Entrar en el mundo de la robótica ha sido para Liliana Valeria Rivas Nolasco, una pequeña de nueve años de edad, una experiencia motivadora que le ha ayudado a desarrollar sus conocimientos de Matemática, su habilidad para ensamblar piezas y su actitud para socializar.
Liliana Rivas, la niña que arma y ensambla robot
A través del Club de Robótica Educativa Liliana ha descubierto y desarrollado sus habilidades. Ella ensambla un robot básico en tan solo cuatro minutos con 18 segundos.
Al encontrarla en la calle de la mano de sus padres, Édgar Ricardo Rivas y Liliana de Rivas, nadie podría imaginar que más allá de su extrema timidez, como demostró ante cámara, es capaz de armar sola un robot básico, programarlo y ponerlo en marcha, sin ver el manual, en cuatro minutos con dieciocho segundos; algo que el año pasado lograba en siete minutos.
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Liliana, quien estudia tercer grado el Centro Escolar España, de la capital, forma parte del club de robótica que la institución abrió en 2013 y, según sus padres, este espacio ha sido clave en su desarrollo.
Cualquiera que la vea en acción puede admirar cómo, con una extrema concentración, habilidad y en forma muy natural, escoge cada una de las piezas y luego las inserta con precisión hasta completar la figura.
El ingeniero Ramón Recinos, coordinados del aula Informática y responsable del Club de Robótica, cuenta que cuando Liliana estaba más pequeña, en compañía de su madre, solo llegaba a observar trabajar a las niñas del club, entre las que están sus dos hermanas mayores, Daniela, de 13 años; y Natalia de 11, y al identificar que ella también tenía potencial optó por incorporarla.
El club tiene 56 niñas y Liliana es la más pequeña.
Ella entró al equipo en 2017 y, según Recinos, desde entonces su desempeño es muy bueno: “Se le empezó a dar la secuencia, a darle piezas y a decirle que armara algo. Entonces ella se ponía a agarrar las piezas sin ver el manual y armaba alguna figura equis”.
Recinos explica que durante casi seis meses Liliana atendía las instrucciones pero no le hablaba, fue hasta después que empezó a soltarse y a consultarle algunos detalles.
Sin embargo, ese primer año que se incorporó Liliana al club, junto a otras niñas de tercer ciclo, se agenciaron un tercer lugar en una competencia de robótica que se desarrolló en el Instituto Ricaldone. En esa oportunidad fue que armó un robot en siete minutos y todavía tuvo tiempo de apoyar a sus compañeras.
Dada la capacidad de la pequeña no es de extrañar que esté entre las que participarán en las competencias de robótica que hará el Ministerio de Educación, que organiza LEGO y nuevamente en la del Ricaldone.
El docente sostiene que a Liliana “estar en el club le ha favorecido mucho porque ella es muy tímida a la hora de hablar, y poco a poco se ha ido desenvolviendo en lo que es la explicación de la robótica. A parte de que su fortaleza ha sido el armado, ya tiene más creatividad y está practicando mucho lo que es la lógica de la programación”.
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Sus padres Édgar Ricardo, quien es ingeniero en Telecomunicaciones; y su madre Liliana, una ama de casa, coinciden con Recinos, en que su hija menor ahora habla un poco más con otras niñas, aunque todavía le cuesta tratar a los adultos.
Aún recuerdan lo sorprendidos que quedaron el año pasado cuando la niña, en el marco de una competencia, ante el micrófono dirigió unas palabras al público.
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Según Édgar, ella tiene mucha habilidad para la Matemática y empezó a aprender las tablas de multiplicar rápidamente y antes de lo que correspondía, con solo escuchar a sus hermanas.
Por el momento la pequeña Liliana no visualiza qué quiere ser cuando esté mayor y, mientras, como toda niña disfruta de otras cosas propias de su edad, tal es el caso del anime (una forma de caricatura o animación japonesa) y los manga (comics japoneses), entre estos los de las traviesas Sailor Moon.
