborales esta mujer originaria de Ciudad Arce, La Libertad, pero residente desde hace 11 años en San Luis Talpa encontró en el lavado y planchado ajeno una forma honrada de ganarse la vida.
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“Vamos a usar todos los recursos legales para que este crimen sea castigado con todo el peso de la ley”, aseguró un familiar
Su tarifa de servicio se ajustaba al bajo presupuesto de sus clientes a los que les cobraba 1 dólar la lavada por cada 12 prendas de vestir, la misma tarifa era aplicada cuando les planchaba.
Sus ratos libres también los aprovechaba para lavar latas en una panadería de la localidad donde aseguraba otro ingreso.
Ya para iniciar el siguiente día era normal verla caminando muy temprano por la mañana recolectando botellas y otros recipientes para reciclar, este último sacrificio le significaba el pago de 7 dólares el quintal.