Los cuatro hijos de Nicolás Ascencio, quienes están entre los 4 y los 12 años, veían a su madre llorar, el jueves, sin saber por qué y al ver que caía la noche y su padre no llegaba a casa no paraban de preguntarle por él.
María relató ayer que lo que hizo fue tomar en brazos al más pequeño y le dijo llorando: “Ya no esperés más a tu papá, hijito, porque ya no va a regresar”.
Nicolás, de 39 años, salía a trabajar y su esposa se quedaba en casa al cuidado de sus hijos, en un cantón de Santa Catarina Masahuat, en Sonsonate.
La mujer sabía que el trabajo que él hacía era arriesgado, porque debía visitar zonas donde había presencia de pandilleros y a ella eso le provocaba temor.
Él le decía que no se preocupara, que “Dios lo protegía y que no le pasaría nada”. La empresa en la que Nicolás laboraba le pagaba $20 diarios; como el trabajo era por proyectos (eventual) no se podía dar el lujo de rechazar la oferta.
La doliente manifestó que la madrugada del jueves, antes de que su compañero de vida saliera rumbo al trabajo, le pidió a ella que le fuera a hacer unos comprados a Sonsonate.
Como a las 9:30 de la mañana, él le llamó por teléfono para preguntarle cómo había salido con el encargo.
“Eso me estaba preguntando cuando de repente me dijo: ‘esperate, esperate, cortá (la llamada) y hablamos más tarde’”, esa fue la última vez que escuchó al padre de sus hijos.
Lo escuchó preocupado y, pasados unos minutos, ella le llamó por teléfono varias veces pero ya no le respondió. Las autoridades informaron que el homicidio de los empleados de la empresa de energía fue cometido alrededor de las 10:00 de la mañana.
Hasta ayer, la Policía había detenido a 18 personas en vías de investigación.