Salvadoreño refugiado en Suecia busca ayudar a compatriotas que huyen

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Por Xenia González Oliva

2016-01-23 9:00:00

Dejar el hogar que había construido durante años para huir a un país desconocido nunca pasó por la mente de Carlos (nombre ficticio por razones de seguridad), ni siquiera tras haber sido víctima de una serie de amenazas y atentados. 

Carlos estaba aferrado a la idea de exigir justicia al sistema judicial salvadoreño.

Pero el Estado falló y las mismas organizaciones de derechos humanos que seguían su caso le advirtieron que debía salir del país.

En mayo de 2014, Carlos, su esposa y sus hijos llegaron a un país completamente desconocido para ellos. 

El clima de Suecia los recibió con una helada bofetada y pronto se perdieron al no saber hablar inglés, mucho menos el idioma del país. 
No pudieron ubicar la oficina de Migración para interponer la solicitud de asilo. 

Cuando se acercaba la noche y el frío, junto con el temor, los carcomía, tuvieron la suerte de encontrar al primer sueco que podía hablar español y no dudo en ayudarlos. 

Después de darles comida y abrigo los guío a la Migración, donde Carlos solicitó asilo para él y su familia. 

En El Salvador fueron víctimas de la violencia y de la corrupción del sistema judicial que no logró garantizarles justicia ni seguridad. 

Aunque el año 2014 transcurrió bajo una sensación de incertidumbre, esperando la respuesta de Suecia a su solicitud y la lucha por incorporarse a una cultura tan distinta; no se comparaba a la pesadilla que habían vivido el año anterior. 

El hijo menor de Carlos fue agredido sexualmente por un médico. 

Carlos asegura que haber interpuesto una denuncia en su contra le acarreo ser vulnerable a agresiones ya que el médico ostentaba poder económico e influencias en el sistema. 

Durante el proceso el imputado se mantuvo en libertad y para la última audiencia huyó. 

Tras su fuga, la familia fue advertida de que corrían peligro. 

“Es cierto que hay un régimen de protección a víctimas y testigos, pero el Estado salvadoreño no tiene los medios de cómo  ayudarle a las personas que están sufriendo”, lamenta Carlos. 

Por recomendación de organización de derechos humanos del país, escogieron Suecia como su destino y Carlos usó todos sus ahorros para pagar los boletos. 

La familia tuvo que dejarlo todo en busca de seguridad a otro país, pero en mayo de 2015 la oficina de Migración de Suecia les dio una respuesta negativa a la solicitud. 

“Se nos vino el mundo abajo porque sabíamos el riesgo que teníamos en El Salvador, pero Migración da dos apelaciones y en octubre de 2015 recibimos la respuesta favorable”, cuenta el refugiado salvadoreño. 

Para apelar la familia recibió el apoyo de una organización sueca. 

Carlos declara que durante su estadía ha visto a muchas familias de salvadoreños que están llegando a Suecia bajo condiciones similares, porque han sido amenazadas, tienen familiares asesinados o desaparecidos. 

Pero ante los atentados ocurridos en Francia, Suecia ha endurecido sus medidas de atención a migrantes y Carlos ve las dificultades que pasan sus compatriotas. 

A través de la organización intentan guiarlos, pero por los fondos limitados es difícil porque necesitan un lugar donde quedarse mientras aplican para interponer la solicitud. 

“Hay casos que son obligados a regresar y se le parte el alma a uno verlos, sobre todo al pensar en los niños. Aquí usted no va a ver violencia”, comenta Carlos.

Carlos dice que lo que más necesitan es asesoría, saber que deben llevar todas las pruebas y documentos para comprobar su caso y el riesgo que corren en El Salvador. 

“Uno no quisiera abandonar su país, uno extraña su país, su clima, dejamos a la familia, todo. Pero mientras el gobierno no se involucre y haga conciencia va a ser muy difícil que el país salga adelante”, sostiene.