Causas de destrucción del tejido social (parte I)

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El Ministro de Defensa, David Munguía Payés, dijo que reportajes dañan la moral de la Fuerza Armada. Foto EDH / Archivo.

Por Por Roberto López-Geissman

2015-04-23 8:00:00

Sin pretender una definición rigurosa comprendamos que está muy relacionado al hacer del hombre en sociedad (cultura como actividad corriente), el grado de cooperación y respeto, la eficacia de las instituciones públicas (en particular la Seguridad) y la confianza que se les tenga, las capacidades (a todo nivel, del médico y del albañil), y no en último lugar: la familia. Es pues el buen cemento, el pegamento –complejo y valioso –que nos une y nos da solidaridad y esperanza.

Hay cientos de artículos sobre lo contingente. Ejemplo: el desmadre de las últimas votaciones. ¿Que si es importante? Claro que lo es, tanto como saber cómo vas a subsistir por la próxima semana. Pero evalúen si no es importante saber cómo vas a hacerlo por el próximo año. Además que el no reflexionar profundamente sobre el fondo, implica que tenemos claro todo y sólo hay que preocuparse por el cómo hacer. Y es lógico, si sabes cómo llegar a Santa Ana, qué vas a ir a hacer allí y cómo vas a transportarte, realmente es secundario el que escojas la calle. Así parece. Pero ¿y si no sabes de verdad esas respuestas?

Entre la lluvia de causas que pudiesen mencionarse como destructivas, abordaré en este caso la que llamaré Dominio de la vulgaridad ignorante en la sociedad, lo que no se da por completo pero sí muy generalizado. Ha venido ocurriendo en los últimos 30 años, cada vez más abundante. ¿De qué hablamos?

De dos bestias sucias que se han metido, hecho hogar y fundado prole en nuestra sociedad: la ignorancia y la vulgaridad. El punto interesante es el siguiente: cada uno de estos feos animalejos produce sus especímenes, pero notemos que el ignorante no necesariamente es un vulgar, y viceversa. Tampoco se da en ciertos sectores sociales, los encontramos a todo nivel, y esto ya es un síntoma grave: antes no era así.

La simple constatación histórica nos dirá que en toda las sociedades siempre hubo ciudadanos distinguidos por ejecutorias distintas del hecho de “hacer dinero u ostentar poder” y, en todo caso, los que por esto se distinguían buscaban agenciarse –si es que no los tenían desde antes –los conocimientos, modales y formas (cultura como un hacer) que los superaban como personas, lo que es loable. Igualmente el conglomerado social como un todo participaba del natural objetivo de ser mejor (no sólo con poder y pisto) sino con adquisición de cultura de valores –claro que esto no era perfecto, pero era teoría válida.

o grave es cuando dejan de perseguirse, de valorarse, de apreciarse en toda su valía esas conductas.

Nace pues el injerto monstruoso: la Vulgaridad Ignorante. Continuaremos…