???El país no solo necesita acuerdos, sino que estos se cumplan???

Según el presidente de Fusades, en el país debe fortalecerse el diálogo, pero este solo puede ser útil si todos los actores se comprometen a cumplir lo acordado. 

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Según el presidente de Fusades, el incumplimiento de acuerdos genera pérdida de confianza entre las fuerzas políticas del país.

/ Foto Por Marlon Hernández

Por Juan José Morales

2017-01-29 7:00:00

A 25 años del final del conflicto armado en el país y en vista del clima de polarización existente, el diálogo se ha vuelto a posicionar como una de las necesidades prioritarias en el clima político salvadoreño.

Para Miguel Ángel Simán, presidente de Fusades, el tanque de pensamiento más influyente del país, es importante el acercamiento entre diferentes políticas siempre que se ponga al centro del mismo al ciudadano.

Eso sí, advierte, no todos los temas deberían ser sujetos al diálogo. En algunas áreas, lejos de buscar acuerdos, el gobierno debe cumplir su rol, dice Simán. De estos y otros temas conversó con El Diario de Hoy y estas son sus apreciaciones:

¿Cuál es el planteamiento que hace en este tema del diálogo?

En una democracia, como la que estamos queriendo consolidar en El Salvador, el diálogo es fundamental para analizar todas las facetas que tiene un problema y atenderlas mejor. Este diálogo debe llevar a ver las verdaderas causas de los problemas y poderlas resolver y tiene un propósito de generar acuerdos que tienen que cumplirse, de lo contrario no tendrían ningún sentido dialogar.


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Todo diálogo que se lleve a cabo tiene que poner al ciudadano y su familia al centro. 

En ese sentido, nosotros (Fusades) no solo practicamos el diálogo internamente, también asistimos a todas las invitaciones que nos hacen, como espacios que hacen instituciones internacionales o multilaterales y también participamos en foros que el mismo Gobierno ha creado: estamos presentes en el Asocio Para el Crecimiento, el Foro Consultivo del programa Alianza para la Prosperidad, en el Consejo Educativo y en el Ambiental, por mencionarte algunos ejemplos. 

Es en ese espíritu que nosotros en Fusades le damos la bienvenida al diálogo que se ha anunciado con la participación de las Naciones Unidas; creemos que hay que agradecerle a Naciones Unidas por todo lo que pueda apoyar a nuestro país y ahora que el Gobierno ha anunciado que tienen a un facilitador o mediador, estamos entusiasmados y presentando material porque queremos aportar en este proceso. 

Eso sí, creo que es sano aclarar sobre qué es este diálogo, como hace 25 años que se firmó la paz, todos sabíamos cuál era el objetivo.

Sí, había un objetivo común…

Sí, el cese al fuego, así que nosotros lo que preguntamos es sobre qué se va a dialogar, y lo digo de una manera propositiva y no en oposición. Por otro lado, hay que aclarar que el país no solo necesita nuevos acuerdos, sino que estos se cumplan. Hasta ahora pareciera que los acuerdos no se están cumpliendo, y yo creo que eso es peligroso porque destruye confianza, genera más incertidumbre y peor aún, reduce las posibilidades de resolver los problemas.

O sea que no se ejecutan los planes…

El diálogo da frutos pero el Gobierno lleva a cabo acciones muy diferentes a las que se planifican en esos espacios. Esto es peligroso porque “quema” los procesos y desacredita otros procesos.

¿Hay un desgaste entonces?

Hay un desgaste y debemos ser muy cuidadosos porque el país está sumido en una crisis política y esta crisis se está llevando de encuentro a la economía y a la vez estamos arrastrando una problemática social.

Es importante también saber para qué dialogar: se puede dialogar sobre los problemas coyunturales del país, violencia, desempleo y pobreza, pero en esos problemas el Estado tiene toda la potestad y la autoridad para actuar. Entonces para qué el diálogo. En el tema de violencia el Estado tiene toda la autoridad para combatir el crimen y desarrollar programas para la prevención. En el desempleo estamos claros que el país necesita fomentar la inversión que genera a su vez crecimiento y este oportunidades de empleo para los salvadoreños, respetando el estado de derecho, las inversiones externas y la ley. Y por último en el tema de combate a la pobreza, igualmente, el Estado tiene toda la potestad y el espacio de maniobra para desarrollar los programas sociales que se necesitan.


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No estoy en contra de los acuerdos, pero los acuerdos en problemas coyunturales probablemente no sean tan necesarios y si no lo son, nos lleva a la segunda pregunta: ¿para qué áreas puede ser necesario dialogar? 

¿Qué hay de diálogo para temas estructurales?

Si el propósito de un diálogo en el cual se trae hasta a las Naciones Unidas con su facilitador es reformar temas más profundos, creo que es importante que los salvadoreños lo sepan. Nosotros no sabemos para qué es el diálogo, si son cambios a la Constitución, si se quiere modificar las cláusulas pétreas (artículos que no se pueden cambiar en la Carta Magna) o reducir la independencia de algunos poderes del Estado como la Sala de lo Constitucional.

