Panadería cierra una sala de ventas por amenazas de maras

Varios clientes que llegaron fueron atendidos por un guardia de seguridad privada, quien les advertía de que ya no había servicio en el establecimiento

descripción de la imagen
La sucursal de la panadería funcionaba, desde hace dos meses, en el barrio Santa Anita, frente al hospital de Maternidad. Foto EDH / Jorge Beltrán

Por

2015-06-23 7:00:00

La sala de ventas de una panadería abierta hace unos dos meses frente al Hospital Nacional de la Mujer (Maternidad), en el barrio Santa Anita de San Salvador, fue cerrada el lunes anterior, según confirmó El Diario de Hoy.

Al final de la tarde del lunes, la sala de ventas lucía vacía, solo con una decoración de papel alusiva a la celebración del Día del Padre, un par de vitrinas vacías y varios hombres que entraban y salían con taladros en mano o con aparatos de soldadura.

Varios clientes que llegaron en busca de pan dulce fueron atendidos por un guardia de seguridad privada, quien les advertía de que ya no había servicio en el establecimiento. A otros les decía que estaban remodelando la sala.

Sin embargo, de acuerdo con fuentes de este rotativo, supuestos miembros de pandillas amenazaron directamente a los empleados del local y les dieron una fecha límite para que cerraran el negocio.

Al ser consultados, los empleados de la sala de ventas dijeron que no podían decir por qué estaban desalojando el local, pero sí confirmaron que hacía dos meses que habían abierto el lugar.

“Saque usted sus conclusiones”, indicaron.

No obstante, otros empleados asintieron que el cierre de la sucursal se debía a amenazas de grupos de pandillas.

Este periódico intentó obtener la versión oficial del establecimiento, pero luego de hacer la gestión correspondiente, no se obtuvo respuesta hasta el cierre de esta nota (4:00 p.m.).

La sucursal había comenzado a funcionar exactamente frente al acceso principal del hospital de maternidad, un sector que es dominada por delincuentes de la pandilla 18.

Vecinos del lugar, entre estos dueños de otros establecimientos comerciales y residentes, lamentaron el cierre del negocio y pidieron al Gobierno más seguridad en el sector.Varios clientes que llegaron fueron atendidos por un guardia de seguridad privada, quien les advertía de que ya no había servicio en el establecimiento