Víctima de masacre era abogado y árbitro

Tenía 15 años de ejercer como abogado en Obras Públicas. Además, organizaba torneos de fútbol en Ciudad Delgado

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Foto Por Yeny Letona

Por Yeny Letona

2015-08-03 6:11:00

Noé Arturo Juárez Ramírez, de 45 años, un abogado que laboró por 15 años en el área jurídica de la Dirección General de Tránsito del Ministerio de Obras Públicas (MOP), se convirtió el pasado 2 de agosto en una de las víctimas de la masacre de cinco personas ocurrida en una de las canchas de la colonia Santa Margarita II, de Ciudad Delgado.

Juárez Ramírez, además de dedicarse a la jurisprudencia en la referida cartera de Estado, también fungía como árbitro de fútbol en torneos que junto otras personas organizaban con el objetivo de distraerse sanamente. 

La esposa del abogado recuerda que quien le dio  la trágica noticia fue el mejor  amigo  de la infancia de él. 

“Yo prácticamente no lo creía y le dije: ‘yo sé que me estás mintiendo…’. Cuando me contó todo lo que había sucedido, me tuve que levantar con ánimo para poder ir a verificar y ver si era cierto”, relata con profunda tristeza la mujer.

Testigos que presenciaron el crimen relataron que el abogado se quitó el uniforme y se puso cómodo, para ver un rato  otro partido siempre del mismo torneo en el que estaba participando.

En esos momentos, alrededor de diez sujetos con armas cortas ingresaron desde la parte baja del río San Antonio y comenzaron a disparar contra los jugadores.

Al ver la situación, Juárez Ramírez saltó de las gradas donde estaba sentado para protegerse y no ser  alcanzado por las balas; sin embargo, al caer  al suelo, uno de los pandilleros le asestó seis disparos y huyó del lugar. 

Para la esposa del abogado, “el error de él fue estar a la hora (equivocada) y en un mal momento”.

 Juárez Ramírez deja en la orfandad a dos jovencitas de 16 y 13 años. 

“Yo siempre le decía ‘vos me vas a dejar por una pelota’, porque para él los sábados, domingos y entre semana se iba a jugar”, recuerda la mujer entre lágrimas, risa y con la voz cortada.

“No hay palabras para decir la clase de excelente persona que él siempre fue, tanto en su hogar, como con su familia y con sus amigos. Él veía que si alguien necesitaba algo, no le importaba. Si era comida, se lo quitaba de la boca y se lo daba a los demás”.

Tanto la familia de Juárez Ramírez como él se congregan desde hace más de 12 años en una iglesia cristiana evangélica. 

Parientes de la víctima “esperan en Dios que se realicen las investigaciones y que se haga justicia”.

Un buen amigo y muy trabajador
“Era un hombre muy hogareño. Al mediodía hablaba con sus hijas por teléfono, para ver cómo iban, cómo habían llegado al colegio, sus tareas, las aconsejaba”, recuerda Eduardo Navarrete, compañero de Juárez Ramírez. 

Por otra parte, sus compañeros destacan que en cuestiones de salir de paseo por parte de la institución donde laboraba, “siempre andaba con su familia, era una persona de hogar bien dada”.

“Era un compañero muy colaborador, sencillo, lo admirábamos por eso, siempre pasaba sonriendo, era bastante humano”, resalta otro de sus compañeros. 

Algunos amigos suyos manifestaron que dentro de la empresa había un grupo que todos los días compartía comida. “Nosotros le llamábamos en broma el comedor municipal, todos los días hacían lo mismo”. 

Por su parte, uno de los amigos del abogado destaca que a pesar de que él no estaba en ese grupo, algunas veces lo llamaban y compartían la comida, ya que se llevaban bien.

“Tras lo sucedido, vamos a tratar de ser más unidos y convivir mejor, tratar de comprendernos con los compañeros porque uno no sabe…”, reflexiona un amigo del abogado.

 Además, destacan que nunca le escucharon una mala palabra, “tenía sus dichos, pero hasta ahí”. 
“Los problemas dejalos atrás, hay que vivir la vida”, recuerdan con tristeza.