Como Fusades creemos que en un momento de tanta incertidumbre jurídica como en el que nos encontramos, hablar de ese tipo de cambios profundos puede generar aun mayor inestabilidad y ansiedad, y creo que en ese sentido las fuerzas políticas y el Gobierno tienen que ser muy prudentes en este tema de diálogo. Creemos en el diálogo pero tenemos también que ser cautelosos.

¿Por qué desde 1992 no ha habido una plataforma para que nos pongamos de acuerdo en una visión adecuada de un país próspero?

Hay que reconocer que los Acuerdos de Paz hace 25 años tenían un propósito fundamental: el cese al fuego. Lograr esos acuerdos conllevó a reformas que transformaron instituciones y creó otras instancias que serían los árbitros de esta cancha democrática que se estableció con los Acuerdos de Paz. Por tanto, hay dos cosas que hay que reconocer: primero, que lo que no se ha construido no es culpa de los Acuerdos de Paz, pues no les podés cargar una deuda de algo sobre lo que no eran los responsables de construir. 

En segundo lugar, El Salvador vive una institucionalidad mayor de la que había antes. Tenemos que ver que la democracia es un proceso que va evolucionando para irse consolidando, para mejorar la capacidad de las instituciones.

¿Por qué cuesta tanto esa transición y evolución?

Nosotros lo vemos como que de la lucha armada pasamos a la lucha ideológica y en ese debate ideológico parece que estamos perdiendo la perspectiva de hacia dónde debemos ir como país.

¿Estamos perdiendo tiempo?

En ese debate ideológico se nos olvida que el salvadoreño y su familia son los que deben estar al centro de todo. En lugar de una lucha ideológica debemos buscar una lucha por buscar la verdad, analizando los problemas que están agobiando a los salvadoreños con objetividad, como la dificultad de mejorar las condiciones de vida de los salvadoreños, la falta de generación de suficientes oportunidades de empleo e ingreso para los 60 mil jóvenes que se suman a la fuerza laboral cada año, para que busquemos la forma de cómo atender el problema de las pandillas y la violencia. 

En medio de la discusión política, que es importante tenerla, deben predominar los aspectos técnicos que son insumos para tener una discusión objetiva.

¿Para construir buenas políticas?

La función de los líderes políticos es construir política pública, implementarla y monitorearla, para mejorar el impacto que esta pueda generarle a todos los salvadoreños, especialmente a aquellos que todavía viven en condiciones de pobreza. En El Salvador está afectando este tema ideológico que de alguna manera está nublando las posibilidades de encontrar objetivamente las soluciones a los problemas que afectan a nuestro país, y pareciera que es una insistencia de algunos por imponer un modelo que no es compatible con los salvadoreños, pareciera que es una insistencia de unos pocos por introducir y adaptar un modelo que va en contra de nuestras creencias, en contra de nuestros anhelos y en contra de nuestros derechos. Además, tenemos que ser cuidadosos porque la polarización no es buena y es incluso peor si solo sirve para encubrir la falta de capacidad de un país para resolver los problemas.

¿Un embajador como Benito Andión va a poder desde todo esto que estamos hablando, frenar o distensionar ese ambiente que usted llama de tensiones innecesarias? ¿Puede alguien de fuera venir a poner orden en el tema de diálogo? Yo como periodista he cubierto muchas reuniones de consejos y comités en los que se habla bonito pero no nunca se aterriza en algo concreto…

Hay que empezar agradeciéndole al embajador Andión y felicitándole por su valentía, por su voluntad de querer ayudar porque estamos conscientes, de cara a lo que hemos vivido en el pasado, de que no va a ser fácil pero entiendo que es alguien que conoce a El Salvador y si Naciones Unidas lo designó a él queremos pensar que tiene las destrezas para manejar este tipo de situaciones. Nosotros no hemos tenido el gusto de conocerle todavía, nos encantaría recibirlo en su momento, darle algunos insumos y apoyarle en todo lo que en esta parte podamos. 

Yo no sé si su rol será de venir a poner orden, pero creo que va a tener un rol importante para facilitar por un lado una vez tengamos claro un por qué y para qué un diálogo, pero también me imagino que el rol más importante que tiene como representante de Naciones Unidas es velar porque se cumplan los acuerdos, y por tanto el hecho de que haya una instancia como Naciones Unidas que va a fungir como observador y como una instancia que pueda monitorear y dar seguimiento al cumplimiento de acuerdos va a ser sumamente importante. 

Y creo que esa instancia se va a volver un desafío para algunos de los que participan en el diálogo, especialmente para esos que en el pasado no han cumplido con los acuerdos que se han planteado.

¿Será un diálogo más genuino, más autentico, menos sumergido en esa dinámica de polarización ideológica?

Creo que será un diálogo más comprometedor para las partes. 

Habrá un compromiso de cumplir lo que se acuerde. Y, por otro lado, se va a poner en tela de juicio la credibilidad de alguna parte si esta no cumple con aquello acordado.