Las grandes olas alejaron a los alumnos de las aulas

Algunos centros de la costa experimentaron deserción de estudiantes tras el fenómeno de mar de fondo que afectó semanas atrás

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En el complejo educativo del caserío Bola de Monte es donde más alumnos desertaron porque sus familias tuvieron que migrar o decidieron ya no mandarlos a clase. Fotos EDH / Omar Carbonero

Por Susana Joma servicios@eldiariodehoy.com

2015-06-17 8:00:00

Las grandes olas que llegaron al litoral salvadoreño hace algunas semanas no solo destruyeron viviendas, sino que también alejaron a los alumnos de sus escuelas; especialmente en la zona costera de Ahuachapán.

En algunos casos los alumnos retornaron, pero en otros aún no terminan de hacerlo.

Entre las instituciones que han vivido este capítulo en mayor o menor grado se encuentran el complejo educativo Barra de Santiago, el centro escolar Caserío Bola de Monte y el centro escolar caserío El Tamarindo.

Aunque los tres centros por suerte no resultaron con daños en su infraestructura, ahora el hecho de que están a escasos metros de la orilla del mar, o que están cerca del estero causa preocupación a los educadores y aún más a los padres de familia.

El escenario de árboles caídos y casas a punto de sucumbir que persiste en los alrededores de las escuelas no inspira mucha confianza.

Yanira Elizabet Chávez, directora del centro escolar Caserío Playa Bola de Monte, en San Francisco Menéndez, explicó que antes del fenómeno tenían 290 alumnos, de los cuales 116 resultaron damnificados.

Chávez explicó que actualmente se han quedado con 260 alumnos, porque al quedarse sin techo unos han migrado junto a sus familias hacia otros lugares; otros se han ido a estudiar a centros educativos de la vecina Guatemala, pero también hay padres que no los quieren mandar por temor a que se repita el evento.

Los grados que más han tenido fuga de alumnos han sido segundo, cuarto, quinto y sexto grado.

El hecho de que los miembros de las familias aún no pueden salir a pescar porque los embarcaderos artesanales se arruinaron, también incide en la inasistencia de estudiantes.

Y es que de acuerdo con lo expuesto por Chávez los padres no les pueden dar dinero a sus hijos para ir a la escuela y estos no quieren asistir si sus progenitores no les dan el dólar o “las dos coras”, explicó Chávez.

En otros casos es porque en busca de una alternativa de ingresos las familias están llevando sus hijos, incluyendo los más pequeños, a cultivar.

Según explicó, aunque el centro educativo les brinda refrigerio a los pequeños, no todos lo consumen, debido a que muchos no están acostumbrados a comer frijoles y arroz continuamente.

“Si se les da leche, con gusto se la toman, pero si les dan frijolitos y arroz dicen que eso no quieren porque eso les están regalando y ya se aburrieron de comer”, citó la directora del centro escolar del Caserío Playa Bola de Monte.

La escuela cuenta con mobiliario y material para trabajar con los niños de los primeros grados, así como con los más grandes. Sin embargo, se resiente la falta de un centro de cómputo.

La educadora expresó que con la finalidad de que los alumnos vuelvan a la escuela ella junto con los otros profesores han hecho visitas a los hogares. Allí tratan de hacer conciencia en los padres de familia que tienen que enviar a los niños porque ya está por terminar el año y no es bueno que lo pierdan.

“Este año les digo yo a los compañeros que quizás vamos a terminar el año con pocos alumnos porque ya hicimos lo necesario”, agregó ante el hecho de que los padres prometen que van a mandar a sus hijos, pero no lo hacen.

La maestra lamenta que los residentes de la zona no tengan aspiraciones de superación pues hay una tendencia a que los jóvenes solo estudien sexto grado y como máximo, noveno. De hecho solo cuatro de los 21 estudiantes que el año pasado terminaron noveno grado asisten a bachillerato.

En el centro escolar Caserío El Tamarindo, siempre en San Francisco Menéndez, hubo dos días (recién ocurrido el fenómeno de marea alta) que no llegó ningún niño y las educadoras se mantuvieron solitas.

En parte los niños no querían asistir porque el oleaje hizo que perdieran sus cuadernos, uniforme y su calzado escolar.

Raquel Ruano Montes de Cornejo, directora del mencionado centro educativo, expresó que hoy la mayoría de los estudiantes se ha incorporado a clases “pero hay niños que se trasladaron” y definitivamente no van a volver.

Montes de Cornejo, quien atiende de forma integrada las secciones de Parvularia 4, 5 y 6, dijo que ella perdió dos estudiantes.

Su compañera Abigaíl Veraliz García Pineda, quien da cuarto, quinto y sexto grado, perdió cinco.

“Estoy satisfecha porque a mis niños les encanta mucho venir a la escuela”, agrega Ruano, muy contenta de que la deserción no haya sido tan dramática.

La educadora, al igual que su colega de la escuela Bola de Monte, está muy consciente de que ese centro educativo también está en condición de vulnerabilidad y tiene temor de que en el mar se dé un evento mucho mayor que pueda impactar los edificios de la escuela.

“Yo creo que aquí estamos en un lugar que posiblemente pueden haber más desastres por la razón de que la zona es bastante baja. El centro educativo está cerca del estero y una inundación afectaría”, añadió la docente.

Su temor de que se les inunde no es para menos, pues la docente comenta que parte de las instalaciones son nuevas porque en 2003 se las construyeron miembros del Comando Sur de los Estados Unidos.

“Nosotros estamos muy agradecidos con ellos, porque son aulas cómodas, ventiladas. Nos dejaron todo bien bonito, equipadas, mobiliario muy bonito, pero el único problema es que no tenemos energía eléctrica. Cuando ellos vinieron el alcalde Narciso Ramírez, dijo que iba a hacer una conexión, pero cuando ellos se fueron ya no dijo nada”, agregó De Ruano.

En el complejo educativo Barra de Santiago, ubicado en el municipio del mismo nombre, los docentes también están preocupados.

Zaida Carolina Villafuerte, una profesora de la mencionada institución, que imparte la materia de Lenguaje desde tercero a sexto grados, manifestó que la escuela no tuvo daños, pero reiteró que después del muro perimetral ahora prácticamente solo una casa (200 metros) los divide de lo que es la playa.

Villafuerte expuso que la semana en que ocurrió el fenómeno de marea alta fueron a buscar a sus estudiantes y vieron los destrozos que provocó en las viviendas que están contiguas a la escuela.

En esos días tuvieron una asistencia baja en las aulas de la institución porque fueron 150 alumnos, de los 650 que atiende la escuela, los que resultaron afectados.

“Ellos (alumnos) ya vienen con toda normalidad porque se han reubicado”, agregó la educadora.

Sobre la situación académica de los escolares Villafuerte declaró que si bien los docentes no se han reunido para realizar el respectivo análisis del periodo académico pasado considera que, a pesar de los hechos registrados, los estudiantes han salido bastante bien en sus notas.